Colombia: los estragos del realismo político – Por Héctor-León Moncayo S.

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Héctor-León Moncayo S. *

En su balance de la COP-16 la presidencia de la República destacó ¡cincuenta y dos logros!, no tanto para la causa de la defensa de la biodiversidad y para el mundo sino para Colombia. En semejante desmesura abundan, como es lógico, desde ilusiones y promesas diplomáticas, hasta algunas decenas de millones de dólares ofrecidas como ayuda para la protección de nuestros bosques.

Y otras tantas ofertas de negocios “verdes”1. No es difícil hacer un juicioso escrutinio para determinar qué es lo que queda verdaderamente, pero eso es lo menos importante, lo que resalta es el tono del balance y su objetivo: ¡mostrar logros! Tal es, al parecer, la comprensible y perentoria instrucción del Presidente para lo que resta de su mandato.

Acusado el Gobierno, además, de falta de ejecución y de ineptitud, lo que menos importa ahora es asegurarse que los “cambios” sean cambios, se trata de mostrar realizaciones. ¡Como sea!. Preocupa el juicio, no tanto el histórico, el de la posteridad, sino el inmediato, el de la llamada opinión pública. Al fin y al cabo estamos ya en campaña electoral. Es necesario, según parece, confrontar desde ahora mismo a la implacable oposición y lo más importante: ¡conquistar aliados!

Una explicación inmediata de esta ansiedad puede encontrarse en el socorrido argumento de que ha faltado capacidad y eficacia en la comunicación y de ahí la necesidad de destinar a ello un renovado esfuerzo. No es tan cierto, sin embargo. Se cuenta con un periódico de gobierno y una cadena de radio y televisión que se ha vuelto claramente oficial. Y lo más importante: el propio Petro, como muy pocos mandatarios del mundo, se ha dedicado a copar el ciberespacio; tiene su propio canal y de manera permanente inunda las redes sociales con sus “trinos” (hoy X). Otra cosa es que el poder de los grandes medios masivos de comunicación, contando con su multiplicación a través de las redes sociales, sigue siendo enorme; es una expresión de las relaciones de poder en la sociedad, que, cabe recordarlo, es muy poco lo que han cambiado. Se llega así a una de las paradojas de la situación actual: ¡la comunicación “alternativa” es la oficial!

Esto nos lleva a otra explicación. Sin duda, estos cuatro años con un gobierno de un signo ideológico diferente no van a ser suficientes para producir un cambio, lo cual nos obliga a todos a iniciar una profunda reflexión. Probablemente habría que ahondar en el análisis de la dinámica social –de las luchas de clases, para decirlo francamente y sin ninguna vergüenza– para encontrar el camino, seguramente diferente, de una propuesta claramente emancipatoria. La coalición del Pacto Histórico, sin embargo, lee la situación con anteojos fundamentalmente electorales. Desde su punto de vista, lo que se necesita es un cuatrienio adicional, o, lo más verosímil, una fuerza consolidada a nivel nacional, en cuerpos colegiados y autoridades territoriales, con capacidad para obligar a los partidos del establecimiento a negociar los “cambios”. Surge entones una pregunta: ¿la compulsión de “mostrar resultados” tiene como propósito confrontar la oposición de derecha y ganar aliados, o, más bien, convencer a los propios seguidores y a los indecisos, que la coalición sigue siendo una opción histórica? Si es así, esto obliga, de todas maneras, a ofrecer una explicación, una justificación, para lo que se ha estado haciendo últimamente. Esa justificación existe: ¡hay que ser realistas!

Ejecutar y negociar

No deja de ser curioso que las críticas más encarnizadas contra la falta de ejecución presupuestal, provengan de la ultra derecha. Carece de sentido que se duelan de la falta de aplicación de un programa que no es el suyo. Pero así son: se trata de hacer oposición en cualquier tema y por cualquier razón; de atacar sin descanso y por todos los flancos. En la otra orilla, en cambio, sí era válida la preocupación. Lo cierto es que, a la fecha, no pocas realizaciones parecen avanzar con aceptable celeridad y en diferentes campos. Es en su divulgación, como se ha señalado, en lo que se han concentrado los medios de comunicación del Estado.

Basado en un Programa que se anunció como de cambio, –es decir, muy diferente, de aquellos que se limitan a la cómoda continuidad– el gobierno se propuso, desde el principio, adelantar sus acciones siguiendo dos carriles. Por una parte, desde la institucionalidad y la normatividad existentes o con mínimas modificaciones. Por otra, a través de importantes reformas legislativas. Sobra decir que este último ha sido, a los ojos de todo el mundo, incluso de sus gestores, lo más importante. Sin embargo, dadas las dificultades, o mejor, dada la magnitud de una agresiva oposición sin escrúpulos, es el primero el que ha venido tomando la mayor importancia. De manera tardía, como se ha dicho, claro está.

En principio, con el primer carril se trataba solamente de atender lo urgente, lo inmediato. Fundamentalmente la pobreza –no todavía la desigualdad. Lo coyuntural mientras se avanzaba en lo estructural. Sobra decir, también, que no se vaya a creer que es secundario; aquí la tarea es de enormes proporciones ya que apunta hacia lo que llamamos la histórica deuda social. Cada día, cada minuto, se hace evidente un nuevo problema. Como si fuera poco, el gobierno ha tenido que atender adicionalmente numerosas situaciones literalmente de emergencia; verdaderos desastres y tragedias humanas.

Se pueden mencionar aquí, para simplificar, dos campos de acción. En primer lugar, los programas de transferencias monetarias (condicionadas y no condicionadas) y de subsidios. En segundo lugar, la Reforma o Desarrollo Rural, en conexión con el problema del narcotráfico (en lo que se refiere a los cultivos de uso ilícito), y con la propuesta de “paz total”. En ambos casos, las posibilidades de acción están altamente subordinadas a las disponibilidades fiscales. Por lo que se ha visto, en el momento, la situación es bastante complicada; el déficit tiende a aumentar y habrá que proceder a importantes “recortes” los próximos años2. La Reforma Agraria ha quedado limitada a la titulación y la restitución, desde luego fundamentales, pero insuficientes; el modelo de redistribución a partir de compras, también limitado por la escasez de recursos, depende además de la buena voluntad de los terratenientes. Quiere decir entonces que el Gobierno, no podrá hacer otra cosa, saltando matones, que tratar de ganar tiempo.

En todo lo anterior no se observa una activa oposición, salvo los ataques de mala fe de la ultraderecha, las advertencias sibilinas de los gremios y las reconvenciones de los economistas neoliberales, típicos representantes del “centro”, pero no una oposición en el sentido de obstáculos para la acción. La verdad es que los programas asistenciales han sido promovidos siempre incluso por parte de los neoliberales y la reforma rural ya había sido acotada de modo “conveniente” en el Acuerdo de Paz. Lo más probable es que sencillamente se sienten a mirar cómo el gobierno se dedica hasta su final a sortear los prosaicos apuros de la falta de recursos bajo la omnipresente amenaza de la deuda pública.

No sucede así con respecto al programa de reformas (segundo carril). Desde el primer momento fue sometido a un intenso bombardeo, político, ideológico, académico, jurídico, desde todos los ángulos. Se buscaba bloquear la aprobación de los proyectos legislativos. Y lo han logrado ampliamente. Tan sólo han “pasado” la Reforma Tributaria, el Plan de Desarrollo, y la Reforma Pensional. Todos ellos con significativas “correcciones”. Aun así, el gobierno continúa en su discutible estrategia parlamentaria3. En el momento, pendientes de un hilo, se encuentran siete: la de salud y la laboral que han sido las más conocidas y también las más atacadas; la de la justicia, la jurisdicción agraria y la política, las dos primeras con alguna posibilidad y la tercera de probable aplazamiento. Urgente y crucial para el gobierno en lo inmediato está la ley de financiamiento que se ha calificado de nueva reforma tributaria.

Si no se concluye de una vez que serán definitivamente archivadas es porque las circunstancias han cambiado y es posible que las fuerzas políticas distantes en mayor o menor grado del gobierno –excluyendo el Centro Democrático y tal vez parte de Cambio Radical- terminen apoyándolas luego de significativas “correcciones”. Lo sucedido con la pensional marca el camino: se trata de voltearlas para que funcionen al contrario; sirvan a los grupos de capital inicialmente afectados. En realidad, como sucede claramente en el caso de la Salud, lo cierto es que el sistema ya venía mal y actualmente ha llegado a su crisis.

En la versión más reciente, las EPS pueden no solamente salvarse sino adquirir una cómoda y rentable posición dentro del futuro sistema. Otro tanto puede suceder con los otros proyectos legislativos. Tal es el rumbo de las negociaciones interpartidistas. Una llamativa ilustración se encuentra en la séptima de las reformas que por cierto no había sido propuesta por el gobierno pero terminó logrando su apoyo, y avanza muy campante, sin ruido alguno: el acto legislativo que reforma el sistema general de participaciones. En “plata blanca”: mayores transferencias para departamentos y municipios, es decir para los clanes políticos regionales. Todo parece indicar que se está consumando un acuerdo de “coexistencia pacífica” entre el Pacto Histórico y  algunos de sus opositores o críticos.

Tal como se dijo antes, lo que cuenta ahora, y pensando en el final del mandato, es mostrar logros. Que no se diga que fue un gobierno fracasado.

Bajo el signo del realismo político

Nos encontramos entonces en un nuevo escenario. Una coexistencia que permita en adelante desarrollar pacíficamente la competencia con miras a las elecciones de 2026. Atrás quedó lo más brutal de la ofensiva derechista y neoliberal que Petro calificó de “golpe blando” y que algunos descartamos porque ponía demasiado énfasis en el derrocamiento; mejor sería calificarla de estrategia de “hacer invivible la República” como se bautizó en otra coyuntura, hace mucho tiempo, en Colombia. Lo peor es que dicha estrategia fue exitosa.

El nuevo escenario puede confundir pues supone un desajuste en los ritmos de los procesos. En efecto, mientras lo más recalcitrante de la derecha va a continuar con sus ataques en los espacios de la politiquería, y campañas repugnantes de insultos y calumnias a través de las redes, los políticos de las otras agrupaciones van a pasar a lo que se llaman “críticas constructivas”. En realidad ya ha habido un desgaste de ese tipo de ofensiva; la ciudadanía tiende a la indiferencia.

 Una parte de ella marcha hacia la desilusión. Los medios masivos de comunicación van a conservar por un buen tiempo la inercia de la insidia y la desinformación, sobre todo aquellos que están matriculados en los grupos derechistas. Poco a poco retornarán a su pretendida independencia y “equilibrio informativo”, sobre todo cuando se acerque lo más fuerte de la campaña y resulte rentable colocarse en el “centro”. Por su parte, los gremios, como es su oficio, se mantendrán en actitud de crítica y rechazo permanente; en cambio los empresarios, la cúpula del capital, van a concertar, y ya lo están haciendo, los múltiples negocios –con “responsabilidad social y ecológica”– que el gobierno les viene ofreciendo.

El precio de todo ello ha sido la renuncia a lo fundamental de las reformas prometidas por el programa del cambio. Y algunas que no se hicieron explícitas pero se suponían, como el abandono de la política económica neoliberal. Se dirá entonces que definitivamente no se podía ir más allá. La correlación de fuerzas no da para más. Pese a contar con el antecedente del “estallido social”, lo cierto es que el movimiento popular no ha sido lo suficientemente contundente al respaldar a su Presidente, no ha tenido el coraje de imponer las reformas.  Esa es –se dice– la realidad. Pretender otra cosa sería no solamente equivocado sino aventurero, dado el riesgo de un golpe y vistos los ejemplos de Bukele, Milei y recientemente Trump. Cuando menos, un pecado de idealismo, lejano eco del dogmatismo propio de la vieja izquierda. ¡Hay que ser realistas!

La realidad, sin embargo, es para los materialistas como Dios para los creyentes: muchos crímenes se han cometido en su nombre. Bien vale la pena tener en cuenta la juiciosa advertencia de Gramsci hace casi cien años:

“El realismo político ‘excesivo’ (por consiguiente superficial y mecánico) conduce frecuentemente a afirmar que el hombre de Estado debe operar sólo en el ámbito de la ‘realidad efectiva’, no interesarse por el ‘deber ser’ sino únicamente por el ‘ser’. Lo cual significa que no debe tener perspectivas que estén más allá de su propia nariz”Eso es aplicable –dice– al diplomático mas no al político. Mientras que el primero trata de conservar el equilibrio existente, el  segundo trata de crear nuevos equilibrios sociales y políticos. Por eso no puede dejar de ocuparse del “deber ser”. Y precisa“Se trata de analizar si el ‘deber ser’ es un acto necesario o arbitrario, es voluntad concreta o veleidad, deseo, sueño en las nubes. El político de acción es un creador, un suscitador, mas no crea de la nada […] Se basa en la realidad efectiva, pero, ¿qué es esta realidad efectiva? ¿Es quizá algo estático e inmóvil y no sobre todo una relación de fuerzas en continuo movimiento y cambio de equilibrio?”.Para concluir con un imperativo“moverse siempre en el terreno de la realidad efectiva, pero para dominarla y superarla (o contribuir a ello)”4.

Aquí la clave de la realidad efectiva parece estar en la noción de correlación de fuerzas. ¿Quiénes son? ¿Cuál es la naturaleza de esas fuerzas que entran en la correlación? Al parecer nos encontramos con una argumentación acomodaticia. De un lado podemos mencionar la oligarquía y el imperialismo yanqui, pero no deja de saltar a la palestra uno que otro grupo de poder que podría estar en el lado “progresista”. Otras veces se recurre al mundo de la politiquería organizada: frecuentemente se reduce el adversario al Uribismo, dando un margen de posible aceptación a grupos y personas que han enfrentado al expresidente. De otro lado, quizá la vaga denominación de masas populares, o “multitud” como suelen invocar las tribus intelectuales simpatizantes de Negri, o “movimientos sociales” que es la categoría más utilizada en los últimos tiempos, especialmente por la inclusión de aquellos que se definen por su identidad, o, finalmente, de “nuevas ciudadanías” como parece gustarle a Petro.

Sin embargo, la cuestión decisiva se encuentra en el hecho de que el verdadero actor de la correlación, que además es el que habla –el lugar de enunciación– es lo que conocemos como el Pacto Histórico. ¿Acaso alguien le dio la representación de ese conjunto innominado que acabamos de mencionar? Al llegar a ese punto la correlación deja de ser social y se convierte en correlación entre partidos políticos. Y ¿Quién toma las decisiones en esa entidad llamada Pacto Histórico? ¿Hasta qué punto lo único que hace es servir de resonancia a lo que plantea el Presidente? Y ¿quién es el gobierno? Es decir, ¿quién es el que está en esa desigual correlación de fuerzas, obligado a transigir?

Dejaremos esas preguntas para otra reflexión. Mientras tanto, si esto sigue como nos tememos, la militancia del Pacto Histórico y los intelectuales del progresismo colombiano, seguirán haciendo el esfuerzo de olvidar aquel famoso grafito de Mayo del 68 “¡Seamos realistas, pidamos lo imposible!” para memorizar uno nuevo, más en el “centro político”: “¡Deseable es lo posible!”.


Notas

  1. Ver:https://www.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/Presidente-Petro-presento-balance-de-la-COP16-y-sostuvo-que-la-conferencia-de-Cambio-Climatico-de-Azerbaiyan-241107.asp
  2. “Las transferencias monetarias caerán enormemente en el 2025: Gustavo Bolívar”.El Tiempo, domingo, 10 de noviembre de 2024. p. 1.21
  3. No han faltado las críticas –y no de la derecha– en el sentido de que hubiera sido mejor evitar el desgaste que esto ha significado, dando mayor énfasis a la acción directa, como en su momento lo dijo Allende: “aprovechando los resquicios de las leyes”. Algo de ello ha sido recogido por el gobierno en algunas acciones en materia de salud. Ver: Torres, M. “Situación del derecho a la salud en Colombia: más obstáculos que avances” En:El camino del cambioInforme, 2024. PCDHDD, CCEEU,Alianza.
  4. Gramsci, A.,Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado Moderno, Ed Nueva Visión, Buenos Aires, 1972. p. 50

* Economista, integrante del Consejo de Redacción Le Monde diplomatique edición Colombia.

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