Último llamado para enfrentar la crisis en Ecuador – Por Rommel Aquieta Núñez
Último llamado para enfrentar la crisis en Ecuador
Por Rommel Aquieta Núñez *
Agosto termina y en Ecuador el clima político arde como el sol del verano. En medio de una ola de violencia, la delincuencia actúa a lo largo y ancho del país. Las bandas criminales acaban con todo lo que se presenta a su paso y el negocio de la droga es un campo en disputa constante que deja un rastro interminable de víctimas.
Las lógicas de control y la guerra interna que se libra día a día para expandir territorios se convierten en un tema constante en las noticias nacionales y uno de los ejes centrales para que los discursos políticos, de cara a las próximas elecciones, empiecen a tomar forma.
Aunque oficialmente la campaña para las elecciones generales en Ecuador todavía no comienza, los 17 binomios que buscan llegar al poder aprovechan la realidad nacional, las calles llenas de muertos, las balaceras, las extorsiones y el miedo constante que vive la sociedad para lanzar sus primeros discursos y moldear sus posibles planes de campaña.
Entre el sonido de las balas y el vacío que deja el proyecto nacional de seguridad y Gobierno del actual presidente Daniel Noboa Azín, el país comienza a discutir con mayor interés la cruda realidad que afronta a nivel económico, político y social. Los debates entre la población van tomando forma y, desde las conversaciones más cotidianas de la ciudadanía, hasta los análisis intelectuales, se aborda con un especial enfoque reflexivo, la grave crisis de seguridad y el desolador panorama electoral que, en febrero de 2025, serán el telón de fondo para que las y los ecuatorianos definan el rumbo futuro de esta nación latinoamericana.
Entre enero y abril de 2024, se registraron más de 1800 casos de muertes violentas en el país. Para junio del mismo año, los datos del Ministerio del Interior de Ecuador, revelaron el verdadero terror en el que vive sumida la población nacional. Solo en ese mes hubo 592 asesinatos.
Tras los procesos de democracia interna que las organizaciones políticas llevaron adelante hasta el 17 de agosto, la desesperanza y el ambiente de pesimismo general que ya cubría a la sociedad, recrudeció. Conocer a los precandidatos oficiales que se disputarán la presidencia fue para la sociedad una clara muestra de las rupturas, la falta de alianzas y las ambiciones partidistas de algunos actores políticos que poco o nada buscan levantar al país de la arremetida neoliberal que ha sufrido desde el gobierno de Lenín Moreno, la misma que consolidó el banquero Guillermo Lasso y ahora se profundiza con el heredero del mayor imperio bananero a nivel regional, Daniel Noboa.
Un total de 17 binomios, tantos y múltiples candidatos y tendencias políticas buscando llegar al palacio presidencial de Carondelet. Todos con una sola promesa de cambio, superar la cruda realidad que vive el Ecuador. Esto mientras el presidente actual y su equipo político hacen campaña abierta por la reelección, aprovechando cada oportunidad en el micrófono para lanzar mensajes contundentes a sus adversarios políticos más cercanos.
«No premies con tu voto a quienes normalmente han legislado en favor de los criminales y en contra de los ciudadanos de bien”, dice el Ministro de Defensa del Gobierno de turno, antes de finalizar la presentación de su informe sobre el “Conflicto Armado Interno”, a través del cual, el denominado “Bloque de Seguridad” resume sus actividades operativas. Sus declaraciones, junto a las de la Ministra del Interior, reafirman las claras intenciones de ejercer un posicionamiento político y mediático con miras a los comicios de 2025. Todo esto ocurre en Manta. La rueda de prensa tiene lugar mientras un hombre es asesinado a tiros en ese mismo momento en un reconocido hostal de la misma ciudad. Manta es la localidad más violenta de la provincia de Manabí (el 68% de las muertes violentas y crímenes registradas durante 2024, se concentra en Manta y Portoviejo).
Resulta válido ante estas declaraciones preguntarnos ¿quiénes son los “ciudadanos de bien”? a los que hace referencia aquel Ministro pues, en medio de la brutal realidad, no queda muy claro, si la gran mayoría de la población forma o llegará alguna vez a ser considerada parte de aquel colectivo al que supuestamente el “Bloque de Seguridad” del Gobierno nacional intenta estérilmente defender de la violencia criminal.
Lo que es un hecho evidente en este contexto es que Noboa y sus emisarios políticos arremeten con su campaña electoral de forma directa usando toda su artillería gubernamental y demagógica. La atmósfera creada por la ola de violencia le sirve a la derecha nacional para propiciar espacios donde sus discursos pueden permear. Sus mensajes son aprovechados al máximo para golpear a una izquierda debilitada que no supera la búsqueda de una alianza electoral en las mesas de diálogo propuestas a lo largo del último mes. Mesas donde todavía no se han conseguido resultados claros y viables.
En su reciente libro titulado “¿Qué es América Latina Hoy? Crónicas Políticas”, el sociólogo y analista internacional Marco Teruggi, reconoce que el “Ecuador es un polvorín”. Uno donde las municiones y explosivos pueden estallar pronto y de manera letal si el rumbo político del país no cambia de sentido. En este marco, es claro que las estrategias y las búsquedas de reivindicación social deben unirse, la agenda de izquierda necesita reforzar sus líneas de base y crear espacios amplios donde nuevos cuadros comiencen a proponer ideas renovadas de transformación, sentidos más reflexivos y autocríticos y una participación activa y consecuente, realmente capaz de superar el largo y embrutecedor debate entre el pro y el anti correísmo / progresismo.
El Ecuador y sus instituciones (Fuerzas Armadas, Policía, Sistema Judicial y otros varios órganos estatales) se encuentran cooptados por el narcotráfico y el crimen organizado. Los escándalos y las investigaciones no paran de salir a la luz semana tras semana. El proyecto de la derecha, sus ideas y líneas conservadoras no terminan de cuajar en la realidad nacional. En este y otros países de América Latina, tal como analiza Teruggi, “son pocas las fuerzas con estabilidad y hegemonía, tanto de derechas como de izquierdas: tiempos frágiles de victorias que se transforman rápidamente en crisis y dolores de cabeza para quien esté en el gobierno. Ganar las elecciones parece en muchos casos heredar un inmenso problema sin saber cómo solucionarlo”.
Lo cierto es que mientras en el tablero de ajedrez político se ejecutan los primeros movimientos estratégicos electorales, la sociedad entera vive la militarización de calles y avenidas; el tráfico de drogas invade la cotidianidad de sus vidas; el desempleo y la falta de oportunidades laborales va cada vez más en aumento y entonces la realidad rutinaria al interior del país se convierte en el mejor caldo de cultivo para que el crimen organizado migre de ciudad en ciudad mutando su accionar y perfeccionando sus estrategias de expansión.
Ecuador está sumido en una crisis, de eso no hay duda, quizás una de las más grandes crisis de los últimos años. La población entera debe buscar un cambio, la política neoliberal ya no es una opción, sus ideas y proyectos reencauchados no pueden ser la alternativa que muchos esperan encontrar entregando su voto a los personajes e influencers del momento. Hoy, las izquierdas tienen el deber de entender de una vez por todas que tomar el poder ya no alcanza, que ganar las elecciones no es suficiente. Cambiar el rumbo y la realidad requiere radicalizar las acciones, buscar diálogos y encuentros, pero también profundizar de manera contundente en la búsqueda del bienestar común.
* Rommel Aquieta es ecuatoriano. Papá, militante y lector de tiempo completo. Comunicador social, periodista e investigador independiente en temas de memoria política. Magíster en comunicación con mención en visualidad y diversidades, y colaborador del Instituto para la Democracia Eloy Alfaro IDEAL.