¿Cómo llega Maduro a las elecciones? – Por Valeria Silva G.

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¿Cómo llega Maduro a las elecciones?

Por Valeria Silva G.*

Hugo Chávez es el personaje que marcó y dividió, en un antes y un después, la historia de Venezuela de manera definitiva e irreversible. Ese antes y después de Chávez, lo es para Venezuela y para Latinoamérica. El siglo XX se encontró en su cierre, en el continente, con la irrupción de Chávez en la política. Venezuela abrió el siglo XXI latinoamericano con la perspectiva de la toma del poder público y la gestión del Estado en clave soberana: recuperación de los recursos naturales, redistribución de la riqueza, refundación del pacto social y del andamiaje normativo, entre otras cosas.

El comandante Supremo, como lo llama entrañablemente su pueblo, partió muy pronto. La enfermedad se llevó al presidente de Venezuela y benefactor de otros procesos políticos refundacionales de Latinoamérica. Sí, el rol de Chávez no fue sólo simbólico o ideológico, pues los proyectos en los que participó la revolución bolivariana, en países como Bolivia, Cuba, Ecuador y hasta Argentina, fueron fundamentales para fortalecer la llegada de estos a la gente de abajo. Muy a lo Hugo Chávez.

Por supuesto que nadie iba a llenar ese vacío. Y, aun así, Nicolás Maduro asumió el encargo y legado de Chávez y gobernó Venezuela con lo que había, pese a las sanciones económicas que injustamente le fueron impuestas al país caribeño; sanciones que se tradujeron en largos años de carencias, de filas, de precariedad y de éxodo migrante doloroso.

Los largos años críticos de Venezuela fueron más cortos que los que la prensa hegemónica tuvo en la mira a Nicolás Maduro. Se trataba de un acuerdo explícito y generalizado en los medios, de ridiculización clasista y racializada del presidente de Venezuela. En el escenario internacional, pocos abiertamente defendían su amistad y afinidad con Nicolás.

Pero ¿qué fue lo que pasó en los últimos años? ¿Por qué Maduro ya no está al frente de todos los reflectores de los medios conservadores?

Habrá muchas líneas argumentativas para contestar estas preguntas. Aquí se proponen dos: la primera tiene que ver con la realidad material que hoy vive Venezuela; y la segunda pasa por la indiscutible reinvención del político, la reinvención de Nicolás Maduro.

Hoy, Venezuela es una de las economías con mayor crecimiento del continente, con 4,2%, según el Fondo Monetario Internacional, que no es precisamente amigo de la revolución bolivariana. La desaceleración de la inflación de la que hablan los organismos internacionales en el país caribeño, se hace evidente en la Caracas de hoy. Aquella capital de 2017, con luz nocturna tenue, con filas para los alimentos, con escasez de medicamentos y con calles deshabitadas, ya no está más, se fue.

Caracas hoy luce hermosa, con espacios públicos revitalizados e iluminados y con familias ocupándolos para el disfrute. Los comercios de insumos para construcción o salud y de venta de alimentos llenaron las avenidas de diversos puntos de la ciudad. Los vagones de los supermercados ya no tienen los espacios vacíos que tan fotografiados fueron en el pasado. La polarización política que hace unos años dejaba como saldo violencia en las calles, que podía llegar al asesinato por racismo o en guarimbas, hoy en pleno proceso preelectoral no existe.

En escenarios de valoración de cuentas, de redes sociales, es muy común escuchar o leer, sobre el éxito que hoy tiene Nicolás Maduro. Por supuesto que no es otra cosa que el reflejo de la reinvención del presidente venezolano en su territorio y, claro está, en Miraflores. Maduro hoy luce presidente.

La imagen del candidato de 2024 muestra a un adulto esbelto, que baila como debe bailar un venezolano, que hoy convoca al pueblo en la Avenida Bolívar como sólo lo hizo Chávez y que no duda en apelar a Dios en sus discursos de campaña, incluso para encomendarle al pueblo de los Estados Unidos, que es lo que hizo luego de que se hiciera pública la dimisión de Biden a la candidatura presidencial de su país.

El Gran Polo Patriótico, la coalición de fuerzas políticas que encabeza Maduro, está compuesto por 10 agrupaciones, de las cuales el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) es la fuerza más importante. Pero hoy, parte de la reinvención de Maduro y del chavismo está explicada en la fuerza que tendrá, según las encuestas, la segunda importancia gravitacional dentro del polo: Futuro.

¿Qué trae Nicolás Maduro en su estrategia para ganar estas elecciones? Muchos elementos entre los que vale la pena observar con detalle uno: trae a Héctor Rodríguez. quien hoy dirige Futuro y que a través de su historia permite entender la audacia del chavismo con esta apuesta electoral. Héctor, con 41 años, trae en su historia el haber sido ministro de Despacho y de Deportes de Hugo Chávez, la diputación en la Asamblea Legislativa, la silla en el gabinete de Nicolás Maduro en las áreas de Juventud y Educación y hoy la de ser el Gobernador de Miranda, cargo en el que sucede al clásico opositor Henrique Capriles.

Quien fuera un alto dirigente del PSUV, hoy está al mando de lo que en términos sencillos puede calificarse como un partido satélite del presidente. La inteligencia política del chavismo ha optado, por un lado, por la conservación de lo que ofrece el rojo y negro del PSUV y, por el otro, ha decidido colgar nuevas banderas de colores que tienen la capacidad de convocar al debate político sobre todo a las nuevas generaciones que tienen demandas y preocupaciones diferentes a las de sus padres, por ejemplo, los feminismos, el ambientalismo y las diversidades sexuales.

Venezuela escogerá a su mandatario para los próximos 6 años. Además de Maduro se presentan otros diez candidatos aspirantes a ocupar la silla de Miraflores. No es obligatorio votar en Venezuela; sin embargo, se espera una alta participación de los votantes y ya existe un acuerdo firmado por todas las fuerzas políticas, excepto la conducida por Corina Machado, para reconocer los resultados electorales.

Lo que parece ser un éxito hoy en la política global es la audacia. Queda claro que las decisiones grises y los discursos de mediación no han logrado la fidelidad de la calle y ni siquiera han alcanzado la afinidad electoral. Nicolás Maduro, quien viene contando en sus mítines políticos que sostiene negociaciones de restablecimiento de relaciones con Estados Unidos, hoy es un candidato audaz.

Pero está claro, sin embargo, que el país petrolero por excelencia no dejará de ser un punto estratégico de atención de los poderes transnacionales y, en ese sentido, la convocatoria a leer las interpretaciones de la jornada democrática de este domingo, está abierta.

*Exdiputada en la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia de la bancada del MAS-IPSP entre 2015 y 2020, en la que fue presidenta de la Comisión de Justicia. Colaboradora del Instituto para la Democracia Eloy Alfaro IDEAL.

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