70 datos pocos divulgados sobre el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes – Por Alberni Poulot Cumbá

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70 datos pocos divulgados sobre el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes

Por Alberni Poulot Cumbá

Siguiendo mi vocación y formación pedagógicas compartiré 70 datos relacionados con los sucesos de los asaltos a los cuarteles “Moncada”, en Santiago de Cuba y el “Carlos Manuel de Céspedes”, en la ciudad de Bayamo, hoy provincia de Granma. Consciente de que ayudarían mucho a que las nuevas generaciones de cubanos y amigos de Cuba, conozcan un poco más de esta fascinante y gloriosa página de la historia nacional, en esta titánica lucha contra la colonización cultural, que comienza por despedazar las historias, memorias e identidades populares, tergiversar hasta los tuétanos las raíces culturales de nuestras naciones y una vez indefensos, imponernos la cultura más vulgar y atroz del colonizador.

Lo expondré de manera en forma de cápsulas, o sea, breves exposiciones o comentarios y  de manera sencilla, como fue la vida de sus protagonistas.

Que sirvan, pues, como sincero homenaje a los héroes y mártires de esa gesta gloriosa de la patria cubana, a aquellos que les precedieron e inspiraron, especialmente José Martí, el “Autor Intelectual” y Fidel Castro y la “Generación del Centenario”, autores materiales de los hechos del 26 de julio de 1953.

  1. El primero en concebir el asalto al cuartel “Moncada” fue Antonio Guiteras Holmes[1]. Fidel conoció de este hecho, que influyó en sus futuras decisiones.
  2. Fidel advierte, sospecha, tenía indicios de que se iba a producir un golpe de Estado por parte de Batista. Ante el hecho y la imposición de una dictadura, decide atacar el “Moncada”, pues se convence de que nadie haría nada, de que no habría lucha contra Batista, y de que un montón de grupos que existían —en los que había mucha gente que militaba en varios— no estaban preparados ni organizados para llevar a cabo la lucha armada[2].
  3. Fidel persuadió, convenció, reclutó y preparó a 1.200 jóvenes[3].
  4. En un auto Chevrolet beige, con matrícula número 50315 recorrió 50 mil kilómetros, organizando los preparativos de la acción moncadista. Este auto se fundió unos días antes del 26 de julio. Entonces cambió para otro carro alquilado[4].
  5. El círculo inicial de dirigentes del movimiento revolucionario quedó integrado por Fidel[5], Montané[6] y Abel[7].
  6. Fueron varios los lugares de entrenamiento militar. La Universidad de La Habana (tiro en seco en el Salón de los Mártires), en clubes de tiro y de caza de La Habana y en varias fincas en las afuera de capital.[8]
  7. Ninguno de los participantes en las acciones del 26 de julio de 1953 contaba con preparación militar académica[9].
  8. El movimiento revolucionario se agrupó en unas 150 células clandestinas al inicio y se redujo por falta de armas y por el rigor de la selección (decantación) a unas 25.[10]
  9. El prerrequisito fundamental para ingresar en la organización era la total disposición a combatir con las armas al régimen de oprobio.[11]
  10. En la medida que se formalizaba el ingreso al movimiento, sus miembros quedaban incorporados a una determinada célula, integrada por un número variable de compañeros, uno de los cuales fungía como jefe. Por medio del jefe se cursaban las órdenes y este era el responsable de controlar la asistencia y conducta de su personal.[12]
  11. La discreción y la disciplina constituyeron aspectos de estricta obligatoriedad para todos sus miembros. Su infracción era inapelable causa de expulsión. No serían pocos los que resultaron separados simplemente por decir fuera de su grupo que iban a una sesión de entrenamiento o que pertenecían al movimiento.[13]
  12. Fallar a una sesión de entrenamiento o citación para las movilizaciones implicaba la baja del movimiento. Se les dejaba de citar en lo sucesivo y, de esa manera, quedaban fuera de la organización.[14]
  13. Raúl Castro Ruz supo de que iban atacar el “Moncada”, en el tren en el que viajaban parte de los moncadistas, de boca de José Luis Tassende[15], que era uno de los jefes de Grupo.
  14. En el movimiento revolucionario estaba absolutamente prohibido ingerir bebidas alcohólicas. No podía ser militante quien tuviera ese mal sano hábito. La vida de aquellos revolucionarios estaba presidida por la austeridad y la moralidad más absolutas.[16]
  15. Los hombres de las acciones del 26 de julio de 1953, fueron de extracción clasista humilde, con disposición incondicional a tomar las armas y morir en defensa de sus ideas, y la disciplina férrea en el cumplimiento de las normas y orientaciones emanadas de la dirigencia.[17]
  16. El viernes 24 de julio, Fidel ultima detalles entre las casas de Abel, Melba y otros revolucionarios. Hizo algunas salidas en dos autos: un Dodge negro y en un Buick azul. Recorre Calabazar, Boyeros, Santiago de las Vegas, el Cerro, allí consume un emparedado (sándwich) y un vaso con leche. Continúan a Marianao, al Vedado, de ahí a la calzada de Güines y a la carretera central.[18]
  17. El equipaje de Fidel consistió en una guayabera, un libro de Lenin y en una copia mecanografiada del Manifiesto que se proponía leer para llamar al pueblo a tomar las armas y sumarse a la lucha definitiva contra Batista.[19]
  18. Ese viernes 24 de julio, en uno de sus recorridos, en la carretera de “Rancho Boyeros”, tienen Fidel y sus compañeros un incidente con una perseguidora (patrulla de la policía), la que les pone una multa al no detenerse en un “Pare”. Fidel les persuade, diciendo que iban rápido a esperar a una familia que llegaba al aeropuerto. La policía les deja continuar la marcha y Fidel comenta: -“¿quién les habrá dicho a estos que a esta hora llegan aviones”.[20]
  19. Fidel en Bayamo se hospedó brevemente en el hotel “Gran Casino” y se reunió con Raúl Martínez Ararás[21], Ñico López[22], Aguilera, Pérez Puelles y Orlando Castro, que funcionarían como jefes de escuadras, y les detalló uno a uno los distintos pasos para ejecutar el asalto al cuartel y las medidas posteriores a poner en práctica. Se repasó una y otra vez el plan y orientó la forma y el momento de comunicar la primera parte del plan y de distribuir los uniformes y armas al resto de los hombres.[23]
  20. Alrededor de la 10 de la noche partió Fidel de Bayamo. Antes de llegar a Palma Soriano se da un hecho singular. Es detenido el auto en un punto de control del Ejército. Un soldado se dirige hacia el chofer, pero este conoce al militar, son coterráneos de Palma Soriano. Ante el saludo y los buenos deseos son autorizados a seguir la marcha y Fidel comenta entre dientes: “Les queda muy poco”.[24]
  21. Fidel llega a Santiago de Cuba a las 12 de la noche. Dentro de cinco horas, aquellos jóvenes entrarían a la Historia patria.[25]
  22. Fidel entra a Santiago y se baja en la Plaza de Marte a tomar un café. Las congas, las comparsas y el bullicio de bailadores y bebedores estremecen la noche carnavalesca oriental.[26]
  23. Fidel comienza a caminar las calles solo, en medio de la algarabía observa a Gildo Fleitas “arrollando” (así se le denomina al baile callejero que acompaña el ritmo contagioso de las congas santiagueras) en medio de la calle. A Fidel le da gracia y lo llama. Se saludan, actualizan los detalles de sus respectivos viajes.[27]
  24. En esas conversaciones se unen otros compañeros, entre ellos el médico del grupo de asaltantes, el doctor Mario Muñoz Monroy. Efusivo, este abraza a Fidel. Le comenta al líder de la acción: -“Fidel, ¿ha llegado la hora cero? –Sí, doctor, responde Fidel-, es la hora cero. -¡Te felicito!, -exclamó Muñoz más entusiasmado- ¡Qué fecha has escogido! ¡Hoy cumplo 41 años, y los pongo en tus manos, que tienes 26!” Y lo abrazó de nuevo… Sería la última vez.[28]
  25. Tras la breve escala Fidel sigue la marcha hacia la Granjita Siboney.
  26. La idea de atacar el cuartel de Bayamo, obedecía a la idea táctica de crear una avanzada para combatir el probable contraataque enemigo, una vez tomado el cuartel Moncada. Fidel concibió volar o inutilizar el puente sobre el río Cauto, a pocos kilómetros al norte de Bayamo, porque los primeros refuerzos podrían venir de Holguín y luego del resto del país. Por aire las fuerzas de la dictadura no tenían fuerzas suficientes, y la otra vía era el ferrocarril, que era mucho más fácil de defender descarrilando un tren o arrancando unos cuantos raíles. Es más fácil que neutralizar un sólido puente de acero u hormigón. Para ello se destinaron 40 hombres para tomar el cuartel de Bayamo, con el propósito de defenderse del previsible avance enemigo por la Carretera Central en un punto a más de 200 kilómetros de Santiago.[29]
  27. Para las acciones del Moncada se utilizaron 16 autos.[30]
  28. El 26 de julio de 1953 fue un domingo.
  29. Todos los uniformes de los asaltantes al cuartel Moncada los plancharon las únicas mujeres de las acciones del 26 de Julio: Haydee Santamaría y Melba Hernández[31]. También barrieron el patio cuidadosa y minuciosamente, buscando clavos o puntillas empleados en la construcción de los galpones, que simularían naves para pollos, pero en realidad eran los depósitos en donde se camuflaron los autos empleados en el asalto, temiendo no fueran pinchados los neumáticos de los mismos y se inutilizaran.[32]
  30. A Oscar Alcalde se le había quedado la máquina de afeitar y no sabía usar la navaja, Juan Almeida[33] se ofreció para afeitarle. Mientras le enjabonaba la cara, Oscar Alcalde se acordó de pronto que el 1 de agosto iba a cumplir 31 años y pensó: quizá no cumpla nunca 31 años. La idea le pareció deprimente y la rechazó. Se puso a pensar en el ataque.[34]
  31. El grueso del armamento empleado en las acciones del Moncada se compró en la tarde del viernes 24 de julio en tiendas de Santiago de Cuba.[35]
  32. El arma mejor poseída era una escopeta de cacería, de fabricación belga. Había un fusil ligero norteamericano semiautomático M-l, un Springfield de cerrojo, arma de fabricación también norteamericana, una Thompson, ametralladora de mano calibre 45, con un peine abajo y también podía utilizar una mazorca. El M-l era un fusil ligero, pequeño, eficaz, semiautomático.[36]
  33. Las armas más eficientes para el tipo de acción a realizar eran las escopetas belgas de cacería calibre 12, con cartuchos que contenían nueve balines cada uno y podían disparar hasta cinco en cuestión de segundos. En un combate a corta distancia, eran mucho más efectivas que una ametralladora, porque en un disparo se tiran nueve proyectiles que podían ser mortíferos. De ésas se contaban con unas cuantas decenas. No recortadas.[37]
  34. Fidel dio las últimas instrucciones en la Granjita Siboney, “alguien” preguntó a Fidel que si hacían prisioneros qué debería hacerse con ellos. –Trátenlos humanamente-, respondió Fidel. “No los insulten. Y recuerden que la vida de un hombre desarmado debe ser sagrada para ustedes”.[38]
  35. Abel Santamaría arengó a sus compañeros: “Es necesario que todos vayamos con fe en el triunfo; pero si el destino es adverso estamos obligados a ser valientes en la derrota, porque lo que pase allí se sabrá algún día y nuestra disposición de morir por la patria será imitada por todos los jóvenes de Cuba. Nuestro ejemplo merece el sacrificio y mitiga el dolor que podemos causarles a nuestros padres y demás seres queridos. ¡Morir por la patria, es vivir!”[39]
  36. A las cuatro de la madrugada ya estaban preparados todos los hombres y las dos mujeres. Fidel se dirigió a todos: “-Compañeros, escúchenme (las conversaciones en voz baja cesaron y todos se volvieron hacia él). Vamos a a atacar el cuartel Moncada. Será un ataque por sorpresa. No debe durar más de diez minutos”. A continuación Fidel expuso el plan de ataque.[40]
  37. Después Fidel realizó una pausa, y continuó: “Es voluntariamente como ustedes se han adherido al movimiento. Y, hoy, es voluntariamente como ustedes deben participar en el ataque. Si alguno no está de acuerdo, es ahora cuando debe retirarse”. Hubo un silencio, seguido de murmullos. Pasaron unos segundos y Fidel vio a Víctor Escalona que se adelantaba muy pálido. Evitaba mirarlo, y le dijo en voz baja e insegura: -“nosotros no deseamos participar”. –“¿Nosotros?”, indagó Fidel. –“Mi grupo y yo”. –“¿Todo tu grupo?, volvió a preguntar Fidel. Menos uno, respondió aquel. –“Está bien, dijo Fidel, Tú y tu grupo, síganme”.[41]
  38. Fidel llevó hacia la cocina a los desertores, les escuchó sus razones, que giraban en la supuesta insuficiencia e incapacidad del armamento. Fidel les argumentó las ventajas del empleo de aquellas armas y la táctica de su empleo. No logró persuadirles. Fidel los dejó encerrados en la cocina.[42]
  39. Cuando Fidel retorna al salón de la Granjita, Abel le espera y le refiere que existe otro grupo que se retira de las acciones; el grupo de los estudiantes: -“dijeron que con esas armas no combatirían. Claro, los aislé en un cuarto. Montané ha designado un centinela para cuidarlos.[43]
  40. En otro momento se le acerca a Fidel un hombre que le dice que quiere hablarle. Dice que se llama Manuel Lorenzo, el radiotelegrafista: -“quisiera saber qué hago yo en todo esto”, pregunta asustado. Fidel le responde: “Pues bien, cuento contigo para echar andar el trasmisor del Moncada, cuando hayamos tomado el cuartel”. Los ojos de Lorenzo se agrandaron: -“¡Pues yo no voy!, -exclamó con terror. Yo no quisiera hacer nada ilegal”. Fidel miró a Abel. “Ponlo con los estudiantes”, dijo con un gesto de la mano, como si cazara una mosca.[44]
  41. Después de preguntar en voz alta si alguien más quería retirarse, nadie más habló. Fidel le dio la palabra a Raúl Gómez García[45] y este recitó emocionado su poema “A la Nación”, hoy conocido como “Ya estamos en combate”.[46]
  42. Fueron 162 hombres los participantes en las acciones del 26 de julio de 1953. Cuarenta en Bayamo para tomar el cuartel y prevenir el contraataque por la Carretera Central, y 122[47] para el asalto al Moncada. En esa acción, Fidel al frente de 94 hombres (95), Abel Santamaría con veinte (21) y Raúl Castro[48] con 5, en el Palacio de Justicia (6). Para un total de 122 hombres.
  43. Las acciones combativas comienzan al unísono, en Santiago de Cuba y en Bayamo, a las 5.15 de la mañana.
  44. Ramiro Valdés[49], José Suárez[50], Renato Guitart[51] y Jesús Montané, formaron parte del grupo que tomó la posta No. 3 del cuartel Moncada, lograron penetrar en una barraca y detuvieron durante un tiempo a cerca de cincuenta soldados, tratados todos con absoluto respeto, sin tener que sufrir ni siquiera una palabra vejaminosa.
  45. Hubo cinco muertos en combate y otros 56 que fueron asesinados. Los cinco muertos en combate son Gildo Fleitas[52], Flores Betancourt[53], Carmelo Noa[54], Renato Guitart y Pedro Marrero[55].
  46. Cuando Fidel se resigna a la realidad de que el objetivo era ya imposible comienza a dar órdenes de retirada. Por lo que se para en el medio de la calle, tiene su escopeta calibre 12, y en el techo de uno de los edificios del cuartel hay una ametralladora pesada calibre 50 que podía barrer la calle, porque apuntaba directamente a ese punto. Un hombre trataba de manipularla, estaba allí solo. Cada vez que intentaba posesionarse del arma Fidel le disparaba. Ya no se ve a nadie, ni un solo combatiente se ve, y en el último carro se monta, y después de estar dentro, a la derecha de la parte trasera, aparece un hombre de los asaltantes, uno que ha llegado allí y que se va a quedar a pie. Entonces, Fidel se baja y le cede su puesto. Y le ordena al carro que se retire. Y se queda allí, en el medio de la calle, solo, frente a la entrada del cuartel. En ese momento lo rescata un automóvil. Era un muchacho[56] de Artemisa, que manejando un carro con varios compañeros se percata de que Fidel se ha quedado atrás y se acerca a buscarle por iniciativa propia.[57]
  47. Fidel estaba decidido a trasladarse para las montañas a seguir la lucha. Se queda con los ocho hombres que en mejores condiciones estaban, los que eran jefes.[58]
  48. Dentro de los ocho hombres había distintas responsabilidades, había distintos estados físicos, todos no estaban, ni mucho menos, en óptimas condiciones. Por lo que se decide que cinco de ellos se acogieran a la intermediación de la Iglesia.[59]
  49. La orden de Batista[60] fue asesinar a los prisioneros. A algunos los torturaban atrozmente y después los asesinaban. Entonces el Arzobispo de Santiago comenzó a actuar, con otras personalidades, para tratar de salvar a los supervivientes del asalto.[61]
  50. Cinco de los ocho hombres que estaban en malas condiciones físicas del grupo de Fidel, fueron dejados un punto de recogida, que resultó ser la casa de un campesino de la zona montañosa. Era de noche, sueltan las armas. Se coordina la entrega al Arzobispo.[62]
  51. La idea inicial de Fidel, ya con los dos que quedaron, Oscar Alcalde[63] y Suárez, había sido partir hacia las montañas, cruzar del otro lado. Lo que pasó fue que los soldados llegaron y tomaron las alturas, se adelantaron. La inexperiencia sobre cómo salir del cerco les llevó a marchar de día, enmascarados por el bosque, cuidándose de los soldados y de sus fusiles de guerra calibre 30.06, que tenían mucho más alcance que los de calibre 22 y la escopeta que poseían los moncadistas.[64]
  52. Fidel manejó la idea de cruzar la carretera de noche y llegar a lugares que conocía muy bien, porque estudió en Santiago, sería a un lugar que le llaman “La Chivera”, y cruzar en bote la bahía para la Sierra Maestra, armarse mejor en la Sierra Maestra y desde allí, proseguir la lucha.[65]
  53. Los asaltantes caminaron dos o tres kilómetros y cometieron el error de, en vez de pasar la noche ocultos en el bosque, se acercaron a una casita conocida como “varaentierra”, o sea, un ranchito, donde los campesinos guardan palmiche o cosas de ésas. Como llevaban varios días pasando frío, hambrientos y todas clase de penurias, deciden dormir en el varaentierra.[66]
  54. Los combatientes durmieron unas cinco o seis horas, Fidel escucha los pasos de un caballo y, de repente, unos instantes después, le dan a la puerta aquella un culatazo: abren la puerta, se despiertan desconcertados, con los cañones de los fusiles de los soldados pegados al pecho. “Así caímos-recordaría Fidel-; de esa manera tan tristemente ingloriosa, fuimos sorprendidos y capturados”.[67]
  55. Era una docena de soldados enfurecidos, los captores de los jóvenes revolucionarios. Fidel recuerda que las arterias de los soldados estaban hinchadas, deseaban matarlo. Empieza toda una bronca, enseguida los amarran, los sientan amarrados, le preguntan el nombre, y él les da otro nombre: «Francisco González Calderín».[68]
  56. A aquellos soldados no los aguanta nadie. La bronca empieza casi desde el primer momento. Gritan: «Óiganlo bien ustedes, nosotros somos los herederos del Ejército Libertador» Y los revolucionarios responden: «Los continuadores del Ejército Libertador somos nosotros.» Sí, sí. «Los continuadores somos nosotros. Ustedes lo que son unos tiranos y unos asesinos.» Aquello estaba encendido, y el teniente dice: «No tiren», tratando de poner orden, un hombre negro, alto. Pedro Sarria se llamaba.[69]
  57. Estaba conteniendo a aquellos soldados que estaban gordos, fuertes, bien nutridos, arrollaban la manigua. Están allí, con los fusiles a punto de hacer lo que hacían, y sin imaginarse que era Fidel. El teniente, como murmurando dijo: «No tiren, no tiren. Las ideas no se matan, las ideas no se matan.»[70]
  58. Entonces transcurren unos cuantos minutos, aquellos soldados enfurecidos empezaron a buscar por los alrededores, y la desgracia es que encuentran las armas de los otros cinco. Fue un momento crítico, el escándalo, las armas. «¡Quietos!», sin gritar mucho, decía: «Quietos. No, no,’ muchachos, quédense tranquilos.» “No tiren”. «No disparen, las ideas no se matan.»[71]
  59. Él sigue sin saber que es Fidel Castro el capturado. De repente suenan unos disparos, ya hacen prisioneros a los cinco que iban a acogerse a la protección de la Iglesia y suenan unos disparos. Dijeron: «¡Tírense al suelo!», y Fidel dice: «Yo no me tiro, no me tiro al suelo. Si quieren matarme, me matan aquí.» Se niega terminantemente, y se queda parado allí. Entonces el teniente Sarria le dice: «Ustedes son muy valientes, muchachos», Ya se calma aquello y Fidel le dice: «Teniente, quiero decirle una cosa: Yo soy Fidel Castro». Y le contesta: «No se lo digas a nadie, no lo digas.»[72]
  60. Montan a los detenidos en un camión. Sientan a Fidel en el medio del chofer y el teniente. Por allí llega entonces en un carro el comandante Pérez Chaumont, un asesino, el jefe de los que habían estado matando gente por allí, y le exige al teniente Sarría que le entregue a Fidel. Era el comandante, pero el teniente le dice que no: «El prisionero es mío». Le dice que no, que él es el que tiene la responsabilidad y me va a llevar al Vivac (era la cárcel civil que había en el centro de la ciudad, que estaba bajo la jurisdicción de los tribunales.). Si lo hubiesen llevado para el cuartel Moncada, lo hubiesen asesinado. Todo estaba previsto. Hasta habían anunciado la noticia de la muerte de Fidel en los periódicos.[73]
  61. A todos los sobrevivientes de los asaltos los condujeron esposados a la Sala de Justicia. El ruido metálico que sobresaltó al público había sido producido por las cadenas cromadas que aprisionaban más de cien muñecas.[74]
  62. “¿Entonces solamente contaba con el pueblo?”, le interrogó en el juicio el Fiscal a Fidel. –“Sí, con el pueblo; yo creo en el pueblo. El pueblo hubiera respondido firmemente si llegamos a tomar el Moncada e inmediatamente después de propalar, por medio de todas las emisoras de radio de la ciudad, el último discurso de Chibás. Habríamos leído nuestro programa revolucionario al pueblo de Cuba; nuestra declaración de principios contiene los anhelos de varias generaciones de cubanos. En esa oportunidad todos los líderes de la oposición nos hubieran apoyado sumándose la Moviminto en toda la República. Con todo el pueblo unido habríamos derrocado al régimen de facto”.[75]
  63. Gerardo Poll Cabrera era el nombre del que primero escuchó el alegato de defensa de Fidel conocido como “La Historia me absolverá”.[76]
  64. El día anterior al juicio fue el 15 de octubre de 1953. Esa noche, en una de las celdas de la prisión provincial de hombres: Boniato, Fidel le compartía las ideas de su discurso del otro día. Los dos hombres se vistieron temprano. Cuando los guardias del penal llegaron para llevárselos para el juicio, Poll, vio unos papeles y le preguntó a Fidel: “¿y los papeles esos que me leíste no los vas a llevar? Me contestó que no le hacían falta, que él se acordaba de todo. Luego cuando lo oí en el juicio comprobé que era verdad, que se sabía el discurso de memoria”.[77]
  65. Fidel redactó el texto en cartas que le enviaba a sus familiares, con zumo de limón. Luego con una plancha caliente se sacaba a la luz el contenido. Luego se pasaba a máquina de escribir.[78]
  66. Lidia Castro (hermana de Fidel) escondía los manuscritos de la Historia me Absolverá detrás de su cama. Ella había mandado a construir a su cama una doble cabecera de madera, y guardaba, el “tesoro de papel” entre dos tablas.[79]
  67. Fue Tomás Sotolongo, uno de los operarios de la imprenta donde se reprodujo “La Historia me absolverá”, el segundo en leerla, de los no comprometidos hasta ese momento con la gesta moncadista. La primera persona en hacerlo fue el linotipista que paró el material en plomo.[80]
  68. El original del alegato de Fidel (mecanografiado) tenía unas cien páginas. Habían pasado 14 meses del acto de defensa. La primera tirada fue de 27 mil 500 ejemplares.[81]
  69. El dinero que financió las acciones del 26 de julio salieron del ejemplo de sacrificio de los jóvenes asaltantes: “Elpidio Sosa, vendió su empleo y se presentó un día con trecientos pesos para la causa; Fernando Chenard, vendió sus aparatos de su estudio fotográfico, con el que se ganaba la vida; Pedro Marrero, que empeñó su sueldo de muchos meses y fue preciso prohibirle que vendiera los muebles de su casa; Oscar Alcalde, que vendió su laboratorio de productos farmacéuticos; Jesús Montané, que entregó el dinero que había ahorrado durante más de cinco años; y así el estilo mucho más, despojándose cada cual de lo poco que tenía.[82]
  70. Con un ojo humano ensangrentado en las manos se presentaron un sargento y varios hombres al calabozo donde se encontraban Haydee y Melba, y dirigiéndose a la primera, mostrándole el ojo, le dijeron: “Este es de tu hermano, si tú no disces lo que él no quiso decir, le arrancamos el otro. Ella, le contestó llena de dignidad: si ustedes le arrancaron un ojo y él no lo dijo, mucho menos lo diré yo. Más tarde volvieron y las quemaron con colillas encendidas, hasta que por último, llenos de despecho, le dijeron nuevamente a Haydee; ya no tienes novio porque te lo hemos matado también. Y ella le contestó imperturbable otra vez; “Él no está muerto, por que morir por la Patria, es vivir”.[83]

Concluyo este homenaje con palabras del Jefe de la Revolución y líder de los acontecimientos del 26 de julio: “Mis compañeros, además no están olvidados ni muertos; viven hoy más que nunca y sus matadores han de ver aterrorizados cómo surge de sus cadáveres heroicos el espectro victorioso de sus ideas”.[84]

Aquí está firme y luminosa la obra victoriosa de esos jóvenes.

¡GLORIA ETERNA!

Notas:

[1] Antonio Guiteras Holmes. Político cubano, revolucionario y antiimperialista. Estudió Farmacia en la Universidad de La Habana, donde se opone a la dictadura del general Gerardo Machado desde el Directorio Estudiantil Universitario.  Realizó acciones insurreccionales contra Machado en la provincia de Oriente, lugar donde se encontraba a la caída del régimen. No aceptó la Mediación de Sumner Welles y a la caída del gobierno de Carlos Manuel de CéspedesSergio Carbó lo nombró delegado de los pentarcas en la provincia oriental. Durante el Gobierno de los Cien Días se desempeñó como secretario de Gobernación, Guerra y Marina. Tuvo una gran influencia dentro del gobierno e impulsó la mayoría de las leyes revolucionarias y populares de éste. A la caída del Gobierno de los Cien Días pasó a la clandestinidad. Fundó la “TNT” y luego la “Joven Cuba” para oponerse al poder del llamado gobierno de Caffery – Batista – Mendieta. Cayó en combate (asesinado) en El Morrillo, Matanzas, cuando intentaba salir del país con un grupo de colaboradores para regresar con una expedición armada.

[2] Fidel Castro. “Cien Horas con Fidel”. Conversaciones con Ignacio Ramonet. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado La Habana, 2006. P. 61. Primera Edición. (pdf).

[3] Ídem. P. 62

[4] Ídem. P. 63

[5] Fidel Castro Ruz

[6] Jesús Sergio Basilio Montané Oropesa. Revolucionario cubano, asaltante del Cuartel Moncada y destacado dirigente del gobierno cubano después de 1959. Conocido como Chucho. Nace el 15 de abril de 1923, en Isla de Pinos, actual Municipio Especial Isla de la Juventud. Tuvo un carácter cariñoso y afable. El 13 de octubre de 1953, junto a otros 26 compañeros fue trasladado al reclusorio nacional para hombres en Isla de Pinos lugar donde en compañía de Fidel y el resto de revolucionarios prosiguió la lucha, a pesar de las difíciles condiciones. Desembarca en Las Coloradas (provincia Granma) el 2 de diciembre de 1956 con los expedicionarios comandados por Fidel. Después del revés de Alegría de Pío, (Granma), el 5 de diciembre de 1956 es capturado por marineros de la tiranía y lo envían al Cuartel Moncada donde es insultado y amenazado, condenado a 6 años de cárcel, retorna al “Presidio Modelo” en su ciudad natal, hasta que el 1 de enero de 1959 fue puesto en libertad.

Con el triunfo de la Revolución desempeña múltiples funciones gubernamentales entre 1959-1960 (alcalde de Isla de Pinos), Director del Instituto Penal del Ministerio de Gobernación, Subdirector del INIT.  En 1961 es designado subjefe del Estado Mayor General del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. El 6 de diciembre de 1963 es nombrado ministro de comunicaciones hasta 1973. Fue fundador del PCC en 1965 y en 1970 ocupa por orientación de Fidel la Secretaría de Organización del Comité Central del PCC. Al cesar como ministro, se le nombra Ayudante del Primer Secretario del Comité Central, cargo que mantuvo hasta su muerte el 7 de mayo de 1999, en La Habana.

[7] Abel Santamaría Cuadrado. Joven revolucionario cubano, segundo jefe del movimiento revolucionario que inició la lucha el 26 de julio, dirigido por el joven abogado Fidel Castro. Organizado, de seriedad probada y discreción extraordinaria que cayó asesinado en las acciones del Asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba. Llegó a ser, según lo expresa el propio Fidel en el juicio del Moncada «el alma del movimiento».

[8] Ídem. P.65

[9] Ídem. P. 65

[10] Mario Mencía. “El Grito del Moncada”. Tomo II. P. 396. Editora Política. La Habana. 1986.

[11] Ídem. P. 398.

[12] Ídem a la anterior.

[13] Ídem. P. 399.

[14] Ídem a la anterior.

[15] José Luis Tassende de las Muñecas. Nacido el 15 de enero de 1925, en Manzanillo. Es quien supervisa algunas prácticas de tiro en el salón de los mártires de la Universidad de La Habana al igual que en algunas fincas en Artemisa.  Cuando Fidel terminó de dirigirles la palabra a los compañeros que realizarían las acciones simultáneas del Moncada, Palacio de Justicia y del Hospital, explicó el plan de ataque y pidió un grupo de voluntarios que serían los encargados de neutralizar la posta # 3 del Cuartel Moncada. Muchos dieron el paso al frente, entre ellos José Luis.

José Luis, logra penetrar al interior del cuartel, pero casi al instante regresa herido en una pierna, se reclina en una columna que está dentro de la garita, le entrega nuevamente la ametralladora a otro compañero y se cubre la cara con una gorra. Al parecer, cayó rendido por el agotamiento y debilitado por la herida, y allí fue apresado por la jauría sedienta de sangre. De allí lo llevan para una de las oficinas del cuartel y lo tiran al piso donde un fotógrafo lo retrata. Fue asesinado estando herido.

[16] Mario Mencía. “El Grito del Moncada”. Tomo II. P. 405. Editora Política. La Habana. 1986.

[17] Ídem, p. 406.

[18] Mario Mencía. “El Grito del Moncada”. Tomo II. P. 508. Editora Política. La Habana. 1986.

[19] Ídem a la anterior

[20] Ídem a la anterior.

[21] Fue uno de los integrantes del pequeño grupo de dirección organizado por Fidel Castro para preparar las acciones del 26 de julio de 1953. Recibió la misión de dirigir el grupo que debería tomar por asalto ese día el cuartel «Carlos Manuel de Céspedes», en la ciudad de Bayamo.

[22] Antonio (Ñico) López Fernández (1930-1956), integrante del grupo que asaltó el cuartel de Bayamo el 26 de julio de 1953. Logra evadir la persecución y se asila en la Embajada de Guatemala en La Habana. Regresa a Cuba después de la amnistía de los moncadistas en 1955 e integra la primera Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio. Expedicionario del «Granma». Muere asesinado en Boca del Toro el 8 de diciembre de 1956.

[23] Mario Mencía. “El Grito del Moncada”. Tomo II. P. 510. Editora Política. La Habana. 1986.

[24] Ídem al anterior.

[25] Ídem al anterior.

[26] Ídem. P. 513.

[27] Ídem. P. 526.

[28] Ídem. Pp. 526-527.

[29] Fidel Castro. “Cien Horas con Fidel”. Conversaciones con Ignacio Ramonet. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado La Habana, 2006. P. 67. Primera Edición. (pdf).

[30] Ídem. P. 68.

[31] Melba Hernández Rodríguez del Rey, nacida en 1921, abogada, la otra mujer, junto con Haydée Santamaría, participante en las acciones del 26 de julio de 1953, Hecha prisionera y encarcelada. Tuvo una participación decisiva en la publicación y distribución de la primera edición clandestina de «La historia me absolverá». Durante la guerra fue auditora del Tercer Frente rebelde. Ha ocupado diversas responsabilidades después del triunfo revolucionario, entre ellas Presidenta del Comité Cubano de Solidaridad con Vietnam y Embajadora en Vietnam y Kampuchea, Heroína de la República de Cuba.

[32] Mario Mencía. “El Grito del Moncada”. Tomo II. P. 515. Editora Política. La Habana. 1986.

[33] Juan Almeida Bosque (1927-2009). Comandante de la Revolución. Se incorpora a la ludia contra Batista después del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 y conoce a Fidel Castro en ¡a Universidad. Integra el destacamento movilizado para el asalto al cuartel Moncada, es hecho prisionero y condenado a prisión. Forma parte del grupo de expedicionarios del «Granma». Participa en numerosos combates en la Sierra. En 1958 es ascendido a comandante y nombrado jefe del Tercer Frente del Ejército Rebelde en el territorio alrededor de Santiago de Cuba, al Este de la Sierra Maestra. Fue miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba desde su creación en 1965 y ha ocupó diversos cargos Fue presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana y Vicepresidente del Consejo de Estado.

[34] Ídem. Pp. 516-517.

[35] Ídem a la anterior.

[36]Ídem a la anterior.

[37] Ídem a la anterior.

[38] Ídem. Pp. 536.

[39] Ídem a la anterior.

[40] Ídem. Pp. 537.

[41] Ídem. Pp. 538.

[42] Ídem a la anterior.

[43] Ídem. Pp. 539.

[44] Ídem a la anterior.

[45] Raúl Gómez García. Nació el 14 de diciembre de 1928 en Guines, La Habana. Participó en el grupo de Abel Santamaría. En las acciones resultó herido. Se dirigió a un empleado del hospital y escribió una nota a sus padres: “Caí preso, tu hijo”. Fue apresado, torturado y asesinado el 26 de julio. En su honor y memoria el 14 de diciembre en Cuba se celebra el Día del Trabajador de la Cultura”.

[46] Ídem. Pp. 539.

[47] Sobre esta cantidad hay varias fuentes que no coinciden en el número. Las hay las que manejan 120, 122, 124 y más. También está un grupo de 10, que en la Granjita Siboney deciden no participar en las acciones.

[48] Raúl no era el jefe del Grupo, sino Léster Rodríguez. Pero en medio de las acciones se produce la confusión y cierta desorganización, por lo que el jefe del grupo entiende que se ha dado la orden de retirada y sale del Palacio. Raúl que no se ha enterado de la orden, sigue combatiendo y asume el mando de los combatientes.

[49] Ramiro Valdés Menéndez. Combatiente revolucionario cubano, Héroe de la República de Cuba y Comandante de la Revolución. Participó en el asalto al cuartel Moncada, expedicionario del yate Granma e integró el Ejército Rebelde en lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba. Fundador del PCC y miembro de su Buró Político. Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, cargo que ocupó hasta el 10 de octubre de 2019. Elegido Vice Primer Ministro de la República de Cuba el 21 de diciembre de 2019 en el IV período ordinario de sesiones correspondiente a la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Hoy mantiene iguales responsabilidades.

[50] José Suárez Blanco. Combatiente del Moncada que perteneció al Movimiento 26 de Julio. Ejemplo genuino de la entrega de la juventud del centenario a la causa de la lucha revolucionaria. Nació el 21 de junio de 1927, en Pinar del Río y murió el 15 de julio de 1991.

[51] Renato Guitart Rosell. Joven revolucionario cubano, mártir del asalto al cuartel Moncada. Nació el 2 de noviembre de 1930 en Santiago de Cuba. Él fue quien elaboró para Fidel los planos del cuartel Moncada y proporcionó datos sobre armas y efectivos.  Renato viajó a La Habana y trajo armas, luego fue la compra de municiones, escopetas y rifles en la casa Ortiz Lloreda, así como de balas calibre 22 en la casa Marcé y el traslado hasta la Granjita Siboney.  Como jefe de la toma de la posta tres, encabezó la vanguardia y dio el grito de “Abran paso al General”, con el cual se introdujo en el cuartel y se enfrentó valientemente al enemigo. En el tiroteo de aquella madrugada del 26 de julio de 1953, Renato Guitart cayó mortalmente herido.

[52] Gildo Miguel Fleitas López. Profesor y oficinista, uno de los mártires del 26 de julio del 1953. Nació el 19 de mayo de 1920, en una pequeña finca próxima a los Cuatro Caminos de Falcón, en El Cano (La Lisa) en La Habana. El 24 de julio de 1953 a la casa fueron llegando compañeros, entre ellos Fidel Castro Ruz, hasta un número de siete. Próximo a las 10 de la noche Gildo salió por última vez de su casa. Cayó heroicamente peleando, en los hechos del Cuartel Moncada, el 26 de julio cuando avanzaba hacia la entrada de la posta para penetrar en la guardia de la soldadesca batistiana y tomar por asalto la segunda fortaleza militar de la dictadura. Con el triunfo de la Revolución se levantó un monumento a la obra por la cual luchó y cayó.

[53] Flores Betancourt Rodríguez. Joven artemiseño. Participó junto con otros jóvenes cubanos en el asalto al Moncada (Posta No.3). Nació el 2 de mayo de 1929.

[54] Carmelo Noa Gil. Mártir revolucionario, participante del asalto al cuartel Moncada. Nació el 16 de julio de 1926 en la Finca San Miguel del barrio de Capellanía, que era un barrio de Ceiba del Agua en Artemisa. El día 24 de julio de 1953, Carmelo solicitó permiso en su trabajo para ausentarse por algunos días con el pretexto de asistir a los carnavales de Santiago, permiso que le fue concedido pues era un empleado eficiente y cumplidor. Se despidió de su familia y partió acompañado de Julito Díaz. De su participación en el asalto se pudo saber por algunos de los sobrevivientes que era de los que iban en la primera máquina que forzó la posta No. 3 y que murió peleando valientemente frente a los soldados de la tiranía. En la relación de los muertos ofrecida en la prensa apareció su nombre y en una foto publicada en la revista Bohemia se le pudo identificar. En el libro registro del Cementerio Santa Ifigenia aparece como muerto por hemorragia abdominal producida por proyectiles de arma de fuego. Sus restos descansan junto con los de otros compañeros en el citado cementerio. Carmelo dejó al morir un hijo. Después del asalto al Moncada, los esbirros Pantoja y Carratalá registraron la finca y encontraron en una cueva las dianas de tiro, cápsulas vacías y los nombres de algunos de los asaltantes al Moncada.

[55] Pedro Marrero Aizpurúa. Asaltante al Cuartel Moncada y héroe de los trabajadores de la alimentación. Trabajó como chofer de la Fábrica de Cerveza Cristal. Nace el 23 de octubre de 1926 en el  barrio Ceiba–Puentes Grandes, en La Habana. Momentos antes del ataque Fidel Castro pidió voluntarios para atacar la posta No. 3. Todos dieron un paso al frente, el líder escoge a varios, entre ellos a Pedro Marrero, que fue designado para manejar el segundo carro donde iba el líder del grupo de jóvenes asaltantes.  En la toma de dicha posta, al tratar de ayudar a su compañero herido José Luis Tassende fue capturado y salvajemente asesinado por esbirros de la dictadura. Actualmente sus restos están enterrados en el Cementerio de Santa Ifigenia, junto a los de un numeroso grupo de asaltantes del Cuartel Moncada.

[56]

[57] Fidel Castro. “Cien Horas con Fidel”. Conversaciones con Ignacio Ramonet. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado La Habana, 2006. P. 75. Primera Edición. (pdf).

[58] Ídem. P.78.

[59] Ídem a la anterior.

[60] Fulgencio Batista Zaldívar. Dictador sanguinario. Protagonizó el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 y gobernó de manera déspota y asesina. Se contabilizaron bajo su dictadura más de 20 mil cubanos muertos por su régimen de oprobio. El 1 de enero, a medianoche, huyó con su familia y varios miembros de su gobierno hacia los Estados Unidos, desfalcando 400 millones de pesos a las arcas del Estado cubano.

[61] Ídem a la anterior.

[62] Ídem a la anterior.

[63] Oscar Alcalde Valís (1923-1993), integrante del grupo de asaltantes al cuartel Moncada, es de los que se interna con Fidel Castro en la cordillera de la Gran Piedra después del asalto. Hecho prisionero, juzgado y condenado a 13 años de prisión. Tras la amnistía a los moncadistas en 1955 partió al exilio. Ocupó importantes responsabilidades después del triunfo revolucionario. Murió en La Habana el 5 de enero de 1993.

[64] Fidel Castro. “Cien Horas con Fidel”. Conversaciones con Ignacio Ramonet. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado La Habana, 2006. P. 78. Primera Edición. (pdf).

[65] Ídem a la anterior.

[66] Ídem a la anterior.

[67] Ídem a la anterior.

[68] Fidel Castro. “Cien Horas con Fidel”. Conversaciones con Ignacio Ramonet. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado La Habana, 2006. P. 79. Primera Edición. (pdf).

[69] Ídem a la anterior.

[70] Ídem a la anterior.

[71] Ídem a la anterior.

[72] Ídem a la anterior.

[73] Ídem a la anterior.

[74] Marta Rojas. “La Generación del Centenario en el Juicio del Moncada”. Editorial de Ciencias Sociales. Ciudad de La Habana. 1979. P. 5.

[75] Ídem. P. 37.

[76] Marta Rojas. “Pequeña gigante. Historia de: la historia me absolverá”. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 2010. P. 14.

[77] Ídem. P. 18.

[78] Ídem. P. 23.

[79] Ídem. P. 23.

[80] Ídem. P. 43.

[81] Ídem. P. 53.

[82] Fidel Castro. La historia me absolverá. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 2007..P.47. PDF.

[83] Ídem. P. 56

[84] Ídem. P. 66

Cuba en Resumen

 

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