Lacalle fracasó en su primer año de gobierno: retroceso en todos los indicadores sociales y económicos – Por Mónica Xavier, especial para NODAL

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Por Mónica Xavier *

Luis Lacalle hijo se enamoró de su imagen omnipresente y se olvidó que tiene que gobernar. Su primer año de gobierno suma: más de 100 mil personas bajo la línea de pobreza, aumento de la indigencia, reducción de salarios y jubilaciones, cercenamiento de recursos para la educación, salud, vivienda e investigación.

El presidente Lacalle ostenta recortes donde debería fortalecer. Desampara sin despeinarse a las clases medias y bajas. El elenco de gobierno deambula en una suerte de show mediático al son de la piratería de logros de las administraciones previas, inoperancia rayana con el ridículo y el despilfarro (fletaron un avión Hércules -adquirido en forma directa al doble de su precio de mercado- para traer un freezer que se compra en cualquier casa de electrodomésticos y en cuotas).

El primer año de gestión de Lacalle hijo no puede mostrar un solo rubro que le permita decir: Uruguay mejoró. Ni uno solo. Todos lo vimos y oímos en su discurso del reciente 2 de marzo en el Legislativo. La puesta en escena habitual llena de pompa y carente de sustancia.

El gobierno de Luis Lacalle hijo desarrolla una estrategia con tres premisas claras. (a) La negación de los avances logrados a lo largo de los gobiernos del Frente Amplio; (b) Un schock de austeridad de cuño neoliberal, que impacta muy fuertemente y negativamente en la población y la potencialidad de desarrollo. (c) Show mediático y control de agenda.

La gestión de la pandemia la hizo “moviendo las perillas” de un país heredado con un sistema de protección social, otro sanitario e infraestructura tecnológica, de vanguardia en la región. ¿Cuál es la virtud que tuvo este gobierno? ¿Negar todos los recursos disponibles? ¿Ser los últimos en empezar a vacunar? ¿Aparecer en cadena un día sí y otro también?

Mediante una ley de urgente consideración (LUC) -buque insignia del gobierno- y el Presupuesto Nacional, el gobierno impuso la mayor parte de su programa. Allí se concentra una concepción de corte neoliberal y un aumento de las medidas represivas.

Los países de la región han anunciado grandes paquetes de medidas fiscales para hacer frente a la emergencia sanitaria y mitigar sus efectos sociales y económicos. Dichas medidas representan considerables esfuerzos fiscales. En promedio, constituyen el 3,9% del PIB de América Latina, si bien los porcentajes de los distintos países se sitúan en un rango entre el 0,7% y el 10%. Las diferentes magnitudes de los esfuerzos fiscales derivan de las características de cada país en lo que respecta al avance de la pandemia, las capacidades de sus sistemas de salud y redes de protección social, la estructura de sus economías y sus capacidades de financiamiento, concluye un reciente informe de CEPAL.

Uruguay es el país que menos invirtió de toda la región. Dos explicaciones. Por un lado el soporte y fortalezas institucionales construidas y legadas por los tres gobiernos del Frente Amplio, no le obligan a la “austera derecha” a invertir de urgencia en infraestructura como sí deben hacerlo otros países. El gobierno no tuvo que salir de apuro ni endeudarse para construir hospitales ni hacer tendidos de conectividad. Entre tantas otras cosas, la red construida permitió y asegura la continuidad de las clases (CEIBAL e IBIRAPITÁ) así como “mantener encendidos los motores de la economía” a un ritmo que pocos países en el mundo pudieron lograr ante esta coyuntura.

Hay sin embargo otro hecho que hace que nuestro país esté en el fondo de la tabla en inversión para mitigar los tremendos efectos de la crisis que provoca la pandemia: el gobierno de Luis Lacalle hijo prioriza las cuentas fiscales por sobre las necesidades de la gente.

Es terrible por injustificable que un gobierno que tiene las condiciones para ayudar a su pueblo opte por no hacerlo. El gobierno del presidente Lacalle podría evitar esta condena a los más vulnerables y a la clase media. Deben trabajar más y tener mayor sensibilidad. Deben mirar a la gente y no solo hacerlo por televisión o a través de producciones “pseudo espontáneas”, que no se las cree ni el más cándido y fiel de sus acólitos.
La última vez que gobernó una coalición de derecha nos dejó un país hipotecado, un aparato productivo quebrado, un sistema financiero insolvente, un sistema sanitario desahuciado y un 40%de pobreza. Si la actual Pandemia hubiese sido en el 2005 el panorama sería desolador. El presidente Lacalle perdió la enorme oportunidad de agradecer en su discurso de primer año de gobierno las fortalezas estructurales heredadas. No lo hizo.

A este ritmo lamentablemente la historia de los gobiernos de derecha volverá a repetirse de forma inexorable.-

* Senadora (2000-2020) y presidenta del Frente Amplio (2012-2015)


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