Argentina | Cárceles y pandemia – Por Adolfo Pérez Esquivel

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Por Adolfo Pérez Esquivel *

Hay sectores de la sociedad que levantan su voz y critican las medidas del gobierno de descomprimir las cárceles frente a la pandemia del coronavirus, acusan al gobierno de tomar medidas de liberar delincuentes y violar los derechos de las víctimas.

Es necesario aclarar que es el poder judicial quien determina la situación de los presos.

El Comité contra la Tortura de la Comision por la Memoria (CPM) desde hace años viene reclamando a los gobiernos la reforma urgente del sistema carcelario, hoy colapsado, con edificios vetustos que se encuentran en deplorables condiciones, y la superpoblación carcelaria, hacinamiento extremo, práctica sistemática de la tortura, corrupción estructural y un con el sistema sanitario deficiente que no puede dar respuestas mínimas de atención.

La CPM monitorea las cárceles de la Provincia de Buenos Aires y en sus informes ha señalado que las prisiones no son centros de recuperación de los internos, son depósitos humanos donde conviven en las peores condiciones y la mayoría terminan enfermos y con problemas sanitarios y mentales, sometidos a la violencia del personal penitenciario y de los mismos internos. Allí la gente bajo cuidado del estado muere también de enfermedades curables como VIH, TBC, neumonías o diabetes que no se atienden.

No voy a profundizar las condiciones carcelarias, es la justicia la que determina las condenas y los grados de responsabilidad del delito de acuerdo a las leyes vigentes. Pero la justicia no es justa, más de la mitad de los detenidos esta en las cárceles en prisión preventiva, es decir siendo inocentes y muchos no tienen un juicio con las garantías constitucionales vigentes.

Si quiero señalar que los presos son seres humanos y es responsabilidad del Estado tratarlos con humanidad y responsabilidad. Solo pierden derecho a la libertad, pero deben garantizarse todos los demás derechos (salud, educación, trabajo, vivienda digna, etc.). Las cárceles no pueden seguir siendo depósitos humanos.

El país y el mundo están viviendo momentos inéditos y dolorosos como es la Pandemia del Coronavirus que ha provocado muertes y su rápida expansión en la población. Basta tener presente la grave situación en países con muchísimos más recursos que el nuestro, las muertes e infestados con las consecuencias en la vida y desarrollo de los pueblos.

No existe hasta el momento vacunas o antídotos para detener la enfermedad, pero hay que enfrentarla con los conocimientos y recursos disponibles y la voluntad y solidaridad de los médicos/as y personal sanitario que arriesgando sus propias vidas están al servicio del pueblo.

El gobierno argentino ha logrado aplicar medidas sanitarias preventivas, como la cuarentena y control social en el país, para contener y retrasar la expansión de la epidemia y tiene en cuenta lo que puede ocurrir sin los medios sanitarios adecuados y de seguridad para impedir su propagación, y las posibles muertes e infectados si se desata el coronavirus en las prisiones.

No se trata de liberar a los presos/as, los jueces y el Poder Judicial tienen que determinar quienes pueden tener detención domiciliaria y control social y quiénes no, de acuerdo a la gravedad de sus delitos, edad, enfermedades y lo que los jueces determinen

Hay mujeres que viven con sus hijos/as en la prisión cumpliendo condena y es necesario preservar la vida y salud de la madre y sus hijos/as. También mujeres embarazadas y personas trans muy vulnerables.

Hay que clarificar e informar que grupos opositores interesados han desatado una campaña contra el gobierno y algunos organismos de DDHH, diciendo que está liberando a presos peligrosos. El presidente de la Nación, como el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, han negado esas acusaciones y señalado que es el Poder Judicial quien ha de determinar la situación de los presos.

Sería conveniente que vean el llamado de la CIDH recomendando a los Estados que integran el sistema regional de DDHH adoptar un conjunto de medidas para enfrentar el hacinamiento de las unidades carcelarias, analizando la posibilidad de que para las personas en grupo de riesgo (enfermos graves, mayores de 65 años, mujeres con sus hijos, embarazadas, personas trans) y próximas a recobrar su libertad, se evalúen medidas alternativas a la detención en cárceles.

En estos difíciles y graves momentos que vive el mundo es necesario actuar con serenidad y humanidad, nadie se salva solo, todos debemos sumar esfuerzos para salvarnos en todos /as.

* Premio Nobel de la Paz 1980


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