Argentina bicontinental y oceánica – Por Sandra Pitta
Por Sandra Pitta *
La política exterior está vinculada de manera inescindible al espacio vital del Estado. La geografía de un país es un factor determinante en la construcción de su identidad y en la construcción de su proyección al mundo.
En ese marco se impone pensar a la Argentina como país bicontinental. Su territorio ocupa parte de América y también una porción de la Antártida. Está situada en el extremo meridional de América del Sur y se extiende hasta el polo sur en el continente antártico.
En línea coherente con ello el Senado de la Nación Argentina, sancionó la Ley 26.651 (con fecha 20/10/10); que establece la obligatoriedad de utilizar en todos los niveles y modalidades del sistema educativo y su exhibición pública en todos los organismos nacionales y provinciales, el mapa bicontinental de la República Argentina. De este modo, los mapas elaborados por el Instituto Geográfico Nacional muestran a la Antártida Argentina en su real proporción con relación al sector continental e insular.
Una verdadera concientización de la Argentina en términos geográficos implica también evidenciar la inmensidad de su litoral marítimo. El litoral marítimo argentino mide4.725 km y la longitud de la costa de Antártida Argentina e islas australes: 11.235 km (Fuente IGN).
La Argentina posee también las bocas orientales de 3 pasajes bioceánicos estratégicos: el Estrecho de Magallanes, el Canal de Beagle y el Pasaje Drake.
La identidad de ser un país bicontinental nos marca algunos ejes claros de la política exterior argentina: la integración y complementariedad con los países de la región sudamericana, una fuerte presencia antártica que impulse una relación estratégica con países que comparten intereses antárticos y la consolidación de una agenda externa que tome en cuenta su gran potencial marítimo (en materia de biodiversidad, preservación del medio marino, recursos naturales, energía y vías de navegación, entre otros).
Una política coordinada para el mar
Resulta claro que el desarrollo de una política exterior que tenga en cuenta los temas inherentes al mar no podrá desarrollarse en forma aislada al desarrollo de la política nacional en la materia.
Hoy más que nunca sabemos que un abordaje sistémico de los espacios marítimos, insulares y antárticos debe formar parte de la agenda de desarrollo nacional
El mar argentino constituye uno de los recursos naturales más significativos de nuestro país. Es un gran proveedor de alimentos, de puestos de trabajos asociados y posee un gran potencial hidrocarburífero. Asimismo, la productividad primaria de los espacios marítimos argentinos cumple un papel destacado en la captación del dióxido de carbono atmosférico, factor clave en el combate al Cambio Climático. Particularmente la plataforma continental patagónica y el talud, absorben grandes cantidades de dióxido de carbono atmosférico y contribuyen a mitigar los efectos del calentamiento global. El mar también es un elemento clave del comercio exterior, casi el 80 por ciento de nuestras exportaciones se transporta por vía marítima.
Toda esa riqueza requiere de políticas nacionales sustentables.
La preservación de los océanos debe ser una prioridad nacional e internacional sobre la base de la Agenda 2030 de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas. En ese marco la Argentina posee un Sistema Nacional de Áreas Marinas Protegidas (ley 27037/2014, complementada por ley 27490/2019).
El establecimiento de áreas marinas protegidas, de una amplia zona de veda pesquera, el Plan de Acción Nacional para Prevenir, Desalentar y Eliminar la Pesca Ilegal, no declarada y no reglamentada, el régimen de administración por cuotas Individuales transferibles de captura (CITC)y la aplicación de un enfoque ecosistémico en la pesca y la exploración y explotación sustentables de recursos no renovables, son algunos de los pilares de la política nacional de protección de nuestros recursos marítimos.
Una clara política de estado ha sido la creación y trabajo sostenido de la COPLA (Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental), creada por ley 24815 de 1997. La COPLA elaboró la presentación final del límite exterior de la plataforma continental argentina antela Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC) en Naciones Unidas. LA CLPC adoptó por consenso las Recomendaciones sobre la presentación argentina realizada el 21 de abril de 2009 (a excepción de aquellas zonas sujetas a una disputa de soberanía con el Reino Unido, así como el sector que está regido por el Tratado Antártico).Consecuentemente con el trabajo desarrollado, el Poder Ejecutivo ha anunciado la presentación de un proyecto de ley sobre la demarcación del límite exterior de la plataforma continental argentina que contribuirá a consolidar los derechos de soberanía sobre los recursos del lecho y subsuelo del mar.
Asimismo, es clave desarrollar la investigación científica marina. En este ámbito la iniciativa “Pampa Azul”, ha sido una política acertada para coordinar todas las áreas del sector público vinculadas con el mar a fin de lograr un mayor conocimiento de los ecosistemas del Atlántico Sur, proteger y conservar el océano y gestionar mejor sus recursos naturales.
Otro desarrollo trascendente es el sistema satelital SAOCOM que brinda una valiosa fuente de información sobre las zonas costeras y el océano.
La agenda marítima en la política exterior
Teniendo como norte la protección de los océanos y sus recursos, la Argentina ha seguido una fiel tradición de participación activa y consistente en los foros internacionales del derecho internacional del mar, principalmente en el ámbito de las Naciones Unidas. El inmenso litoral marítimo y una política nacional eficiente sustenta una participación activa en las discusiones internacionales actuales de mayor incidencia en cuestiones marítimas: la Conferencia de seguimiento del Objetivo 14 de Desarrollo Sostenible referido a los Océanos de Naciones Unidas, el desarrollo de un nuevo acuerdo para la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica en zonas más allá de la jurisdicción nacional, la Convención sobre Diversidad Biológica (CBD),la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de Paris.
Asimismo, cobra relevancia la participación de la Argentina en la Organización Marítima Internacional, organismo especializado de las Naciones Unidas que trabaja en temas centrales como la seguridad de la vida humana, la contaminación marina, la formación y titulación de la gente de mar y la búsqueda y rescate de las personas en peligro en el mar. La Argentina forma parte del Consejo de la OMI y realiza un trabajo coordinado desde la Cancillería con otros organismos del Estado, principalmente la Armada, la Prefectura y el Ministerio de Transporte. La Argentina es un actor muy relevante en el Comité de Pesca de la FAO y en el seno de la Comisión Ballenera Internacional.
Más allá de los foros internacionales, la riqueza marítima argentina es un presupuesto estratégico para la cooperación bilateral.
Uno de los campos más fértiles para la cooperación es la investigación científica marina. Ciertamente la inmensidad oceánica de nuestro país, nos impone la necesidad de desarrollar la investigación marina para un mejor conocimiento, aprovechamiento y conservación de nuestros recursos naturales
La investigación científica en el mar requiere del empleo de buques de investigación con adecuada infraestructura de laboratorios interdisciplinarios y capacidades de exploración y permanencia en el medio marino, para alcanzar distancias lejanas y operar por largos períodos de tiempo. Las limitaciones presupuestarias en nuestro país hacen difícil alcanzar esos medios. Si bien la investigación biológica no requiere presupuestos tan altos (se puede realizar en zonas más cercanas y más superficiales) es prioritario avanzar en la ciencia de la oceanografía tanto física, química como geológica. En este contexto, es central la cooperación internacional.
Una política activa en este campo podría estimular acuerdos internacionales con los países que suelen realizar campañas de investigación oceanográfica en nuestra zona económica exclusiva (EEUU, Rusia, Alemania y España), a fin de desarrollar planes conjuntos de investigación. Hasta ahora sube un observador nacional a bordo del buque extranjero, pero desarrollar una campaña conjunta que pueda estar alineada con nuestras prioridades y necesidades presenta mayores beneficios para nuestro país. De este modo podría alcanzarse una cooperación estratégica. Argentina posee naturalmente el objeto de estudio, su mar, por otro lado los países con infraestructura podrían aportar sus buques y tener un involucramiento presupuestario.
Independientemente de las posibilidades de cooperación con EEUU y con países europeos, no puede soslayarse la integración regional también en el mar. La coordinación con Uruguay, con Brasil y con Chile es la agenda prioritaria a desarrollar.
La cooperación en el Atlántico Sur
Es natural pensar en una agenda común en temas marítimos entre Argentina y Brasil. Ambos países tienen la potencialidad de generar un fuerte esquema de cooperación en conservación de recursos, protección del medio ambiente e investigación científica. Brasil presta especial atención a la seguridad de las líneas de comunicación marítimas y su impacto en el transporte marítimo de sus importaciones y exportaciones. Toda estrategia exportadora de Brasil y Argentina no puede desconocer el interés por la seguridad marítima. Asimismo, resulta prioritario avanzar en la concertación de un mecanismo de cooperación para la conservación y protección del medio marino. Este esquema debiera incluir a Uruguay.
Con Uruguay ya tenemos una experiencia ganada en la administración de recursos ictícolas en el frente marítimo del Río de la Plata, pero es necesario ir más allá y generar un diálogo sobre preservación del medio marino y lucha contra la pesca ilegal.
Del otro lado del Atlántico un aliado estratégico: Sudáfrica. Brasil ya dio pasos firmes para consolidar su acercamiento. En junio de 2003, a través de la Declaración de Brasilia se creó el Foro de Diálogo entre India, Brasil y Sudáfrica. Y por su puesto el esquema BRICS (Brasil, Rusia, India China y Sudáfrica), el grupo de los considerados países más adelantados entre los Estados con economías emergentes.
Además de un esquema de concertación bilateral con Sudáfrica en temas de mar (algunos avances ya se han dado en ese sentido) se está trabajando en reanudar las Reuniones Ministeriales de la ZPCAS (Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur). Este esquema fue creado en 1986 bajo iniciativa de Brasil mediante una resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas y tiene como fin promover la cooperación regional y el mantenimiento de la Paz y Seguridad en la Región y prevención geográfica de la proliferación de armas nucleares. En ese esquema además de la Argentina, Brasil, Uruguay y Sudáfrica participan todos los países africanos ribereños del Atlántico Sur (20 países más).Este ha sido un foro de gran interés para la Argentina, donde ha impulsado temas como la adopción de medidas contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, las operaciones de mantenimiento de la paz y ha recibido el apoyo tenido gran relevancia el apoyo a la posición argentina respecto de la preocupación de la militarización del Atlántico Sur por parte del Reino Unido.
La cooperación austral
La integración marítima austral con Chile es otro capítulo esencial de la agenda externa argentina. El predominio de la lógica de integración supone potenciar las perspectivas de cooperación, tanto en el plano tecnológico, energético, ambiental y económico, de manera que los distintos actores estatales y privados se involucren en una sinergia de cooperación susceptible de potenciar el desarrollo de la región. Los campos de cooperación científica son amplios: preservación de la biodiversidad, prospección geológica, cambio climático en el mar, oceanografía física y biológica y manejo de costas y reservas naturales, entre otros. Esta visión se ha plasmado en la Comisión Bilateral Argentina Chile de Cooperación en investigación Científica Marina Austral, en el marco de la cual se ha fijado una agenda de interés bilateral y se ha llevado a cabo un crucero conjunto de investigación el Canal Beagle.
A partir del establecimiento del área marina protegida Yaganes, en Argentina y la creación del Parque Marino Islas Diego Ramírez Paso Drake en Chile más oportunidades de investigación y cooperación bilateral son posibles.
La Antártida Argentina. Componente central de la política nacional y herramienta eficiente de la política exterior
Desde la inauguración de la primera estación científica (Base Orcadas) en la Isla Laurie, Archipiélago de las Orcadas del Sur, el 22 de febrero de 1904, nuestro país tiene presencia permanente e ininterrumpida en la Antártida, siendo la presencia continua más antigua en dicho continente. Contamos con seis bases permanentes (Carlini, Orcadas, Esperanza, Marambio, San Martín y Belgrano II) y siete bases temporarias (Brown, Primavera, Decepción, Melchior, Matienzo, Cámara y Petrel).
En lo que respecta a su presencia en la Antártida puede afirmarse sin dudas que la Argentina ha mantenido una política de Estado tanto en su faz interna como externa. Sus ejes han sido el afianzamiento de sus derechos soberanos y el respeto y fortalecimiento del Sistema Antártico en lo que respecta a la protección del medio ambiente antártico y sus ecosistemas dependientes y asociados, la conservación de los recursos pesqueros y la preservación de los recursos minerales. Sus herramientas han sido: la investigación científica, el establecimiento y mantenimiento de sus bases. En lo que respecta a su faz externa la principal herramienta ha sido una diplomacia profesional especializada. De ese modo, nuestro país ha desarrollado una participación protagónica en la configuración de los diversos instrumentos jurídicos del Sistema Antártico.
Este sin dudas es un ámbito donde la Argentina puede tener un rol protagónico en la esfera internacional. La Argentina en su condición de parte consultiva del Tratado Antártico participa en la adopción de las decisiones que se toman en ese marco. Asimismo, nuestro país en forma coherente con su política antártica ha conseguido ser sede de la Secretaría del Tratado Antártico.
La Argentina tiene también un rol destacado en la ciencia antártica, ello representa una potencialidad inmensa de cooperación internacional con todos los países que poseen intereses afines. La actividad científica que lleva adelante el Instituto Antártico Argentino, es central en nuestra política antártica. Realiza una contribución científica de altísimo nivel y es una de las herramientas más prolíferas de interrelación con otras organizaciones de ciencia antártica del mundo.
Fiel a su identidad de país bicontinental la Argentina mantiene una relación especial con los países de la región también en temas antárticos. En esa línea se han generado esquemas regionales como la Reunión de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos (RAPAL), en la que participan Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú, Uruguay.
Un lugar privilegiado tiene la cooperación antártica con Chile.
La Región de Magallanes junto con la Provincia de Tierra del Fuego comparte la condición de ser puente de ingreso a la Antártida. Por su proximidad e intenso tránsito es conveniente que las mismas puedan trabajar en forma complementaria, ya que la demanda de programas antárticos nacionales y operadores privados es creciente y ofrece un interesante mercado, recíprocamente conveniente para el desarrollo de ambas regiones.
Un concreto y efectivo marco para la cooperación bilateral antártica es el Comité ad-hoc para reflexionar y promover posiciones conjuntas en los diferentes foros y regímenes del referido Sistema Antártico creado en 2012.
Asimismo a través de la Patrulla Antártica Naval Combinada, ambos países coordinan sus esfuerzos en sus áreas antárticas de responsabilidad SAR (Search and Rescue-Búsqueda y Salvamento), establecidas a partir del “Convenio Internacional sobre Búsqueda y Salvamento Marítimo” del año 1979 (Convenio SAR).
Una política oceánica para Malvinas
La concepción de la Argentina como país bicontinental implica tomar conciencia de todos sus espacios terrestres, insulares y marítimos. En ese marco tienen un lugar especial las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y sus espacios marítimos circundantes.
Una fuerte política exterior en el Atlántico Sur debe generar vinculaciones estratégicas de cooperación, principalmente con países de la región pero también con otros países con intereses afines, y producir como resultado que los socios perciban sus propios beneficios de pertenencia en esa asociación y den su apoyo a la Cuestión Malvinas como parte de la misma lógica de cooperación.
El apoyo de Brasil, Uruguay y Chile son claves para evitar el afianzamiento de la presencia militar británica y la explotación de recursos no renovables en las Islas. Una agenda de cooperación en el Atlántico Sur debe incluir también el abordaje de los temas de preocupación respecto de las Islas Malvinas (la preservación del medio marino, la explotación de recursos naturales, la pesca ilegal).
Con chile la inclusión de la problemática derivada de la disputa de soberanía con el Reino Unido cobra especial interés. La relación histórica de la Región de Magallanes con las Islas Malvinas justifica esa afirmación. Frecuentemente se verifican contactos científicos, económicos, educativos, etc., orquestados tanto por la Embajada británica en Chile como por las ilegítimas autoridades de las Malvinas con autoridades locales de la Región Magallánica que muchas veces despiertan un vivo interés en la zona.
Es importante llevar a cabo acciones de cooperación e integración que redunden en beneficios concretos para la Región Magallánica, de modo que el apoyo a los intereses argentinos sea parte de una sociedad estratégica.
En ese contexto, resulta conveniente desarrollar una política activa para generar un campo de cooperación y vinculación estratégicos entre la región patagónica argentina y la chilena de modo que el rechazo a los intentos de acercamientos británicos y del ilegítimo gobierno de las Islas resulte natural, obvio e incuestionable.
Conclusiones
La complejidad de las relaciones internacionales en el siglo XXI nos exhorta a desarrollar una política exterior que tenga en cuenta la identidad bicontinental y oceánica de la República Argentina. Tenemos que mirar el mapa de manera diferente. Nuestros ojos políticos deben ver más allá de la clásica mirada al territorio continental. Es ineludible desarrollar una política exterior que de un rol protagónico al inmenso litoral marítimo argentino, a su extensa plataforma continental, a sus espacios insulares y a su Sector Antártico. Nuestra vocación es ser una potencia marítima.
El mar argentino es fuente de una gran biodiversidad, de recursos renovables y no renovables, es una vía de navegación estratégica, clave para nuestro comercio exterior y realiza un gran aporte en el equilibrio de la atmósfera. Es parte de nuestros intereses nacionales y vitales. El extenso litoral marítimo y la presencia activa en la Antártida representan condiciones ideales para generar políticas de cooperación y complementariedad con países que poseen intereses comunes. Y en ese acercamiento podemos desplegar un rol realmente protagónico. El Estado Nacional tiene la responsabilidad de llevar adelante una política de estado en forma integrada y sistémica en relación con sus espacios marítimos y con el Sector Antártico Argentino. La Argentina está llamada a dar continuidad y profundizar su participación en la Antártida, ello deberá traducirse en el desarrollo de una logística patagónica, el fortalecimiento de su presencia en el continente antártico, en su influencia en los foros antárticos y en el desarrollo de la ciencia.
En esa política de estado es crucial concebir a la Cuestión de las Islas Malvinas como parte de su política oceánica y antártica. En ese marco, la consolidación de asociaciones oceánicas y antárticas estratégicas con países de intereses comunes contribuirá a afianzar el apoyo internacional a los derechos soberanos argentinos sobre las Islas Malvinas.
Nuestro presente y futuro es una Argentina bicontinental y oceánica.
* Diplomática. Directora Nacional de Malvinas e Islas del Atlántico Sur del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
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