En la universidad latinoamericana, el ajuste viene de la mano de la privatización – Por Constanza Bonsignore

Foto: Página 12
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América Latina y Asia meridional son las regiones más privatizadas del mundo en materia universitaria. Se trata de un proceso de privatización que incluye, por un lado, un incremento sostenido de la matrícula estudiantil, la multiplicación de las instituciones educativas y el crecimiento y diversificación de carreras, niveles y títulos, y por otro lado, una regresión en el financiamiento público.

Así lo revela el informe «Formas de privatización y mercantilización de la educación superior y el conocimiento en América Latina», elaborado por el Instituto de Estudios y Capacitación de Conadu.

El trabajo, que fue presentado en el marco del Primer Congreso Internacional “La Universidad como Derecho. Perspectivas desde el Sur”, que organizó la federación docente Conadu esta semana, es resultado de un proyecto de investigación en curso que coordina la Internacional de la Educación (IE), que tiene como objetivo aportar al debate público sobre el avance de los procesos de privatización y mercantilización de la universidad en la región.

«A nivel regional lo que aparece en este estudio es que efectivamente los procesos de privatización de la universidad para toda América Latina son un tema de enorme relevancia. Según los datos de la Unesco, América Latina es una de las regiones más privatizadas del mundo», dijo Fernanda Saforcada, coordinadora del estudio, en diálogo con PáginaI12.

La investigación aborda un análisis de las tendencias regionales y el estudio de cuatro casos: Argentina, Chile, Perú y República Dominicana.

Las autoras, Saforcada, Daniela Atairo, Lucía Trotta y Aldana Rodríguez Golisano, señalan que «los sistemas universitarios latinoamericanos son el territorio en el que vienen desplegándose disputas sustantivas por el sentido de la educación y del conocimiento. Son las disputas en torno a si la educación es un derecho o un servicio, y si el conocimiento es un bien común o una mercancía, un commodity».

En ese sentido plantean cuatro cuestiones centrales para pensar las tendencias regionales.

En primer lugar, se refieren a la híper privatización de la universidad: «América Latina se distingue por tener un 55 por ciento de su matrícula en el sector privado, mientras Europa tiene un 13 por ciento, Asia Pacífico un 36 por ciento y América del Norte un 28 por ciento». Esto -según señalan- «implica que el sector privado comprende una cantidad de estudiantes mayor que el sector público, y que 2 de cada 3 universidades en la región son privadas».

El incremento de la demanda en educación superior y la reducción de los presupuestos para la educación pública es otra de las tendencias que resaltan en el informe. «El principal factor de expansión de la privatización surge de la conjunción del incremento de la demanda y la reducción de los recursos», destacan las autoras.

«Se ha triplicado la matrícula desde los 90 para aquí y esta expansión ocurrió en un contexto neoliberal que implicó un desfinanciamiento del sector público, lo que hace que una parte sustantiva de esa demanda se derive hacia el sector privado de mediano o bajo costo», indicó Saforcada, quien advirtió que «las universidades públicas deben autofinanciarse a través de aranceles a estudiantes de pregrado y posgrado, y la venta de servicios».

El borramiento de las distinciones entre lo público y lo privado aparece como otra tendencia que tiene una dimensión material —que en la práctica permite el desvío de recursos públicos al sector privado—, y otra dimensión simbólica, que desplaza la vara a lo “comercial/no comercial” o de “calidad/no calidad».

Por último, las autoras hacen hincapié en la incidencia del sector universitario privado en lo público, es decir el incremento de la capacidad de incidencia directa de las universidades privadas en ámbitos de política pública.

«La relación entre actores protagónicos de las universidades privadas y el poder político es notoria. En algunos países se dan lazos de ciertas universidades privadas y ciertos actores del poder político. Universidades privadas que forman a quienes luego ocupan cargos de alto rango, generando vasos comunicantes con los gobiernos que les garantizan capacidad de lobby», señaló Saforcada.

Para el caso argentino, las autoras destacan que es uno de los países de Latinoamérica que se sitúan dentro de los sistemas más orientados a lo público. «Durante los gobiernos kirchneristas se produjo una expansión del subsistema universitario, motorizado por la creación de una nueva ola de universidades estatales y acompañado por el incremento de instituciones de carácter privado», señalan.

«Sin embargo –advirtió Saforcada–, las universidades públicas fueron tremendamente golpeadas en los últimos cuatro años de gobierno macrista por las distintas formas que asumió el desfinanciamiento pero también por otras formas de incidir en las universidades.»

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