La política de los hombres – Por Carmen Quintela

692

Las mujeres vuelven a ser minoría. A pesar de representar a más de la mitad de la población en Guatemala, las candidatas rondan los porcentajes mínimos en los listados de los partidos. Menos del 30% en las diputaciones, 10% en los presidenciables, 30% en los vicepresidenciables, apenas un 6% en las alcaldías.

La explicación de los partidos es casi unánime. Las mujeres no quieren participar. Por falta de confianza en sí mismas, por una insuficiente preparación, o por tener trabajo en casa que nadie más va a hacer.

Así lo planteó el Movimiento Semilla al inicio de la campaña. La fotografía con la que el partido presentó a sus candidatos a alcalde para la municipalidad de Guatemala no pasó desapercibida. Once personas, vestidas de un blanco impoluto, posaban con sonrisa entusiasta. En el equipo, una sola mujer. Los cuestionamientos no tardaron. Se esperaba que uno de los partidos más progresistas y jóvenes de estas elecciones manejara unas listas con mayor representación de mujeres.

Ana Ethel Samayoa, candidata a diputada del partido por el distrito central —en su foto de equipo aparece ella, otra mujer y seis candidatos hombres—,  explicó en su cuenta de Twitter: “Puedo dar fe que se hizo de todo para que más mujeres participaran. Se movió la fecha límite y se hicieron convocatorias extraordinarias buscando que se involucraran más mujeres. Desafortunadamente, muy pocas mostraron interés y otras desistieron luego del proceso”.

Por supuesto, el caso de Movimiento Semilla no es el único. Incluso este año, en una de las elecciones más inusuales, con dos candidatas a presidenta, la paridad no consigue cumplirse.

La posible solución, un sistema de cuotas que obligara a los partidos a incluirlas en sus listados, no convence a la mayoría de organizaciones políticas.

Las pocas mujeres

Hasta ahora, la única manera de conocer quiénes son las personas que se postulan a cargos de elección popular —más allá de listados puntuales que han compartido unos pocos partidos políticos— es esta página del Tribunal Supremo Electoral (TSE). En ella, cada día, el órgano electoral vuelca de manera desordenada cientos de resoluciones de inscripción de candidatos, escaneadas en PDF difíciles de manejar.

En Agencia Ocote analizamos las candidaturas de los partidos para hacer un análisis de la representación de mujeres. Para ello, se tomaron en cuenta las resoluciones con fecha del 27 de enero al 10 de abril de 2019. Se revisaron y sistematizaron 2,034 documentos. Es una muestra amplia, de las casi 5 mil resoluciones que actualmente están en la página del TSE.

Empezamos por las elecciones presidenciales. El Registro de Ciudadanos del órgano electoral recibió 25 solicitudes de inscripción de candidatos. Por ahora, 20 están en firme. La de José Mauricio Radford Hernández, del partido Fuerza, fue rechazada por no contar con su finiquito; la de Carlos Rafael Cerezo Blandón, por postularse sin partido; la de Zury Maité Ríos Sosa, de Valor, por la prohibición constitucional de que los parientes de jefes de golpes de Estado tienen para participar al cargo; y la de Thelma Esperanza Aldana Hernández fue rechazada por el pleno de magistrados después de que la Contraloría General de Cuentas anulara su finiquito.  AdemásMario Amílcar Estrada Orellana, candidato presidencial de Unión del Cambio Nacional (UCN), fue capturado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos el 17 de abril, por financiamiento al narcotráfico.

De estas 20 candidaturas, solo dos están lideradas por una mujer. Sandra Julieta Torres Casanova, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y Thelma Cabrera Pérez de Sánchez, del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP).

En estas elecciones, seis candidaturas proponen a una mujer vicepresidenta. El resto, 12 binomios presidenciales, están conformados por dos hombres. Ninguno por dos mujeres.

Tras los binomios presidenciales

En las candidaturas para integrar el Congreso de la República, el porcentaje de mujeres es del 27.7%. Según resoluciones del TSE hasta el 10 de abril, se habían inscrito 840 candidatos a diputado y 322 candidatas a diputada.

Vamos tenía a inicios de abril 22 planillas en firme, con 149 candidatos: 113 hombres y 36 mujeres (24.2%). UNE tenía confirmadas a principios de mes 18 planillas con 115 candidaturas, 80 hombres y 35 mujeres (30.4%). Todos, 20 listados, con 100 candidatos: 75 hombres, 25 mujeres (el 25%).

Mujeres detrás de la curul

En los listados para corporaciones municipales, el porcentaje es todavía menor. El 6% de candidatos a alcalde son mujeres. Al 10 de abril, solo 123 mujeres se habían postulado a la alcaldía, contra 1,927 hombres.

Pocas candidatas a alcaldesa

La mayoría de candidatos a alcalde inscritos en el TSE —según las resoluciones al 10 de abril de 2019— son hombres. Hay partidos que a esa fecha no registraban ninguna candidata a alcaldesa o apenas una, dos o tres.

Algunos partidos apenas contaban con una o incluso ninguna candidata inscrita: Partido Productividad y Trabajo (PPT) (0), Avanza (0), URNG (1), Prosperidad Ciudadana (1), Partido Unionista (1), Encuentro por Guatemala (1), Movimiento Semilla (1), Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) (1) y Convergencia (1).

Lo mismo sucede con todos los comités cívicos electorales. Setenta y ocho comités postularon 88 listados de candidatos. Ninguna mujer encabezó alguna de estas listas. Todos los candidatos a alcalde son hombres.

Otros partidos apenas incluyeron unas pocas candidatas a alcaldesa en sus listados. Como Compromiso Renovación y Orden (Creo), con 69 candidatos hombres y dos mujeres; Unión del Cambio Nacional (UCN), con 121 hombres y cuatro mujeres; o Todos, con 110 hombres y cuatro mujeres.

El partido con más candidatas a alcaldesa es la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), con 15 mujeres que encabezan listados. Sin embargo, el porcentaje total de mujeres no es mayor que en otras organizaciones. Apenas representa el 5.86%. Vamos cuenta con 14 candidatas a alcaldesa, que representan el 7.73% del total.

En porcentaje, Winaq es el que juega con mayor participación de mujeres. Hasta el 10 de abril contaba con nueve candidatas de un total de 38: el 23.68 por ciento.

Alcaldías y diputaciones: las mujeres en segundo lugar

En las candidaturas para corporaciones municipales, las mujeres todavía no encabezan listados. Al 5 de abril de 2019, el 96% de los candidatos a alcalde son hombres.

El porcentaje de candidatas a diputada es mayor, aunque aún está muy por debajo del de hombres: solo el 27.7 por ciento de las personas que optan a una curul son mujeres.

Todavía no se alcanza la paridad, pero sí es cierto que en algunos listados hay más candidatas mujeres que en el anterior proceso electoral, en 2015. Aunque los datos que se manejan aquí aún no son definitivos en las candidaturas de diputaciones y alcaldías, puede hacerse una primera comparación con los de cuatro años atrás.

El número de candidatas a presidenta quedó igual. Torres y Ríos fueron candidatas por Unidad Nacional de la Esperanza y Visión con Valores en 2015. Este año, las dos candidatas mujeres son Torres y Cabrera..

En el caso de candidatas a diputada. Según el informe de observación electoral del Mirador Electoral, en 2015 se inscribieron 1,810 personas, de las que 496 —el 27.4%— fueron mujeres. Hasta el 10 de abril de 2019, había 1,162 candidatos inscritos, de los que 322 —el 27.7%— eran mujeres. Un aumento de 0.3%.

Los listados como techo de cristal

La mayoría de partidos consultados coinciden en la necesidad no solo de incluir mujeres en los listados de candidatos, sino en hacerlo también en los primeros puestos. Cuanto más arriba esté una persona en las listas, más posibilidades tendrá de integrar corporaciones municipales y de formar parte del Congreso de la República.

Por ejemplo, un partido con diez aspirantes a diputado distrital, incluye a cinco mujeres en su listado, pero lo hace en los últimos cinco lugares. En la candidatura podría decirse que existe paridad: hay el mismo número de candidatos hombres que mujeres. Sin embargo, si este partido obtiene los votos justos para lograr cinco diputados por ese distrito, las cinco personas que entren en el Congreso serán los primeros lugares: todos hombres.

A pesar de que las mismas organizaciones políticas hablan de la necesidad de no dejar a las mujeres en último lugar, no todos lo aplican. Según el informe del Mirador Electoral, en 2015, de las 496 mujeres inscritas como candidatas a diputada, solo 187 —el 38%— estuvieron entre los tres primeros puestos. Esto, explica el informe, es un indicador de que la mayoría de mujeres fueron postuladas como relleno en las listas, al tener pocas o nulas oportunidades de ser electas.

Este año, de las 322 mujeres inscritas como candidatas a diputada al 10 de abril, solo 118 van en los primeros tres lugares. El porcentaje, por ahora, es incluso menor que hace cuatro años: el 36.65%.

La tendencia del número de candidatos hombres y mujeres conforme van bajando los puestos del listado es inversa. La cantidad de hombres disminuye a medida que la candidatura se aleja de la primera casilla, mientras que la de mujeres aumenta, como puede verse en esta gráfica.

Las posiciones en los listados

Primeras casillas para los hombres

En los listados de candidatos a diputados del Congreso de la República, la mayoría de las primeras casillas son ocupadas por hombres.
El número de mujeres aumenta en las segundas, terceras y cuartas casillas, mientras que el de los hombres disminuye.

Si se cruzan los datos de la cantidad de mujeres con las posiciones en los listados, se obtiene información bastante reveladora. Por ejemplo, en el partido Convergencia, aparentemente, las mujeres tienen una cuota de participación de mujeres más elevada que en otras organizaciones: el 43.6%. Sin embargo, ninguna candidata a diputada encabeza algún listado. Dos van en la segunda casilla —una en Sacatepéquez y otra en el Listado Nacional—, tres en la tercera —Totonicapán, San Marcos y Distrito Central— y el resto se reparten en las casillas de la cuatro a la 11.

El Partido de Avanzada Nacional (PAN), hasta el 10 de abril, tenía 15 candidatos inscritos: nueve hombres y seis mujeres. Pero, de nuevo, ninguna encabeza un listado. Casillas: 4, 5, 7 y 9 del Distrito Central y del Listado Nacional.

El Partido Unionista, casi el 30% de candidatas son mujeres. Dos encabezan el listado por el distrito de Petén: primera y segunda casilla. Otra mujer va en la segunda posición en Suchitepéquez. El resto, 15 candidatas, están en lugares inferiores. En el Listado Nacional ocupan las casillas 6, 7, 11, 12 y 13.

Vamos, el partido que al 10 de abril tenía más candidatos a diputado inscritos, tiene una representación de mujeres del 24%. En el Listado Nacional, por ejemplo, dos mujeres ocupan la segunda y la tercera casilla, pero después no hay ninguna candidata hasta la casilla 21. La 21, 24, 26 y 30 son mujeres.

Winaq participa con un porcentaje algo mayor: 31.7%. De las 20 candidatas inscritas, la mitad fueron postuladas en las tres primeras casillas y dos de ellas lideran el Listado Nacional y el distrito de Petén.

La ausencia de mujeres en los primeros puestos de los listados está directamente relacionada con la cuota de poder que los hombres tienen en la política. Según Sandra Morán, diputada de Convergencia, pues cuesta que ellos dejen sus privilegios.

“Todos los procesos de elaboración de las planillas, todos, son complicados, porque estás hablando de una disputa de poder interna”, cuenta Morán. Y cuando las mujeres llegan a tocar ese poder, las relaciones se mantienen desiguales: “Te tratan como su secretaria, como la que tiene que resolver las cosas. Como que tenés que pagar el espacio que te dieron. Hay un irrespeto a la posición de las mujeres y la pregunta es si estamos preparadas para enfrentar esto”.

Dónde están las mujeres

Para conocer la postura de las organizaciones políticas sobre la baja participación de las mujeres en sus listados, se buscó comunicación con los partidos, aunque no se logró con todos. Miembros de FCN-Nación, Partido Productividad y Trabajo, UCN, Partido Unionista, Convergencia, y PAN, pidieron que se les enviara un correo electrónico con las preguntas, pero ninguno contestó.

Se intentó hablar en varias ocasiones con Felipe Alejos, secretario general del partido Todos; con Edmond Mulet, candidato presidencial de Partido Humanista; y con Aníbal García, candidato presidencial de Libre, pero tampoco contestaron las llamadas ni los mensajes.

Los partidos que sí contestaron los interrogantes sobre la participación de mujeres en sus listados fueron Winaq, Unidos, Victoria, UNE, Valor, Encuentro por Guatemala, MLP, Movimiento Semilla, Fuerza, URNG, Vamos y Compromiso Renovación y Orden.

La mayoría de representantes de las organizaciones políticas alegan que las carencias de mujeres en sus candidaturas se debe a un motivo: ellas no quieren participar en política. Al menos no en cargos con una responsabilidad mayor, como alcaldesas o diputadas. Muchas, indican, sí están dispuestas a ser concejales o síndicas. Aseguran que esto se suma a la apatía que han encontrado, en general, en una buena parte la ciudadanía. Por temor a ser señaladas y cuestionadas, algunas personas decidieron no participar en este proceso electoral.

Carlos Barreda, diputado de la UNE, asegura que desde el partido, constantemente indican a los secretarios departamentales la necesidad de incluir a mujeres en las planillas. “Sin embargo, te ves con el problema de que al final son pocas las que participan como candidatas. Te encuentras con áreas del territorio nacional donde el tema del machismo es fuerte y es difícil tener candidatas mujeres”.

“Somos un partido de puertas abiertas —dice Edvin López González, secretario de actas de Victoria—. A aquellas mujeres que hayan decidido participar, les hemos abierto las puertas. A veces a la mujer le cuesta participar. Pero eso ya es cosa de ella”.

“Siempre me ha parecido contradictorio —cuenta Adela Camacho, candidata a diputada de Creo— que vas a los mítines, a las pláticas, y hay mayoría de mujeres. Van, se interesan, pero para participar en un cargo de elección popular ya no se animan. Asumo que en muchos casos sus familias no las dejan”.

Hace siete años, Plaza Pública publicó un análisis centrado en el poder que tienen las mujeres dentro del Organismo Legislativo. En “Anatomía del poder femenino en el Congreso” se analizó cómo, a pesar de la baja representación de mujeres, su índice de participación y su peso en el Legislativo es mayor que el de los hombres.

Sonia Gutiérrez, candidata a diputada de Winaq, añade algunas situaciones de fondo. “Es común decir que las mujeres no quieren, o no pueden, pero es el efecto mismo del fenómeno de exclusión. Hay un proceso estructural que está detrás. El tema del machismo y el patriarcado, así como el racismo está incrustado en todos los ámbitos. Es una lucha constante”.

Según la diputada Morán, muchas mujeres se encuentran en situaciones complicadas: “No tienen dinero, están siendo atacadas en su dignidad… Si decides participar, tenés que enfrentar toda la basura que te tiran encima. Tenés que estar muy fuerte, y eso no es fácil”.

La socióloga Silvia Trujillo, explica que “las mujeres tenemos, de acuerdo con los marcos legales, el derecho de participar en igualdad de condiciones”. Según su análisis, actualmente no existe una representación adecuada de mujeres que compartan las características de quienes deberíamos ser representadas: “Cuando mirás cómo están conformados los espacios de toma de decisión, no reflejan a la sociedad”.

Trujillo cuenta que debemos fijarnos en tres puntos para entender los bajos porcentajes en la representación de candidatas. El primero: “Históricamente, las mujeres hemos tenido el dominio del espacio privado. En el marco de esos roles asignados, a las mujeres no se nos forma para la toma de decisiones. Eso funciona como una barrera, una cuestión simbólica. Muchas mujeres se frenan en su participación política porque piensan que es un espacio que no es para ellas”, añade.

El segundo punto, las dificultades de acceso y la brecha económica: “Se nos paga menos por los trabajos, tenemos menos acceso a la educación y eso tiene que ver con la dificultad para pagar las candidaturas. Los partidos no necesariamente te cobran una cuota, pero cuando decís que querés ser candidata, te empiezan a preguntar cuántos buses, cuánta gente vas a mover, cuántas camisetas va a hacer, cuántos afiches va a imprimir…”, asegura que le han comentado candidatas a cargos.

Por último, la violencia contra las mujeres políticas: “Opera de formas más sutiles: no escucharte, no convocarte a reuniones, ponerte a servir el café, a hacer fotocopias… Hasta las formas más terribles. Muchas no denuncian esta violencia y lo tienen que asumir solas o con su familia”.

Trujillo concluye que los partidos deben ver el tema con más profundidad: “De nada sirve que como partido abrás el espacio si no cambiás los horarios, las formas cómo se impone la palabra… Varias te dicen que las decisiones no se toman en la sede de los partidos. Se toman en los puteros, en los bares y en los hoteles con piscina. Las mujeres no llegan a esos espacios”.

Y además, recuerda la socióloga, no se trata solo del número de mujeres. “Al final siguen siendo las mismas las que llegan. Blancas y de nivel socioeconómico alto. Hay que profundizar esa participación para que lleguen las mujeres indígenas, negras, jóvenes, adultas, trans…”.

Las cuotas que nunca existieron

Una posibilidad que estuvo un tiempo sobre la mesa, cuando se discutían las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos en el Congreso de la República, fue la de crear un sistema de cuotas. Que las mujeres —y también los pueblos indígenas— tuvieran un porcentaje mínimo de participación.

María Eugenia Mijangos, expresidenta del Tribunal Supremo Electoral y la única magistrada titular, cuenta que la institución planteó “en tres ocasiones, una de ellas la anterior magistratura, la alternabilidad y la paridad para mujeres y pueblos indígenas en la postulación de cargos de elección popular”. El Organismo Legislativo nunca dio el visto bueno.

En octubre de 2017, la mayoría de congresistas se opusieron por última vez a que se aprobaran las cuotas de representación en las reformas a la ley. Fue entonces cuando el diputado conservador Fernando Linares Beltranena, del PAN, expresó que las mujeres son “accidentes biológicos”, lo que le valió una denuncia en el Ministerio Público por parte de organizaciones de mujeres. “Sea cualquier porcentaje de cuota, es inconstitucional y es indigno para las mujeres que lo han logrado por mérito”, dijo Linares en aquel momento. El parámetro para acceder a la política o a cualquier otro tema, debe ser mérito y no simplemente por haber nacido con un accidente biológico de mujer”.

Entre los partidos políticos consultados hay una variedad de opiniones con respecto a las cuotas. La postura más clara a favor de las mismas es la de Nineth Montenegro, secretaria general de Encuentro por Guatemala: “Más que el de cuotas, sería buena una ley de paridad. Cincuenta-cincuenta. A nivel centroamericano, una de las sociedades menos desarrolladas políticamente hablando es Guatemala”, recalca Montenegro.

De hecho, Guatemala es uno de los países más atrasados en toda América Latina en cuanto a legislación sobre participación de mujeres en política. Un proyecto periodístico del medio peruano Convoca y la organización Chicas Poderosas titulado “Mujeres y Poder en América Latina”, señaló que Guatemala es el único país de la región, junto con Panamá, que no cuenta con una ley que regule las cuotas.

La investigación analizó la participación de mujeres en los Organismos Legislativos de Latinoamérica. En 2016, Guatemala era el tercer país con menos representación de diputadas (13.92%), solo por encima de Brasil (9.94%) y Belice (3.13%). La media de América Latina era entonces 28.71% y el país con mayor representación, Bolivia, con 53.08% de mujeres.

Otros partidos en Guatemala se oponen a la existencia de cuotas de representación de mujeres. “Más que cuotas, lo fundamental es la capacidad. No es una cuota solo por ser mujer, por llenar un espacio”, dice Luis de León, vocero de Valor. En una línea similar Alex Franco, secretario adjunto de Unidos, asegura que la posición del partido “no es un tema de dar cuotas. Creemos en los méritos y en el trabajo que han hecho (las candidatas) en el país”.

Sandra Morán recuerda la falacia detrás del argumento de la capacidad de las mujeres. “Las mujeres que deciden participar están muy preparadas, pero los hombres no siempre lo están, y a ellos no se les hace este cuestionamiento. Se nos exigen cosas que a los hombres no. Porque ¿quiénes son los que exigen? Los hombres, que no se van a exigir entre ellos mismos porque son cómplices”.

Morán, que dentro del Congreso vivió estas discusiones acerca de la representación de mujeres, asegura que para sus colegas, este tema no tiene que ver con la democracia o con contribuir a la participación de la ciudadanía. “Hay un no absoluto. Sacas el tema y dicen: ‘Dejá de estar hablando babosadas’”.

Otras organizaciones políticas se mantienen en una posición intermedia, y no terminan de definirse acerca de si la solución es que exista un porcentaje mínimo de mujeres por ley. Adela Camacho, de Creo, cuenta que la discusión sobre las cuotas no se dio en su partido.

Samuel Pérez, de Movimiento Semilla, asegura que, originalmente, en los estatutos del partido, incluyeron la equidad de género en las candidaturas. Después de las dificultades que tuvieron para lograr que mujeres se quisieran sumar a los listados, decidieron modificarlo. “Tuvimos que pasar por una reforma de los estatutos. Nos estábamos enfrentando a barreras sociales que iban más allá de lo que podíamos decidir”, cuenta.

Y hay partidos como el MLP, que creen que la representación debe conseguirse con el trabajo de base. Vicenta Jerónimo, candidata a diputada por el Listado Nacional, explica que si existiera una obligación de incluir a candidatas en los partidos, “esto podría utilizarse solo para cumplir, y que las mujeres no lleguen a tomar decisiones”. Lo que ha funcionado en la organización, asegura, ha sido trabajar con las comunidades y hacer conciencia desde las bases.

Una idea similar a la de Mauricio Radford, de Fuerza, que considera que debe ser un proceso gradual. “He visto que cuando el liderazgo lo tiene una mujer, se tienen más posibilidades de que más mujeres se integren. La participación de las mujeres atrae a más mujeres”.

Morán va un paso más allá en la discusión. No solo se trata de incluir a las mujeres en los listados, dice, sino también de trabajar con la ciudadanía para que las vote. “La construcción de la ciudadanía uno de los retos más grandes. No solo tiene que ver con los partidos o con los comités. Sobre todo tiene que ver con quienes van a votar”.

Según datos del Tribunal Supremo Electoral —sistematizados por Nadia Sandoval, de la Dirección de Informática—, el número de mujeres empadronadas ha aumentado, poco a poco, en los últimos 30 años. En el proceso electoral de 2011, superó por primera vez al de hombres. En 2018, el 54.01% del padrón electoral estaba integrado por mujeres. Sin embargo, a la hora de los comicios, el 28.7% —más de una cuarta parte— no acude a las urnas.

El trabajo de la inclusión de mujeres en las candidaturas y posteriormente en los cargos de elección popular y en los empleos públicos es tedioso, pesado. Hay muchas personas que no lo ven una necesidad, y no todas están dispuestas a asumirlo. Casi siempre, termina recayendo en las mismas mujeres de los partidos o de las instituciones.

María Eugenia Mijangos lo reconoce. Ser la única mujer entre los cinco magistrados del Tribunal Supremo Electoral conlleva unas responsabilidades que sus compañeros no están dispuestos a asumir. “Más que todo, de esto me encargo yo. Ha sido muy duro. Es un proceso agotador”.

Nómada


VOLVER

Más notas sobre el tema