Francia 2019: los equipos latinoamericanos y la “revolución de los botines” – Por Ayelén Pujol, especial para NODAL

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Por Ayelén Pujol

Soy lo que me enseñó mi padre
el que no quiere a su patria no quiere a su madre
soy América Latina
un pueblo sin piernas pero que camina
Calle 13

El Mundial de fútbol femenino que se disputará en Francia desde el próximo 7 de junio tendrá a tres equipos latinoamericanos intentando meter su nombre entre las protagonistas de esta Era de “revolución de botines”. Brasil, Chile y Argentina, un orden que marca el ranking actual del fútbol de mujeres en el continente, estarán en la octava edición de la Copa del Mundo con distintos desafíos.

Las jugadoras brasileñas estuvieron presentes en todas. Con un subcampeonato en China 2007 como mayor logro, el equipo liderado por Marta -elegida seis veces como la mejor futbolista del mundo- tendrá que revertir la peor racha en su historia: lleva nueve derrotas consecutivas.

Se trata, sin dudas, de una sorpresa. Para este certamen, el equipo de Vadao tiene una columna vertebral integrada por experimentadas. A Marta (delantera de 33 años) que había anunciado un 2019 sabático pero decidió sumarse a su selección, se le suman Cristiane, de 34 y delantera del San Pablo, la tercera mayor goleadora de la selección brasileña sólo por detrás de Marta y Pelé; y Formiga, la volante central del PSG francés que con 41 años será la más grande de todo el campeonato. De hecho, batirá un record: será la única jugadora que estará en ocho Copas del Mundo.

Además de lo futbolístico, claro, en Brasil como en las demás selecciones aparecerá la batalla cultural: ser aceptadas y achicar la brecha con los privilegios de los que gozan los futbolistas varones.

El caso de Brasil es particular: allí el fútbol para mujeres fue prohibido por ley en 1941 bajo la presidencia de Getulio Vargas. Entre los argumentos aparecía que los golpes de la pelota podrían dañarles el útero a las mujeres y causar infertilidad, algo que inquietaba al gobierno porque la reproducción era considerada como esencial para asegurar el futuro del país. Además se afirmaba que podrían desarrollar cáncer.

La proscripción se extendió hasta la década del ‘70: su fin coincidió con el proceso de apertura democrática. Marta, por ejemplo, nació una década después e invita a una pregunta histórica: ¿cuántas Martas se habrá perdido el fútbol femenino por aquella veda? En Francia, la selección brasileña integrará el grupo C junto a Jamaica, Australia e Italia.

Chile, por su parte, consiguió su pase a su primera Copa del Mundo después de finalizar en el segundo lugar de la Copa América 2018 que organizó.

La espina dorsal del planeta, el país delineado por la cordillera -como canta Calle 13-, es un sitio donde el fútbol femenino aparece como una práctica naciente a principios del siglo XX. Según una investigación de los historiadores estadounidenses Brenda Elsey y Joshua Nadel -quienes recientemente publicaron el libro “Futbolera, historia de la mujer y el deporte en América Latina”-, la primera evidencia de fútbol femenino en Chile se puede encontrar en el Museo Histórico Nacional. Ahí, una fotografía de 1900 identifica al Team Santiago de la Escuela Normal de Talca, y muestra a ocho alumnas bien vestidas que miran a la cámara con seriedad.

Es, acaso, la piedra fundacional de este equipo que tiene como figura a la arquera y capitana Christiane Endler, que juega en el Paris Saint-Germain de Francia, una de las mejores Ligas del mundo.

Trece de las 23 convocadas por el entrenador José Letelier desarrollan su carrera fuera de su país, en equipos profesionales. Considerar a las futbolistas como trabajadoras es una deuda pendiente del fútbol chileno. En Francia, la Roja integrará la zona F junto a Suecia, Estados Unidos y Tailandia.

En tanto, la selección argentina fue la última de Sudamérica en clasificarse. Lo consiguió después de quedar en tercer lugar en la Copa América y de ganarle el repechaje a Panamá. El partido de ida ante aquel rival, disputado en la cancha de Arsenal, marcó un quiebre para esta selección: fue la primera vez en el país que un estadio se llenó para ver a las chicas. Hubo 11.500 personas en Sarandí, una muestra del auge que vive el fútbol femenino.

En la temporada en la que se está poniendo en marcha la profesionalización, las dirigidas por Carlos Borrello iniciarán su tercer periplo mundialista, después de haber jugado la Copa en 2003 y 2007. El objetivo es conseguir algo inédito: avanzar de grupo. Hasta aquí, nunca una selección argentina sacó siquiera un punto en un Mundial. En Francia serán parte del grupo D junto a Japón, Inglaterra y Escocia.

La “revolución de los botines” se está desarrollando en el país de Maradona y Messi. Y se lleva adelante también porque se va conociendo la historia. En este último año salió a la luz un triunfo contra Inglaterra en un Mundial no organizado por la FIFA: en 1971 un combinado nacional se impuso ante el clásico rival en el Estadio Azteca y ante más de 100 mil personas. Los cuatro goles fueron de Elba Selva, quien hoy tiene 74 años.

Estefanía Banini, habilidosa jugadora del Levante español, Soledad Jaimes, delantera del Lyon francés (recientemente coronada como la primera argentina en ganar la Champions League) y la volante zurda Florencia Bonsegundo, jugadora del Deportivo Huelva de España, son las esperanzas de Argentina, que tiene un equipo de luchadoras. Estas mismas jugadoras encabezaron un paro en 2017 para reclamar mejores condiciones deportivas y salariales e hicieron una medida de fuerza en plena Copa América para exigir ser escuchadas.

Ahora, coinciden, además de lo futbolístico se propondrán un objetivo social: generar expectativa, ganar difusión y generar así libertades en el fútbol para las jugadoras del futuro. Para que las niñas que amen el deporte puedan tener ídolas mujeres.

Los sueños de fútbol de Latinoamérica irán detrás de los botines de estas tres selecciones.


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