Acerca de la política, comentario a la exposición de Álvaro García Linera – Por Ernesto Salas especial para NODAL

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Acerca de la política

Comentario a la exposición de Álvaro García LineraPor Ernesto Salas, Director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Nacional Arturo Jauretche

En su breve intervención en el Foro de la Clacso del 20 de noviembre de 2018, Álvaro García Linera hizo un balance de los logros y las dificultades de la izquierda/progresismo en América Latina, dedicándole la primer parte a los avances económicos, políticos y sociales y luego a las limitaciones que impidieron la falta de sustentabilidad de algunos de estos procesos.

En el campo de las virtudes hizo una reflexión central al pensamiento emancipador, la crítica al determinismo histórico adoptado por las izquierdas a lo largo del siglo XX, cuya consecuencia fue la de afirmar la confianza en un único sujeto revolucionario, mientras “el resto de la sociedad era meramente acompañante sospechoso de la vanguardia”. La virtud del progresismo latinoamericano ha sido –según el vicepresidente boliviano- la de crear nuevas articulaciones igualitarias entre diversas demandas y sujetos. En síntesis, el reemplazo de aquel sujeto único promotor del cambio –la clase obrera y su vanguardia- por un sujeto que es la articulación de diversos sujetos –demandas y movimientos sociales- con una característica esencial, su contingencia. En palabras de García Linera: “no hay un sujeto de vanguardia, un único sujeto articulador. Las transformaciones y los bloques históricos son construcciones plurales, contingentes y flexibles”.

Analicemos esta cualidad. En primer lugar la categoría de contingencia, opuesta a la categoría de un sujeto inmutable capaz de representar por sí mismo, en todo momento y en todo lugar, la capacidad de transformación de la sociedad. La contingencia del sujeto refuerza la condición histórica del mismo, cambiante, dinámico, mutable.

Una observación dialógica. La interpelación populista latinoamericana a lo largo del siglo XX –salvando las diferencias estructurales entre los países- constituyó movimientos nacional populares policlasistas, más cercanos a la ambigüedad del término pueblo que al componente de sujeto histórico encarnado en una sola clase. Es evidente que, por ejemplo en el caso del peronismo argentino, esta cualidad se articulaba con la existencia de una fuerte clase obrera industrial (aproximadamente un 29% de la población económicamente activa) que le dio su impronta material y simbólica al conjunto del movimiento. También lo es el hecho de que la clase debió aceptar su papel en la diversidad de la articulación contenida en los gobiernos nacional populares.

La tesis de Ernesto Laclau, del momento político de la apelación constitutiva populista a una causa nacional (el pueblo contra la oligarquía en el caso del peronismo) dirigida a los sujetos con demandas históricas insatisfechas, se parece bastante a la formulación de García Linera, aunque en el planteo de Laclau sigue existiendo una apelación externa a los sujetos que los constituye políticamente. Se trata de un momento histórico en el que se da forma tanto al movimiento político plural y contingente como a la figura del liderazgo de dicha articulación.

Dice García Linera, sin precisar el modo de la articulación: “obreros, indígenas, barrios, jóvenes, mujeres, profesionales, campesinos, en una articulación plebeya en la que no hay un sujeto mandado a dirigir y a conducir al resto, donde el que conduce es fruto de contingencias, de habilidades estratégicas, de convocatorias, de construcciones discursivas, de narrativas movilizadoras”. Pero, ¿cómo se constituye esa articulación igualitaria? ¿Las organizaciones se articulan entre sí y configuran aquel sujeto contingente? ¿Existe un papel a desempeñar por el conductor en la activación, no sólo de las políticas que satisfagan las demandas diversas sino en su misma configuración? En definitiva, ¿cuál es el papel de la política en la proyección –y satisfacción- de las demandas de los movimientos sociales?

El desafío sigue siendo, en esta coyuntura, la posibilidad de interpelar constitutivamente la diversidad de la demanda popular, constituir el sujeto de transformación que derrote el sentido común neoliberal que permea el conjunto social. Ello es el papel de la política.


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