La agenda del jefe del Pentágono en Argentina: Venezuela, China y el G-20

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Proveniente de Brasil como parte de una gira por Sudamérica que lo llevará por Chile y Colombia, hoy arriba a la Argentina, James Mattis, secretario de Defensa de los Estados Unidos. A las 12 en el edificio Libertador, sede del Ministerio de Defensa, lo recibe Oscar Aguad con una agenda que tratará asuntos regionales y globales al calor de la reforma militar que impulsó el presidente Mauricio Macri. Acompañarán al ministro, el secretario de Estrategia y Asuntos Militares, Horacio Chighizola; el subsecretario un de Asuntos Internacionales, José Vila; el director de Política Internacional, Eduardo Diez y, un enviado especial de Macri, el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, funcionario que despertará curiosidad en Mattis. Otro Pompeo, Michael Richard, es nada menos que el secretario de Estado norteamericano y exjefe de la CIA, aunque las fuentes consultadas negaron vínculo familiar con el del equipo macrista.

La inestabilidad política y la crisis humanitaria de Venezuela, que podría afectar el escenario regional, estarán al tope de las deliberaciones. Los fantasmas de un conflicto armado entre países que alentó Nicolás Maduro, señalando al presidente colombiano Juan Manuel Santos, tras el episodio del presunto atentado con drones, es la preocupación del momento. Máxime ante la cercanía de la reunión del G-20 en un escenario global en el que la Argentina como anfitrión tiene responsabilidades en defensa y seguridad de los líderes del mundo desarrollado. El Pentágono, se sabe, no delega el rol cuando se trata de custodiar al habitante de la Casa Blanca. Este asunto será parte de las conversaciones. Cómo participar de manera discreta sin resentir las pasiones nacionales. El histórico vínculo de aliado extra OTAN que obtuvo el país en tiempos de Carlos Menem allana el diálogo y la posible cesión (con devolución) de equipos para un área específica; la prevención de ciberataques.

El affaire de los drones de Maduro actualizó otra necesidad, contar con «inhibidores» de esos artilugios, una capacidad que no tienen las fuerzas criollas. Otro tema bajo análisis es dónde se posicionará el aparato militar estadounidense que se traslada con cada desplazamiento del presidente. Por caso, los aviones conocidos por la sigla AEWACS (Airborne Early Warning and Control System) aviones de alerta temprana diseñados para la detección de aeronaves a larga distancia y también los de EW (Electronic Warfare) de guerra electrónica para captar y neutralizar emisiones de radares y otros elementos como los de guiado de drones. Se habla de la base El Plumerillo, en Mendoza, y de otra alternativa que ya se usó durante la visita de Barack Obama, el aeropuerto uruguayo de Carrasco. El Atlántico sur, que antaño era objeto de «tratamiento cuidado» por su interrelación con otro aliado histórico de EE.UU., el Reino Unido, dejó de ser un issue en el diálogo bilateral con la Argentina. El actual Gobierno alcanzó un relacionamiento normal y aventó desconfianzas en ese escenario.

Influencia china

El mandamás del Pentágono busca auscultar in situ hasta dónde llega la influencia y presencia en Sudamérica de dos rivales, China y la Federación Rusa. «Hay más de una forma de perder la soberanía en este mundo. No es sólo por las bayonetas. Puede ser con países que llegan ofreciendo regalos, préstamos amplios que acumulan deudas masivas en otros países a sabiendas de que no podrán repagarlas, es lo que parecen ser los préstamos chinos a naciones como Venezuela y Filipinas», reflexiona Mattis para graficar la influencia de China en la región. No menciona a la Argentina, donde la creciente presencia china se dio, entre otros rubros, por el instrumento financiero del swap, intercambio de divisas para reforzar reservas del Banco Central. En 2014 la Argentina negoció un crédito por un total de yuanes (moneda china) equivalente a u$s11 mil millones. La internacionalización del yuan con el mecanismo del swap ha permitido convertir a esa divisa en una de las principales monedas de reservas a nivel mundial. Lo mismo que el dólar.

Testear hasta dónde llega el vínculo militar chino con las fuerzas criollas es tarea fácil. No ha avanzado más que en el papel de acuerdos de cooperación técnica y, en un interés casi utópico de participar en algún proyecto con la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA). Claro, atado a la adquisición del avión de combate chino multi-rol denominado FC-1/JF-17 Thunder para reemplazar el Mirage de la Fuerza Aérea Argentina y la posibilidad de ensamblar algunos ejemplares en la fábrica cordobesa. La visita de Mattis a la región se produce a semanas del encuentro del titular de la Armada estadounidense con sus pares de Argentina, Brasil y Chile. Reuniones que sucedieron tras la cumbre realizada en Cartagena, Colombia, en el marco de la 28a Conferencia Naval Interamericana que congregó a los popes navales de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia (anfitrión), Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay. El antecedente importa. El index de Mattis incluye el asunto tratado en aquella conferencia naval sobre los desafíos marítimos que afectan el Hemisferio Occidental: el combate al tráfico de drogas. La misión que en formato de apoyo logístico a las fuerzas federales de seguridad, impulsó el ministro Aguad en la letra del decreto N° 683 de directiva sobre organización y funcionamiento de las Fuerzas Armadas.

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