Rodolfo Nin Novoa, canciller uruguayo: «Hay que seguir trabajando para poder establecer una zona de libre comercio en el Mercosur»

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Por Martín Natalevich

Se sorprendió el día que el presidente Tabaré Vázquez lo llamó para ofrecerle la cancillería. Asumió con el desafío de profundizar la inserción comercial de Uruguay en el mundo y después de dos años siente satisfacción por el giro que le dio al ministerio aunque entiende que su trabajo aún no germinó.

En entrevista con El Observador, el canciller Rodolfo Nin Novoa, afirma que el camino para el Uruguay es firmar la mayor cantidad de tratados de libre comercio posibles; que seguirá trabajando para concretar el TLC con China en 2018; que en el Frente Amplio hay sectores que no quieren ver la realidad; que el país no estaba preparado para recibir a los exreclusos de Guantánamo; que Brasil tiene una «alta inestabilidad política» y que la relación bilateral se da a nivel de cancillerías y no de presidentes.

Ha repetido que el presidente le dio el mandato de darle un enfoque más comercial que político a la cancillería. ¿Cuál es su evaluación sobre estos dos años de trabajo?

Hemos tenido algunos logros y hemos sembrado algunas semillas para seguir trabajando y profundizando en los próximos meses.En primer lugar, logramos poner en el seno del Mercosur dos discusiones prioritarias para nosotros: la concreción de una zona de libre comercio y la flexibilización del bloque. Como dijo el presidente: el Mercosur no puede ser una jaula de oro de donde no se pueda salir a buscar nuevos horizontes. El hecho de haber puesto el tema arriba de la mesa ya es importante y hoy no hay reunión del Grupo del Mercado Común en el que este tema no esté. Y además es verdad que eso ha contado con la comprensión de los presidentes. La reunión que tuvo el presidente Vázquez con el presidente Macri fue muy esclarecedora en ese sentido. Macri estaba de acuerdo con que Uruguay buscara las oportunidades que pudiera. Con Temer se habló de flexibilización del Mercosur en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y los paraguayos también están dispuestos a este tipo de cosas. Venezuela es un caso aparte porque no participa de los Tratados de Libre Comercio y ese es un inconveniente que tenemos desde el punto de vista de la formalización del mercado común.

Pero también miramos para afuera del Mercosur. Profundizamos el acuerdo de libre comercio que tenemos con Chile. Fue una experiencia muy buena que tuvimos porque movimos el músculo negociador de la cancillería que estaba quieto hace tiempo. Desde ese punto de vista me siento satisfecho. Además hicimos una aproximación importante al Pacífico: estamos hablando con México para profundizar el TLC que ya tenemos, empezamos a hacerlo con Perú y lo haremos con Colombia cuando sea oportuno.

Por último hicimos una avanzada por los países del ASEAN. Estuvimos en Indonesia y en Vietnam y creo que lo más relevante del año fue la visita a China en octubre, donde hicimos una alianza estratégica que nos trae muchas oportunidades a nivel comercial. Somos de los socios más confiables que China puede tener en esta parte del hemisferio. Ahora nos queda seguir trabajando en la profundización de un acuerdo de libre comercio.

¿Hubo algún contratiempo en ese sentido?

Los dos presidentes se comprometieron a un TLC en 2018. Y con ese mandato estamos trabajando sobre varias cosas. Les enviamos nuestros términos de referencia a China y la semana pasada empezamos a sistematizar los impactos sectoriales que un acuerdo de esta naturaleza podría tener desde el punto de vista del Ministerio de Economía, Agricultura, Industria, Turismo, Uruguay XXI y la Cancillería.

¿Qué conclusión saca de ese informe?

Recién lo recibí. Hay ministerios que hicieron trabajos de más de 120 páginas. Es un informe profundo que hay que analizarlo y estudiarlo bien. Todos muestran ventajas y desventajas. Yo sigo con el mandato que los dos presidentes asumieron entonces y hasta que el presidente me diga «pará y no sigas más porque no podemos», yo voy a seguir.

¿Y eso aún no pasó?

No, eso no pasó. Ya han venido varios representantes del gobierno chino al Uruguay. Hay un contacto permanente en la embajada nuestra en China con los departamentos de Comercio y Relaciones Exteriores de China. A partir de mediados de enero retomaríamos el tema con un informe consolidado y único de todos los ministerios, y se lo presentaremos al presidente.

Cuando terminó la reunión en Nueva York con Temer, el presidente Vázquez dijo que había recibido algunas señales positivas del mandatario brasileño en torno a la flexibilización del Mercosur. Pero en el último Consejo del Mercado Común en Buenos Aires Brasil manifestó otra postura. ¿El gobierno uruguayo tiene claro cuál es la decisión de Brasil en este tema?

La impresión que tengo es que ellos no dijeron que no. Lo que dijeron es que un tratado con China les traería algunas dificultades. A nosotros también nos traería algunas dificultades obviamente. Pero esos son los aspectos sobre los que hay que trabajar para ver como se atemperan los resultados negativos o las dificultades para las economía brasileña o la uruguaya.

¿Un tratado de todo el bloque o uno bilateral entre Uruguay y China le traería problemas a Brasil?

Uno del todo el bloque. El tratado entre Uruguay y China no le tiene porque traer dificultades a Brasil necesariamente. Las partidas que entrarían al Uruguay provenientes de China sin aranceles –producto de un TLC– tendrían que pagar el arancel externo común del bloque si saldrían de aquí. Uruguay no se convertiría en una cabecera de playa para las manufacturas chinas, salvo que haya un salto de partida. Quizás tengan dificultades si ellos entran en un tratado y tienen que competir con la manufactura china. Pero también hay diferentes modos de negociación. En el TPP, países como Japón desgravaron la carne que tenía 39% de aranceles hasta 9% en 20 años. Si uno tiene un sector sensible puede hacer una propuesta de desgravación arancelaria en un plazo determinado. Hay salvaguardas y las propias economías locales tendrán que tomar las medidas necesarias para ayudar en esas transiciones de los productos más sensibles que pueden verse afectados.

¿Pero Brasil aceptaría que Uruguay intentara una experiencia bilateral por fuera del Mercosur como la que hubo con México?

Está el precedente de México. Pero además Brasil también tiene sus problemas y políticas que desarrollan internamente y que perjudican al resto de la economía del Mercosur y a la propia industria brasileña. Por ejemplo, la zona franca de Manaos. Esta zona franca es un enclave donde entran los productos para ser manufacturados sin aranceles. Se manufacturan allí y se vende a Brasil y al resto de América. Eso es un agujero muy grande al arancel externo común y a la unión aduanera. Lógicamente que nos perjudica. Además, Uruguay no le mueve la aguja a nadie en materia de comercio, ¿qué le hace a la Argentina o a Brasil que Uruguay le venda butacas para auto?

¿Entonces es un tema político?

Es un tema político. Y creo que parte de nuestra inteligencia va a consistir en saber convencer a los brasileños y a los argentinos que ellos tienen que tener un rol más de liderazgo y que ayuden a los países pequeños a tener un nivel de desarrollo que después nos termine beneficiando a todos.

¿Para China es condicionante que el acuerdo se haga a través del Mercosur?

Ellos están hablando, están preguntando y escuchando. Yo no me animaría a decir hoy si es una cuestión determinante. Estamos negociando, intercambiando ideas y por ahora no dieron ninguna señal sobre eso. Uruguay es un país que le reconoce a China su condición de economía de mercado. Y eso pesa en la balanza. Después hay un argumento un poco baladí que dice que una economía tan chica no puede aspirar a hacer un TLC con una economía tan grande. Y la verdad es que China tiene tratados con varios países más chicos que el Uruguay, como Costa Rica o Islandia. Uruguay también puede ser un país estratégico para China.

¿Este proceso del TLC con China puede desembocar en que Uruguay tenga que decidir sobre su permanencia en el Mercosur?

Eso no lo tenemos en la agenda. El Uruguay tiene que seguir en el Mercosur. El rol del Uruguay es modificar la estructura del bloque pero no irse. Podemos manejar las dos cosas. No me planteo esa hipótesis en el corto plazo.

¿Firmaría la mayor cantidad de TLC posibles?

Es un camino sí: yo firmaría muchos acuerdos de intercambio comercial, siempre y cuando fueran beneficiosos para el país. Para competir hoy se necesita tener las mismas condiciones de acceso a mercado que tienen otros países que hacen lo mismo que nosotros. Un país que produce alimentos para 30 millones y tiene que alimentar a tres millones y medio tiene necesariamente que mirar hacia el mundo. Y mirar hacia el mundo significa ver cómo mejoramos las condiciones de acceso a los mercados. Ese es el conjunto de políticas que estamos llevando adelante.

Con esas ideas se ha ganado críticas y resistencias en el Frente Amplio. Lo acusaron de no cumplir con el programa, por ejemplo.
El programa lo cumplo. Ese programa fue hecho hace tres años, ya van a ser cuatro, y las cosas han cambiado mucho en el mundo. Pero en el programa se habla de lo que es el TPP y del impacto que va a tener en Uruguay. Se habla de los mega acuerdos y del Mercosur como trampolín hacia el exterior. Lo tengo en el portafolio permanentemente el programa.

¿Y por qué cree que las políticas de la cancillería son tan resistidas?

Creo que hay otra concepción del proceso de integración que yo respeto pero con el que me animo a discutir.

¿Son dos interpretaciones diferentes del programa del Frente Amplio?

Son dos interpretaciones de la realidad diferentes. El programa del Frente Amplio desde el punto de vista de la inserción de Uruguay en el mundo responde al año 2013. Estamos entrando en el 2017 y han pasado muchas cosas desde el momento. Los partidos políticos tienen que tener esa flexibilidad para –sin apartarse de los principios– mirar el mundo como es. Y no como quieren que sea.

¿Nota esa falta de flexibilidad en algunos sectores que lo han criticado recientemente?

Sí. A mí no me molesta la crítica. Estoy hace 30 años en esto y la crítica la banco. El político que no está dispuesto a aceptar la crítica es un pésimo político. Pero en realidad lo que quiero es discutir con conocimiento de las cosas que se dicen. No puedo escuchar «no al TISA en la educación» porque eso nunca estuvo planteado. O cosas como «no al tratado de Chile porque están implicadas nuestras jubilaciones»; no hay nada de eso en el tratado de Chile. Discutamos sobre los documentos y con interpretaciones fidedignas.

Por el contrario, hay quienes creen en el Frente Amplio que usted sería un excelente candidato.
Eso lo dijo un amigo producto del cariño que me tiene (en referencia a declaraciones de Óscar de los Santos al semanario Búsqueda).

¿No volvería a integrar una fórmula presidencial?

No lo sé. No se puede hablar de esas cosas. Lo que dijo el diputado De los Santos es producto de un gran cariño mutuo que nos tenemos, de muchísimos años de andar juntos y fue un gesto de amistad.

Con Macri es notorio que cambió la relación bilateral. Sin embargo, algunos empresarios esperaban un resurgimiento mayor del comercio.

Hay que seguir trabajando para poder establecer una zona de libre comercio en el Mercosur como primer paso. Para un país como Argentina, que viene en un proceso muy fuerte de sustitución de importaciones y que apuesta a una industrialización nacional fuerte, no es fácil cambiarlo rápidamente. Hemos avanzado mucho. Hay una excelente relación entre los presidentes, entre las cancillerías y los ministerios. Es un proceso que es lento porque la dinámica de los países en esta materia son lentas. No siempre se trabaja en acuerdo con los demás. Todos quisiéramos ir más rápido pero es difícil.

Por el contrario, con Temer hubo una reunión de 25 minutos en Naciones Unidas. Temer visitó Paraguay y Argentina y no vino a Uruguay lo cual marca cierta lejanía. ¿Jugó en contra el proceso de cambio que hubo en Brasil para Uruguay?

Brasil tiene una situación política de alta inestabilidad. Los casos de corrupción siguen apareciendo. Todos leemos los diarios y sabemos lo que pasa en Brasil. Hemos resuelto que las relaciones se lleven al nivel de las cancillerías. Yo hablo mucho con Serra, tenemos una relación fluida. Discutimos mucho. El otro día discutimos sobre la zona franca, sobre la reserva federal y las cosas que hacen para detener las cargas uruguayas. Y los paraguayos también se quejaron. Tenemos una relación con el país y la manejamos en el segundo escalón.

En comisión parlamentaria usted dijo que en la cancillería no hay ningún documento que establezca el acuerdo de Uruguay y Estados Unidos para recibir a los exreclusos de Guantánamo. ¿Este gobierno no tiene ningún tipo de información de a qué se comprometió la administración anterior?

Ningún gobierno se puede comprometer más allá de lo que marca la ley. La ley de refugiados tiene determinadas características que el gobierno cumple y una de ellas es el tema de la confidencialidad en donde yo pongo el énfasis. Hay que sacarle un poco las luces de arriba a esta gente que ha sufrido tanto y ver cómo ayudamos a reencauzar su vida.

¿El Uruguay estaba preparado para recibir a seis refugiados de Guantánamo? ¿Tenía conocimiento como para poder hacerlo?

Naturalmente que no estábamos preparados. Pero lo que creo que hay que rescatar es el gesto de solidaridad de Uruguay, un país pequeño que quiere ayudar a cerrar un lugar de reclusión absolutamente injusto. Y dimos un paso adelante en ese sentido.

El Observador 

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