Fernando Martínez Heredia, intelectual revolucionario cubano, historiador y pedagogo: «Es incorrecto, hablar de un antes y un después de Fidel»

676

Por Gloria Muñoz Ramírez

Es incorrecto hablar de un antes y un después de la muerte de Fidel Castro como algunos lo quieren ver. «No hay nada en la institucionalidad cubana que no estuviera previsto sin Fidel, pues él, desde hace una década, decidió estar fuera de ella», afirma el intelectual revolucionario cubano, historiador, pedagogo y gran conocedor de Cuba y el resto de América Latina Fernando Martínez Heredia, premio nacional de Ciencias Sociales.

Entrevistado por La Jornada en su casa de La Habana, a unos días del fallecimiento del máximo dirigente de la revolución cubana, el director del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello afirma que el grito «Yo soy Fidel», que prevaleció durante las jornadas de duelo, «significa que Fidel se multiplicó» entre los jóvenes.

El investigador de la Universidad de La Habana deja en claro que la muerte de Fidel no toma por sorpresa al pueblo cubano. Hace 10 años, explica, «él estuvo enfermo de muerte y sin que nadie lo quisiera ni se lo pidiera decidió renunciar a sus cargos, con lo cual mostró otro elemento, no pequeño, de su grandeza». El comandante decidió retirarse en julio de 2006 y durante los siguientes 10 años y cuatro meses «se mantuvo como una inmensa figura moral», al tiempo que acostumbraba «a todos a que él ya no ejercía el poder».

Se convirtió, como él lo decía, «en un soldado de las ideas», teniendo «la posibilidad, en ese momento único de su vida, de no pensar con urgencia, teniendo que tomar decisiones inmediatas, sino pensar con alguna tranquilidad, lo cual hizo que aunque la gente estuviera preocupada por él no estuviera angustiada».

Toda la vida política de Fernando Martínez Heredia ha transcurrido como seguidor de la revolución y de Fidel Castro. A los 14 años, en 1953, se enteró del asalto al cuartel Moncada, supo que un grupo de jóvenes se enfrentaron al ejército del dictador Fulgencio Batista, y, «como era una persona tan despreciable, dije: ah, pues estoy con ese grupo». Al día siguiente se puso a recuperar en su libreta del colegio los nombres de los caídos, para que no fueran olvidados. Recuperó 14. Luego, «como uno no debe dedicarse sólo a anotar», ingresó a una organización de lucha y formó parte del Movimiento 26 de Julio. A partir de 1955 participó en la lucha como parte de un grupo que se conocía entonces como fidelistas. «Y lo sigo siendo».

Dentro de la estructura de investigación cultural, en la que se ha movido durante los últimos 20 años, Martínez Heredia interactúa todo el tiempo con nuevas generaciones. «Maestro de las juventudes», fue el título honorífico que le dieron . Y sobre ellos y su participación en el proceso revolucionario afirma: «Tienen una enorme formación revolucionaria y general». Aquí, dice, «hubo una revolución educacional como en ningún lugar del mundo, en un plazo de 20 años. En los años 80 ya había más estudiantes de enseñanza media que en primaria. Hoy existen como un millón de egresados universitarios, cosa casi absurda, y un montón de técnicos y científicos».

Paradójicamente, explica, esta situación «hace que el país llegue a ser en algunos aspectos monstruoso», porque no logra desarrollar todo. Teniendo la mayor reserva de níquel del mundo y la segunda de hierro, «no pudimos ser una potencia ni en la producción de níquel ni de acero. Eso quiere decir que es mentira que cuando un país tiene recursos lo tiene todo, porque depende de cosas que no tienen que ver con sus recursos, sino con el capitalismo mundial, que fue lo que a nosotros nos lo impidió y por eso seguimos vendiendo azúcar».

Hoy, afirma, la preparación de los jóvenes es muy superior a la economía cubana, «y eso es un problema». Marxista de hueso colorado, expresa: «La revolución contra el capitalismo tiene que ser mundial, porque si no lo es seguirá siendo muy poderoso, teniendo el control del mercado global y de gran parte de la mente y de los sentimientos de las personas».

La preparación de la población, «incomparablemente superior a la economía», explica el entrevistado, «lleva incluso a la emigración de jóvenes con preparación universitaria, lo cual pone felices a los patrones de aquellos países que no los criaron, no gastaron nada, no los escucharon quejarse y ahora los tienen». Por su parte, los jóvenes «van buscando cómo practicar lo que saben hacer» y eso «es un problema grave para nosotros, pues ha separado de Cuba a muchos jóvenes que no tienen nada en contra de la revolución, que vienen a Cuba todas las vacaciones y no dejan de mandar dinero a sus familiares, pero no viven aquí».

Esto es sólo una parte del problema, «pero hay más en los jóvenes». Explica que la cultura del capitalismo ha desarrollado el conflicto de la no participación en política, pues una de sus líneas fundamentales es despolitizar. «Ya no se trata de combatir el comunismo y todas esas cosas, sino de no hablar de nada, de que no piensen. Ya no se trata de la imposición de un pensamiento único, sino de la imposición de ningún pensamiento, un proceso de idiotización de masas».

Hay jóvenes desencantados, también hay apoliticismo y conservadurismo social, pero «quien piense que en una revolución se tiene algo fácil por delante es porque es muy ingenuo o porque todavía no se ha enterado de las dificultades que se vienen. Hasta nuestro gran Silvio Rodríguez, quien es una especie de filósofo que canta, nos ha hecho una canción buenísima sobre el desencantamiento. Y con eso peleamos también».

–¿El fallecimiento de Fidel Castro puede, de alguna forma, fortalecerlos? –se le pregunta.

–Uno pensaría que ya no se le puede pedir más a Fidel. Cuando parecía que ya no era, pasó 10 años más sirviendo. Ahora se ha muerto y resulta que está prestando ya un servicio enorme. Que los jóvenes se apropien del grito «¡Yo soy Fidel!» da cuenta de un servicio que empezará a ser permanente. Fidel se podrá garantizar de ese modo en esa cosa que algunos oradores baratos mencionan como posteridad. La posteridad verdadera es que la gente decida y haga cosas que tú no hiciste, no que te repita.

La lucha hoy en Cuba, afirma el historiador, «consiste en no regresar al capitalismo y conseguir, en condiciones tan difíciles en que la economía mundial en poder del imperialismo está centralizada y es parasitaria y depredadora, que salgamos adelante sin perder lo único que no se puede perder, que es la sociedad socialista que creamos». Esto es «un pleito, porque es verdad que existen ciertos servicios privados, sobre todos gastronómicos y turísticos, que son una imagen que tenemos enfrente».

Cuba, explica tajante. «no puede regresar al capitalismo porque la mayoría de la población saldría perdiendo y es esa mayoría la que tiene una inmensa conciencia política, sabe manejar armas de fuego y más. Son demasiadas cosas para que no se dé un regreso. El capitalismo en Cuba sólo podría existir subordinado a Estados Unidos, es decir, para lograr hacer el capitalismo aquí hay que ser un traidor a la patria».

Fernando Martínez Heredia no duda. Asegura a los mexicanos que «esta trinchera de acá, la puerta del Golfo, sigue bien guardada, y seguiremos orgullosos de dar a México esa muestra de fraternidad».

La Jornada

Más notas sobre el tema