Salud Hernández, periodista española luego de ser liberada tras su secuestro (Colombia): «Si hacer la paz con Farc es complicado, con el Eln sería imposible»

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Ya en su hogar en Bogotá, rodeada de familiares que llegaron de España y de los amigos que le sobran en Colombia, Salud Hernández -Mora habló con EL TIEMPO sobre los seis días que estuvo en poder del Eln en el Catatumbo.

La han llamado medios de todo el mundo, grandes y pequeños, y ella, con una paciencia que sorprende, ha procurado sacar tiempo para atenderlos a todos. Casi sin voz, pero con la fortaleza de siempre, dice que lo que les pasó a ella y a los reporteros de RCN Diego D’ Pablos y Carlos Melo debe servir para que el país siga exigiendo el regreso de los secuestrados. Esa, precisamente, ha sido una de las banderas que ella ha defendido desde la Fundación País Libre, en cuya junta directiva tiene un asiento hace años.

El país estuvo una semana en incertidumbre por lo que le pasó a Salud Hernández en el Catatumbo. Se decía que estaba en reportería, secuestrada, desaparecida… ¿Qué fue realmente lo que pasó?

A mí me secuestran: una retención es una cosa de un par de horas. Este fue un secuestro que se dio el sábado (de la semana pasada) al mediodía. No entendí bien cuando me contaron que se discutía si era un secuestro, una desaparición forzada –cosa que me parece de locos decirlo–, que si era que estaba trabajando, pero entonces mandaron al Ejército… No entendí a qué venía tanto barullo.

¿El Eln la engañó para secuestrarla?

Claro que me engañaron. Pensaba que iba a una entrevista y cuando llegué a la entrevista me dijeron que me iba a quedar con ellos por unos días. Obviamente, si yo hubiera llegado a saber eso, pues digo que no. Que me quedo cuando concertemos una entrevista, pero no cuando ellos quieran.

¿Pero había buscado ese contacto con el Eln en el Catatumbo antes del secuestro?

En ese momento no. Pero se me acercaron unos milicianos y me quitan los equipos el viernes. Luego me dicen que de pronto vamos a tener unos contactos, que me van a devolver los equipos esa misma tarde o al día siguiente y que a lo mejor hablo con los comandantes. Eso me parece interesante y les dije: vale, de acuerdo.

Era interesante, no que me quiten los equipos, sino la posibilidad de hablar con ellos. Al día siguiente me dicen ‘súbase en esa moto’ y nos vamos hasta que nos encontramos con el comandante. Allí pienso que vamos a hablar, pero lo que este hace es quitarme el resto de los equipos. Me dice que me cambie de ropa, que me llevarán a algún sitio y que vamos a estar varios días.

Usted tiene muchos años cubriendo el conflicto en Colombia. ¿Alguna vez pasó por una situación similar?

Nunca. Habría tomado algún tipo de medidas. Sí me ha pasado que me echen de pueblos, que me retengan unas horas, pero algo así, claramente no.

En algún momento se habló de la posibilidad de que la hubieran movido hacia Venezuela…

No. En esa parte, en el Catatumbo eso nunca hubiera sucedido. Ellos están seguros en este lado, no veo para qué me hubieran llevado a Venezuela. Si hubiera estado en Saravena, en otra parte, a lo mejor sí.

¿Su vida estuvo en algún momento en un peligro inminente?

En el momento en que te secuestran, en cualquier momento te puede pasar cualquier cosa. Pero yo no sentí miedo, no lo sentí. Pero cuando te secuestran, tú sabes cómo empieza, pero no sabes ni cuándo acaba ni cómo acaba.

¿Cómo fue el trato que recibió de los guerrilleros?

Fue correcto. Obviamente tenía que estar trasladándome todas las noches, cambiando de sitio. Estuve en cinco sitios en esos días. Pero el trato de ellos siempre fue respetuoso.

No siempre estuvo con los mismos guerrilleros…

No. Ellos me iban moviendo, me entregaban a un grupo, luego a otro. A veces volvía a ver a alguno de los que estuvieron al principio, pero ya no se ocupaba de mí. A un mando medio lo vi un par de veces. Pero no eran mandos de los altos.

¿Cuál es su conclusión de lo que pasa en la zona, en el Catatumbo en general?

El problema de El Tarra, y para la gente que vive allí, es que allí mandan los tres: el Epl, las Farc y el Eln. Muchas veces ya no se sabe quién es quién. Los tres tienen mucha presencia. Incluso el viernes (el 20 de mayo) me dijeron que no debería salir ni siquiera del parque, porque ellos estaban controlando, tienen milicianos por todos lados. Lo que le dije a la guerrilla es que si ellos empiezan a hacer este tipo de cosas, nunca vamos a poder reportar, informar sobre lo que sucede en esa Colombia tan olvidada a la que prácticamente nunca van lo medios nacionales.

Si nos ponen problemas, pues iremos menos. Si está olvidado, eso no tendrá reflejo en los medios nacionales. Lo único que les dije es que nos dejen trabajar porque si no esto no lo va a reportar nadie.

¿Cómo ve las posibilidades de paz con el Eln?

Es un grupo muy complicado. Así se los dije a ellos mismos: ‘si con las Farc ya es complicado, con ustedes va a ser como imposible. Ustedes echan demasiada carreta, demasiada paja’. Además con tantos grupos, incluso a ellos también les parece muy difícil. Es complejo porque son muchos problemas sociales los que hay, y porque es un grupo que tiene una manera de pensar que es muy difícil de cambiar. Son ideas preconcebidas que no tienen un sustento real. Es como hablar con Maduro. Vaya usted a negociar con Maduro…

¿La presencia militar, el llamado cerco humanitario en la zona, pudo haber dilatado la liberación?

No creo eso. Teníamos helicópteros encima todo el tiempo. Me gustó que la entrega se hiciera a un actor como la Iglesia, porque todo lo que es eso de coordenadas, no coordenadas, es un show mediático. Se puede hacer perfectamente todo dentro de ese operativo militar si les da la gana. Todo lo demás es show.

¿Cuándo supo que iba a ser liberada?

El mismo día que me liberaron. A las 10 de la mañana me dijeron que nos íbamos a mover. Pensé que íbamos a otro lado, pero cuando llegamos a un sitio entonces me dijeron que me iban a llevar con una comisión de la Iglesia católica y una comisión local, pero que querían que fuera allí, con gente de la región. Yo les dije que eso sí se los agradecía, porque a un helicóptero de esos que sobrevolaban no me hubiera gustado subirme. Solo tengo palabras de agradecimiento para toda la gente que ha hecho algo por mí. Desde los que solo rezaron hasta el Gobierno, hasta los militares que participaron en los operativos y se han jugado la vida por mi libertad.

El Tiempo

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