Las trayectorias de los candidatos y lo que está en juego

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Del accidente motonáutico al balotaje presidencial, la historia del candidato que quiere ser «más Scioli que nunca»

Daniel Osvaldo Scioli llegó a la consideración pública al principios de los 90 cuando participaba de competencias de motonáutica que en aquella década captaban la atención de la televisión y fue ese conocimiento popular el que más tarde le facilitó el inicio de una carrera política.

En 1997 accedió a una banca de diputado nacional por el Partido Justicialista, en lo que fue el punto de partida de una carrera que pretender coronar este domingo en el balotaje como candidato a presidente por el oficialismo.

Con una historia que mezcla la épica deportiva, el pasado empresario, su empatía con los medios de comunicación y una participación política que barrenó los vaivenes del peronismo de los últimos 20 años, Scioli buscará convertirse en el sexto presidente peronista elegido en comicios democráticos.

Scioli es definido por sus compañeros dirigentes peronistas como «un hombre que no habla mucho», pero que «tiene una firme convicción de cumplir con lo que se propone, con mucha paciencia y siempre poniendo la otra mejilla a las críticas», lo que lo fue transformando en un dirigente con una imagen incombustible.

Segundo hijo de un importante empresario de electrodomésticos -«Casa Scioli»-, con 58 años, fue muchas veces subestimado por propios y extraños por sus discursos pocos creativos o reiterativos con palabras comunes como «fe» y «esperanza»; pero su voz se impuso de cara a la segunda vuelta como la del único vocero de su propia campaña.

Otro de los fuertes vientos que logró superar el ex motonauta en sus 18 años de carrera política que comenzó con la convocatoria del ex presidente Carlos Menem, fue la constante desconfianza de algunos dirigentes que lo apuntaban como «poco leal» al proyecto nacional y popular, a pesar de haber sido el vicepresidente del ex mandatario Néstor Kirchner.

Al hombre nacido el 13 de enero de 1957, que vivió sus primeros años en el barrio porteño de Villa Crespo, muchos políticos y empresarios lo imaginaron enfrentado con el proyecto político que conduce la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y, sin embargo, la propia mandataria fue quien aseguró días antes del 25 de octubre que «este proyecto va a seguir porque Daniel Scioli va a ser el próximo presidente».

Con su estilo que combina la clásica liturgia de un dirigente peronista con los modos de un empresario, siempre preocupado por mantener una buena relación con los medios, Scioli conquistó a más de uno de los férreos soldados del ex presidente y lleva como compañero de fórmula a uno de los fundadores del FpV en la provincia de Santa Cruz y amigo de Kirchner, Carlos Zannini.

Durante esta campaña, Scioli se mostró siempre acompañado por su esposa Karina Rabolini, con quien se casó por civil e Iglesia en 1991, tras lo cual se separó en 1998 para volver a convivir con ella en 2003. Se trata de una historia de amor que desde sus comienzos fue pública y que en decenas de oportunidades quedó impresa en las páginas de las denominadas «revistas del corazón».

También es acompañado en varios actos por sus hermanos ‘Pepe’ y Nicolás, su hija Lorena Scioli -que no es hija de la ex modelo Rabolini y que el ex motonauta reconoció años más tarde- y su nieta Camila, nacida en 2013.

Amante de la actividad deportiva e hincha de Boca Juniors, convirtió a su lugar en el mundo, Villa La Ñata -en el municipio de Tigre-, en una importante sede para el futsal profesional, ya que su equipo participa del torneo de AFA y, muchas veces, se anima a jugar de delantero vestido totalmente de naranja, su color preferido.

Como empresario también fue representante de Electrolux en Argentina; y en la función pública fue vicepresidente (2003-2007); gobernador bonaerense (2007-2015); diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires (1997-2002); secretario de Turismo y Deporte (2002); vicepresidente a cargo del PJ; pero a Scioli le faltaba un diploma universitario y en septiembre se recibió de Licenciado en Comercialización de la UADE.

Así, el alumno que inició sus estudios primarios en el Colegio Ward, durante los años que vivió en Ramos Mejía, y que continuó la secundaria en el Carlos Pellegrini, cumplió la promesa que tenía con su fallecido padre José -su madre se llamaba Esther Méndez- y se graduó en la Universidad Argentina de la Empresa.

A pesar de sus relevantes cargos en la función pública, su relación con una modelo y su historia deportiva, en la memoria popular todavía quedan las imágenes del trágico accidente náutico en 1989, que le provocó la pérdida total de su brazo derecho y lo marcó para toda la vida. Una historia de superación que el candidato presidencial siempre recuerda, y a la que se refiere cuando habla de ser «más Scioli que nunca».

Télam

Macri, el empresario que buscó desde Boca y la ciudad un camino propio hacia su sueño presidencial

Macri nació hace 56 años en la ciudad bonaerense de Tandil aunque se crió en San Isidro, en donde concurrió al tradicional colegio Cardenal Newman, y allí conoció a Nicolás Caputo, uno de sus hombres más cercanos y consejero político en las sombras del PRO.

El hijo mayor de Franco Macri era uno de los jefes del grupo Socma y su familia mantuvo una estrecha relación económica con los gobiernos de turno desde la década de los 60, a partir de concesiones y contratos otorgados por el Estado nacional y por la entonces municipalidad porteña.

Esa polémica relación con los negocios vinculados a la política de los ’90 -que incluyó una denuncia por contrabando- será un estigma que lo acompañará hasta hoy, aunque su entorno lo califiquen de «prejuicios» y el propio Macri responda ante terceros que le pregunten al respecto: «Yo no tengo la culpa de los negocios de mi papá».

Con Franco Macri tuvo una relación difícil, que él confesó en más de una oportunidad y lo llevó a separarse de su grupo económico y emprender un camino propio en su mayor pasión: el fútbol y Boca, el club que presidió por 12 años (1995-2007).

Con éxitos deportivos no exentos de sonoras polémicas (con Diego Maradona y Carlos Bianchi, entre las más famosas), Macri usó como trampolín la popularidad que le brindó Boca y armó Compromiso para el Cambio, marca electoral con la que compitió en 2003 por primera vez por el gobierno porteño, perdiendo en balotaje con Aníbal Ibarra.

En 2005 ganó la elección parlamentaria en la Capital (ya con PRO como partido) y en 2007, con Gabriela Michetti como compañera de fórmula, se hizo con la Jefatura de Gobierno, ganando el balotaje al entonces ministro de Educación, Daniel Filmus.

Con un inicio con varios errores y dificultades -que desde la cúpula del PRO hoy admiten- como la denuncia por espionaje del funcionario Ciro James o por la labor de la UCEP, Macri se erigió como uno de los jefes de la oposición y llevó a su espacio político a ganar todas las elecciones en el bastión porteño desde entonces.

Tras un amague en 2011 de lanzarse a la presidencia, eligió jugar por la reelección (que ganó, también ante Filmus) y definió en 2013 comenzar un armado territorial a nivel nacional de cara a competir en la carrera presidencial, siempre con la provincia de Buenos Aires como el distrito más esquivo, por lo que asignó la tarea de crecer allí a su vicejefa de Gobierno, María Eugenia Vidal.

En 2014, en forma gradual y con más bajo perfil (lo que lo diferenció de Sergio Massa), Macri cosechó buenos lazos con referentes de la UCR de todo el país y pidió a sus dirigentes porteños que pasen a militar a la Provincia, por lo que comenzó a posicionar a varios referentes en el conurbano, algunos de los cuales lograron triunfar el 25 de octubre y alzarse con intendencias.

El punto de inflexión de PRO fue la Convención Nacional de la UCR en Gualeguaychú, cuando el partido radical, de la mano de Ernesto Sanz, decidió (por una escueta diferencia en votos) aliarse al macrismo y a la Coalición Cívica, en un frente electoral que se llamó Cambiemos.

En el interín, Macri debió enfrentar uno de sus más ásperos conflictos internos en el PRO, cuando no pudo convencer a Gabriela Michetti de declinar su candidatura en la primaria por la jefatura de gobierno porteña con Horacio Rodríguez Larreta, su elegido, que finalmente ganó la interna y luego la elección porteña ante Martín Lousteau (UNEN).

Macri obtuvo el segundo lugar más votado tanto en las PASO presidenciales como en la elección general del 25 de octubre pasado, y logró el objetivo principal fijado por su partido: forzar un balotaje presidencial -el primero de la historia argentina- y disputar mano a mano con el oficialismo para suceder a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Télam

Los caminos de Macri y Scioli con destino Casa Rosada

El líder del PRO, Mauricio Macri, competirá por primera vez por la Presidencia de la Nación, el mayor desafío de una trayectoria política que lo llevó primero a Boca Juniors y luego al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Educación. Nacido en Tandil el 8 de febrero de 1959, el candidato presidencial de Cambiemos cursó la primaria y la secundaria en el Colegio Cardenal Newman, donde conoció a Nicolás Caputo, su consejero de máxima confianza hasta el día de hoy. Se recibió de Ingeniero Civil en la Universidad Católica Argentina y en 1984 se incorporó a Socma, la compañía de su padre, Franco Macri.

Hace 24 años fue secuestrado. En 1991 fue secuestrado y durante 12 días permaneció en cautiverio hasta que fue liberado tras el pago de seis millones de dólares, aunque el episodio le dejó traumas que tiempo después tratarían de corregir sus asesores políticos. El consultor estrella del PRO, Jaime Durán Barba, suele contar que cuando conoció a Macri, en 2005, notó que tenía el reflejo de tomar una leve distancia de las personas que se le acercaban durante las recorridas de campaña y que eso, a su criterio, era una secuela del secuestro que debió subsanar.

Familia. Macri es padre de cuatro hijos y está casado desde el 16 de noviembre de 2010 con la empresaria Juliana Awada con quien tuvo a su hija más chica, Antonia, que según él lo llevó a descubrir una nueva forma de paternidad a los 50 años.

De Boca a la política. Su trayectoria política comenzó en el club Boca Juniors, del cual fue presidente a partir de 1995 y dejó en 2007, con el pergamino de haber gestionado el período más exitoso del club en lo futbolístico. Macri todavía usaba traje y corbata, lucía bigote y hablaba con el tono nasal y poco entendible asociado siempre a las clases acomodadas cuando, en 2003, fundó el partido Compromiso para el Cambio, hijo de la crisis institucional y política que derivó del caos de 2001.

 

Con su espacio político recién creado, el expresidente de Boca se postuló como candidato a jefe de Gobierno porteño y enfrentó al oficialista Aníbal Ibarra, a quien le ganó la primera vuelta por una diferencia de cuatro puntos, pero perdió en el balotaje por 53 a 46.

En 2005 se asoció al exministro de Economía Ricardo López Murphy, con quien creó la alianza Propuesta Republicana, a la que el publicista Ernesto Savaglio recortó el nombre para sintetizar en PRO. En 2007 volvió a postularse para jefe de Gobierno y comenzó entonces la transformación que incluyó hasta el apellido: los propios empezaron a llamarlo simplemente «Mauricio» para evitar la carga negativa asociada a su padre empresario, aunque el entonces presidente Néstor Kirchner se encargaba de recordar por entonces que «Mauricio es Macri».

Una vez que asumió en la Ciudad, se afeitó su clásico bigote (por recomendación de Durán Barba), empezó a quitarle formalidad a su vestuario, dejando la corbata de lado y a corregir con la ayuda de la fonoaudiología su dicción, para hacerlo más entendible.

El líder del PRO fue reelecto en 2011, luego de amagar hasta último momento con lanzarse hacia la Presidencia, pero desde ese entonces el PRO trabajó para convertirlo en candidato a la Casa Rosada. Luego de las elecciones primarias, Macri ensayó un giro en su discurso al prometer que mantendría muchas de las cosas hechas durante los 12 años de kirchnerismo y a las que su partido se había opuesto.

Tras matizar ese discurso (que le valió las burlas de kirchneristas y opositores por igual), mostró otro cambio: pasó de rechazar al peronismo a inaugurar un monumento de Juan Domingo Perón y pedir el voto de los peronistas. Los actos con música, globos de colores y baile se convirtieron en su sello personal ante cada triunfo en las urnas, lo que espera poder repetir este domingo para convertirse en el próximo presidente de los argentinos.

Fruto del vértigo político y la constancia deportiva

Cuando Daniel Scioli inició su carrera deportiva como competidor de motonáutica, hace casi 30 años, jamás pensó que ahora, tras un periodo como Vicepresidente y dos como gobernador bonaerense, finalmente competiría por la Presidencia de la Nación, el máximo objetivo de su trayectoria política.

Hijo de empresario. Surgido del ámbito empresarial (su padre era dueño de una cadena de casas de electrodomésticos) y conocido para el público a partir de su incursión como piloto y campeón de lanchas rápidas, el gobernador es uno de los pocos dirigentes que goza de un cien por ciento de conocimiento en el electorado nacional. Hincha de Boca, pese a que no suele exteriorizarlo, hizo del «futsal» su cable a tierra y participa de los partidos oficiales de su equipo Villa La Ñata, aunque probó varios deportes, incluso el tenis hasta que perdió el brazo derecho. Fue en diciembre de 1989, en un resonante accidente en su lancha «La Gran Argentina» a la altura de Ramallo, luego de que una hélice de la embarcación le cortara la extremidad: este episodio lo obligó a forjar su temple para reponerse frente a las adversidades, según remarca el propio dirigente, y a partir de allí desplegó una carrera política que tiñó con «fe y optimismo», el mantra de su filosofía de vida al que le añadió el color naranja como bandera distintiva.

Un hermano secuestrado en los 70. En 1975 un grupo armado secuestró a su hermano menor, José «Pepe», hoy presidente de la Fundación Desarrollo Argentino (DAR), cuando tenía 14 años, y lo mantuvo tres semanas en cautiverio.

Familia. Scioli, además, es padre de Lorena, a quien reconoció cuando la joven tenía 15 años y que es fruto de un noviazgo con una exempleada de Casa Scioli -el local de electrodomésticos de su padre- y desde hace dos años y medio es abuelo de Camila. En pareja con la exmodelo Karina Rabolini desde hace 30 años (se divorciaron en 1998 y en 2003 volvieron a convivir) buscaron un nuevo hijo a través de varios tratamientos sin éxito: hoy presidenta de la Fundación Banco Provincia se convirtió en su principal compañera de campaña, oficiando como una suerte de embajadora política que recorrió el interior del país y se reunió con gobernadores e intendentes justicialistas.

Su esposa encuadra perfecto con un mundo en el que Scioli se mueve con soltura, el del espectáculo, al punto que es muy amigo de artistas como Ricardo Montaner, el dúo Pimpinela, Julio Iglesias y Marcelo Tinelli, entre muchos otros. En su primer intento para acceder al Sillón de Rivadavia,

Educación. En paralelo a su intensa agenda proselitista, el gobernador además aprobó los exámenes de las materias que debía de su carrera en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y a principios de este mes defendió con éxito su tesis y se recibió de Licenciado en Comercialización.

Su incursión política. Apadrinado a mediados de los noventa por el entonces presidente Carlos Menem, Scioli se metió en política como parte de la renovación peronista, en la que también se encuadraban otros personajes que habían ganado fama en el ámbito del deporte y el espectáculo, entre ellos el expiloto de Fórmula 1 Carlos «Lole» Reutemann y el cantante Ramón «Palito» Ortega.

De la mano del riojano obtuvo su primer cargo público en 1997, cuando asumió una banca en la Cámara de Diputados, el cual fue el primer peldaño hacia su máxima aspiración: la Casa Rosada. Así pasó por la Secretaría de Turismo y Deporte en tiempos del interinato de Eduardo Duhalde, saltó a la Vicepresidencia en 2003 acompañando a Néstor Kirchner y quedó a cargo de la Gobernación bonaerense en los últimos dos períodos, desde donde busca catapultarse a la Nación «Me prepare toda la vida para esto», repitió Scioli en cada presentación de campaña, confiando en el acompañamiento en las urnas en lo que será su mayor desafío político de su vida.

Mirado con cierta desconfianza por el kirchnerismo puro, el bonaerense finalmente fue ungido por Cristina Kirchner como el único postulante del oficialismo, por lo que cuenta con el respaldo de la estructura del peronismo tradicional.

MDZ Online

Lo que está en juego el domingo en Argentina – Por Martin Hacthoun

Unos 32 millones de argentinos acudirán mañana a las urnas para escoger entre un proyecto probado, cuyo candidato Daniel Scioli promete mejorar, y otro que representa Mauricio Macri, sobre el que gravita incertidumbre.

Ese estado de duda creció en los últimos días desde que Scioli, el candidato del Frente para la Victoria (FpV), insistió en mostrar los puntos débiles y demagogos del discurso electoral de su rival de la alianza de derecha Cambiemos.

Para el comentarista político Mariano Beristain, los comicios «representan un punto de quiebre de un modelo socio-económico que, aunque no produjo un cambio estructural en la distribución de la riqueza, sí sacó al país de la emergencia socio-laboral».

Además, «recuperó el rol activo del Estado y marcó el camino del desarrollo sobre una base industrialista», remarcó. Esa opinión la expresa desde una mirada hacia dentro, en lo nacional.

Hacia el exterior -habría que agregar- el modelo que impulsaron los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández contribuyó a propulsar la integración regional y multiplicar las relaciones políticas y económicas de Argentina con el resto del mundo resguardando la soberanía del país.

Por lo que hay mucho más en juego que va más allá de las fronteras argentinas.

Beristain opina en un análisis para el diario Tiempo Argentino que Scioli «propugna una visión neo-desarrollista con márgenes de inclusión más limitados mientras que Macri encarna un proyecto neoliberal, signado por el ajuste del gasto público, la reducción del Estado y el libre albedrío al sector privado concentrado».

El empleo -continúa el comentarista- «es uno de los puntos clave que no deben perderse de vista a la hora de colocar el voto en la urna».

Sustenta su señalamiento con cifras evidentes: en el segundo trimestre del año Argentina registró una tasa de desocupación del 5,9 por ciento, el mejor registro en los últimos 28 años, desde el 5,7 de octubre de 1987, mejoramiento que se puede perder con un model neoliberal y de ajustes económicos.

También fundamenta su análisis en avances evidenciados en programas sociales, construcción de viviendas, crecimiento del consumo, progresos científicos y tecnológicos, subsidios a los servicios, ampliación de los derechos laborales y humanos, entre otros.

En lo regional, «el futuro de la integración latinoamericana y caribeña está en juego en esta elección», considera el embajador Oscar Laborde, director del Instituto de Estudios de América Latina (Ideal).

La creación y fortalecimiento de mecanismos como el Mercosur, Unasur y la Celac redundaron en mayor unidad y en beneficios de los pueblos de la región, permitiendo alcanzar «grados de soberanía y presencia internacional, desconocidas en nuestra historia», recalca el especialista en relaciones internacionales.

La mayor expresión de esa construcción -amplió- fue el hecho histórico de haberle dicho No al ALCA. Decisión que nos llevó a un mayor crecimiento y distribución de la riqueza»

Alerta que actualmente esas políticas de integración y los gobiernos que las llevan adelante, están siendo acosados por una contraofensiva conservadora a nivel global y regional.

«La expresión en Argentina de esa postura es la candidatura de Mauricio Macri», afirma Laborde.

A su juicio, si triunfa el candidato de Cambiemos «significará el fin del proceso de la integración latinoamericana como se fue gestando hasta la fecha».

Macri no sólo cultiva amistades con los candidatos de derecha en los distintos países de la región, como Aesio Neves en Brasil, Enrique Capriles en Venezuela, Álvaro Uribe en Colombia y Sebastián Piñera en Chile, sino que varios de ellos -señala- son integrantes de la Fundación Internacional para la Libertad, organización de extrema derecha.

No esconde la intención de confrontar al gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro, ni el de Bolivia de Evo Morales, incluso entrevió que solicitará la expulsión de Venezuela del Mercosur.

Con esas posturas -advierte el titular del IDEAL- corre peligro el Mercosur y la Unasur, dando posibilidades mayores a la Alianza del Pacífico y que Uruguay se reincorpore al Acuerdo sobre Comercio de Servicios, conocido por el acrónimo en inglés TISA, y que Brasil se oriente mucho más a los BRICS.

También se afectará el comercio entre nuestros países que tanto favoreció la generación de empleo, sostiene Laborde.

Así, entre relevancias internas y repercusiones externas los argentinos irán a votar el domingo, bombardeados desmedidamente por una ofensiva mediática dirigida a generar odio y rechazo hacia el proyecto que ha propulsado a Argentina.

Como dijo a Prensa Latina el viernes al comenzar la veda electoral un trabajador de mantenimiento de un edificio de la calle Suipacha del Microcentro porteño, «No sé, es complejo, hay que pensarlo muy bien».

Prensa Latina

 

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