Morazán libre
Por Gerardo Torres Zelaya *
«Viene el diablo vestido con el uniforme Federal» decían (mentían) las fuerzas conservadoras (religiosos, monárquicos, aristócratas criollos que no querían perder sus privilegios) para engañar al pueblo y ponerlo en contra del proceso de su propia liberación. Son las mismas voces de entonces y de ahora las que hacen que algunas personas idolatren el metal de las cadenas que los apresan. Son ellos el verdadero diablo disfrazado.
Francisco Morazán era un Libertador, no un libertario. Creía en la libertad de las personas, no en el mediocre y visceral poder desenfrenado del dinero; de los que tienen dinero a costa de la miseria de los demás.
Creía que la verdad era capaz de iluminar la vida del hombre y la mujer. Promovió la educación y la salud pública; creía que la cultura y el acervo eran derechos fundamentales, como lo era el agua. Un pueblo ignorante nunca podrá ser realmente libre.
Creía en la dignidad del ser y de la Patria, no en el cobarde entreguismo a las potencias extranjeras. Morazán era antiimperialista y como resultado lógico era unionista, latinoamericanista, centroamericanista. La integración tiene una intención obvia: la Patria Grande unida, nunca podrá ser vencida. Dividirla y fomentar el odio entre los pueblos hermanos sólo le sirve a los intereses de las aves de rapiña.
Morazán creía que los poderes fácticos debían pagar impuestos y someterse a la voluntad del pueblo. Creía en la preponderancia de lo público. Era un hombre laico y de Estado.
Era también un gran estratega militar, de los pocos en la violentada historia hondureña que no alzó sus armas contra el pueblo. Entendió que un militar sin amor por el pueblo, sin amor por la Patria, sin dignidad y sin estudio, fácilmente podría convertirse en una poderosa herramienta para los intereses injerencistas y de expropiación a la riqueza nacional.
Para Morazán, las armas eran las herramientas de su época para lograr sus objetivos. Fue un General y fue mucho más. Era el líder de una insurrección popular contra aquellos que querían regresar a ser plebeyos. Era el referente más importante del pensamiento progresista en Centro América. Cachureco nunca fue, y si viera en lo que se convirtieron los liberales seguramente le costaría creer la pleitesía con la que se persignan cada vez que escuchan la voz del poder imperial.
Morazán era el líder de la liberación del pueblo. Y como es eterno, sigue luchando, 232 años después de su natalicio.
Acá estamos sus tropas populares, siempre firmes contra los conservadores de turno.
*Vicecanciller de la República de Honduras. Secretario Internacional del Partido Libre.