¿Quién fue Bartolina Sisa?
Por Agustina Ramos
El 5 de septiembre se conmemora el Día de la Mujer Indígena en conmemoración de Bartolina Sisa, aymara que luchó contra el imperio español y fue juzgada 1782 a una ejecución pública y cruel. La fecha se instauró en el Segundo Encuentro de Organizaciones por los Legítimos Derechos de las Naciones Originarias para recordar una de las grandes sublevaciones indígenas contra la explotación española.
En las noches de marzo de 1781, las cumbres de los cerros de los alrededores de La Paz fueron alumbradas por hogueras y se impuso el sonido fuerte y ronco de los «potutos» —las bocinas de cuerno de buey— de las tropas aymaras. El 13 de marzo de ese año comenzó lo que sería el acontecimiento militar más destacado dentro de las sublevaciones indígenas de fines del siglo XVIII contra el colonialismo español: el sitio a La Paz, encabezado por Bartolina Sisa y Tupac Katari.
El despertar a la lucha
Con una infancia marcada por el comercio, Bartolina Sisa, junto a su familia, pudo librarse de la condición de servidumbre a la que estaba expuesta la población originaria por parte de los señores feudales. Además, a partir de los numerosos viajes donde su familia traía y llevaba coca y telas de la tierra, Bartolina observó las condiciones de sumisión y hostigamiento en las que vivían muchxs indígenas en los partidos de las Yungas, Sicasica y La Paz. En 1769, a los 19 años, Sisa formó su propio movimiento comercial y se independizó de sus xadres.
Una suerte similar vivió Julián Apaza, cuyo nombre de guerra fue Tupac Katari. Nacido en Ayoayo y huérfano a temprana edad, el joven pronto fue requerido por el servicio de la iglesia de su pueblo y vivió por unos años en la casa cural. Esto le permitió observar la explotación de los trabajadores de la tierra y la expoliación de sus escasos productos. A los 17 años fue reclutado por el servicio de la mita para las minas de Oruro, donde permaneció durante dos años. Allí fue testigo del «trato inhumano dado por capataces, mayordomos y soldados, con látigos, golpes y arcabuces», tal como lo describe Alipio Valencia Vega en su libro Bartolina Sisa (1978). Al regresar a su comunidad se informó sobre el comercio en ascenso de la venta de coca y telas de la tierra y decidió comenzar a practicarlo.
Con una dedicación en común, Sisa y Apaza se conocieron en uno de los tambos de la ruta comercial y en 1770 se casaron. En sus viajes comerciales, el matrimonio tuvo contacto desde inicios de la década de 1770 con Gabriel Condarkanki (Tupac Amaru), uno de los descendientes de Incas nacido en Tinta; su esposa, Micaela Bastidas Puyucahua; y Tomás Katari y sus hermanos, de Chayanta. De esta manera, con diez años de antelación, comenzaron a planearse las sublevaciones indígenas de 1780 y 1781 contra el poderío español con inicio en Chayanta, seguido por Tinta y, finalmente, el cerco a La Paz.
Las mujeres en los levantamientos aymaras
La periodista Mariana Ari, es su artículo «Las ‘otras’ mujeres de la rebelión Sisa-katarista (1781-1782)», afirma que «tanto en la insurgencia amarista como en la sisa-katarista, las mujeres no sólo fueron comandantes, generalas y soldados sino también creadoras de ideología, tanto con su actuación como discursivamente«. Si bien esto sorprendió a los españoles, la participación de las mujeres en la insurrección concordaba con los fundamentos de la familia indígena pre-colonial, donde hombres y mujeres eran iguales ante el trabajo de la tierra.
En las sublevaciones aymaras de principios de la década de 1780, Bartolina Sisa comandó y obtuvo la obediencia de sus tropas junto a su esposo Tupac Katari, fue nombrada virreina del Inca e intervino con ideas y consejos sobre el desarrollo de la insurrección. Cuando La Paz fue sitiada en marzo de 1781, para no desatender los dos campamentos principales, Katari se hizo cargo de El Alto y Sisa de Pamjasi, de forma complementaria.
Aunque los españoles poseían armas de fuego y una mayor técnica de guerra, las tropas de Katari y Sisa causaron temor no sólo porque llegaron a ser 80 mil combatientes, sino también por su destacada ofensiva. Por esta razón, el ejército realista recurrió a incitar la traición dentro de las tropas indígenas. Así, Bartolina Sisa fue apresada el 2 de julio de 1781.
En la prisión, los españoles intentaron que Sisa confesara y, en cambio, recibieron una de sus más célebres declaraciones. Cuando la interrogaron sobre las motivaciones que la llevaron a la rebelión, ella contestó: “Para que extinguida la cara blanca, sólo reinasen los indios”.
El 10 de noviembre de 1781, Tupac Katari fue sorprendido y capturado por el capitán de la Infantería de Saboya, Mariano Ibáñez, producto de otra traición dentro de sus tropas. Dos días después fue sentenciado a una muerte cruenta en la Plaza de Peñas. Esta noticia llegó a Bartolina Sisa, y su propia sentencia de muerte fue declarada un año más tarde, el 5 de septiembre de 1782, dictada por el oidor Francisco Tadeo Díez de Medina.
“Cuando los invasores españoles advirtieron que las mujeres indias luchaban junto a sus compañeros varones en igualdad de condiciones —escribe la periodista Mariana Ari—, la violencia se ensañó contra ellas en exterminios ‘ejemplificadores’ que se llevaron a cabo en las comunidades”. El de Bartolina Sisa fue uno de ellos. En su cuaderno, Díez de Medina dio detalles de la sentencia: “se claven su cabeza y manos en picotas con el rótulo correspondiente, y se fijen para el público escarmiento en los lugares de Cruz Pata, Alto de San Pedro y Pampajasi, donde estaba acampada y presidía sus juntas sediciosas”.
En 1983, en el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América se decidió que cada 5 de septiembre se celebre el Día Internacional de la Mujer Indígena en su honor. Bartolina Sisa fue quizás el nombre más célebre entre las mujeres que lucharon en los levantamientos indígenas, pero no por eso la única. Otros nombres destacados fueron Tomasa Titu Condemayta, Micaela Bastidas Puyucagua, Manuela Condori, Gregoria Apaza y muchas otras heroínas de renombre y otras tantas, anónimas. El 5 de septiembre las recuerda a ellas e invita a pensar la situación actual de las mujeres indígenas en todo el mundo.