CEPAL: América Latina cayó en la trampa de bajo crecimiento

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CEPAL: América Latina cayó en la trampa de bajo crecimiento

Julio Gutiérrez

La región de América Latina y el Caribe se encuentra atrapada en una fase prolongada de bajo crecimiento económico, producto de una disminuida capacidad para crear empleo formal y un incremento constante en la cantidad de personas que laboran en esquemas informales, reveló la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

En México, los efectos de la desaceleración económica en Estados Unidos ya se notan en la actividad, con un menor ritmo en el consumo y los niveles de inversión, por lo cual el organismo anticipa que el crecimiento sea de 1.9 por ciento este año y en 2025 se mantenga una tendencia a la baja, puesto que la proyección para el avance del PIB es de 1.4 por ciento.

Para la región, el pronóstico es que la economía crezca a una tasa de 1.8 por ciento este año y 2.3 por ciento el siguiente. José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Cepal, planteó que la pérdida de dinamismo de la actividad económica en nuestro país también es resultado de la incertidumbre que se vive a nivel internacional, así como el menor gasto público que ejercerá el gobierno, al mismo tiempo que inciden las proyecciones sobre el elevado déficit fiscal que se proyecta para la siguiente administración.

Hay señales claras de una desaceleración en la economía de Estados Unidos y eso sin duda ha afectado a México, Centroamérica y los países para los que la principal economía del mundo es un gran socio comercial, aseguró en videoconferencia.

Al presentar el Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2024, el secretario ejecutivo de la Cepal recordó que México hizo el compromiso de realizar una consolidación fiscal a la brevedad, toda vez que el déficit público que se anticipa para el presente año es de 5 por ciento como proporción del PIB el mayor desde 1990.

No obstante, aclaró, el país cuenta con condiciones para dar la vuelta a la compleja situación a la que se enfrenta y uno de los factores más importantes que pueden dar fuerza al entorno económico es el fenómeno de la relocalización de empresas, toda vez que es una de las naciones que está “mejor colocada para llevar acabo el nearshoring, está muy integrado con muchas industrias y tiene tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá”.

Y si bien hay anuncios de inversión en México a raíz del fenómeno de la relocalización, éstos solamente representan 2 por ciento del PIB, “es decir, es un país muy grande, se requieren muchos más anuncios para mover las agujas. Hay áreas y estados que se han transformado mucho, pero el crecimiento de una economía como la mexicana requiere de más factores, inversión nacional, que las pymes, empresas y sectores profundos en las zonas rurales también tengan movimiento, fortalecer la fuerza laboral, mayor productividad, etcétera.

“No es una paradoja, es insuficiente; la inversión extranjera directa no puede mover el país, hacen falta más cosas, la política social, la efectividad de las instituciones y los programas, eso no quiere decir que no sea importante, el nearshoring es fundamental, una de las grandes ventajas de México es estar tan cerca de Estados Unidos.”

Años perdidos

El estudio de la Cepal indica que la región se encuentra en una fase de bajo crecimiento que se ha prolongado por décadas, pues luego de tener tasas de crecimiento superiores a 5 por ciento en las décadas de 1950, 1960 y 1970, entre 2015 y 2024 el PIB avanzó en promedio 0.9 por ciento. Las malas decisiones de inversión, la baja productividad y el limitado espacio fiscal de los países han llevado a esta situación.

Concomitantemente, la capacidad de la región para crear empleo se ha reducido y, cada vez más, la mayor parte de ellos son de carácter informal, por lo que más de la mitad de las personas ocupadas son informales, número que ha tendido a incrementarse en la última década, expuso.

En este sentido, la Cepal refirió que la trampa de bajo crecimiento en la que se encuentran las economías de la región ha provocado una reducción en la capacidad de creación de puestos de trabajos, en particular formales, y que grupos como jóvenes, mujeres, personas mayores, personas con bajo nivel educativo, migrantes y personas que viven en zonas rurales sean más propensos a ser trabajadores informales.

La Jornada

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