Las petroleras han retrasado las nuevas energías durante 50 años

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Las petroleras han retrasado las nuevas energías durante 50 años

Las asociaciones de la industria del petróleo y el gas han repetido durante más de 50 años un libreto engañoso y ejercido presión política para oponerse, debilitar y retrasar la transición energética global, indicó un estudio de expertos del laboratorio de pensamiento InfluenceMap.

“Este uso prolongado de narrativas engañosas probablemente ha retrasado la transición energética durante décadas y continúa representando una seria amenaza para el progreso de la política climática”, dijo Tom Holen, director del programa InfluenceMap para la transición energética.

Expuso que “muchas empresas de petróleo y gas justifican sus importantes emisiones de alcance 3 señalando la demanda de los consumidores, alegando que está más allá de su control”, en referencia a las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por usuarios de sus productos fuera de la cadena de valor específica de la empresa.

“Sin embargo, este informe desafía esa narrativa, al descubrir un manual estratégico diseñado para proteger y sostener las fuerzas sociales y de mercado que favorecen los combustibles fósiles”, afirmó Holen.

Un resultado directo y palpable ha sido la el retraso, a lo largo de décadas, del desarrollo e implantación de los vehículos eléctricos como alternativa a los que emplean combustibles fósiles, grandes emisores de dióxido de carbono (CO2).

Según el informe “Cómo la industria petrolera ha mantenido su dominio del mercado mediante la influencia política”, el libreto de estrategias ha sido utilizado al menos desde el año 1967 por las principales asociaciones de la industria.

En primer lugar, por el Instituto Americano del Petróleo (API en inglés) que reúne a unas 600 compañías del sector en Estados Unidos, y desde la última década del siglo pasado por las asociaciones de empresas petroleras Fuels Europe (europea) y Fuels Industry UK, del Reino Unido.

El informe agrupa los argumentos utilizados sistemáticamente por estas asociaciones en tres categorías, la primera de las cuales es “Escepticismo sobre las soluciones”, que resta importancia al impacto y la viabilidad de las energías alternativas. La segunda es “Neutralidad de las políticas”, que promueve la elección del consumidor, soluciones de mercado y una mínima intervención gubernamental.

Y luego “Asequibilidad y seguridad energética”, que presenta las alternativas a los combustibles fósiles como un riesgo para una energía rentable y segura.

La evidencia más temprana recogida en el análisis, de 1967-1992, permitió ver que API utilizó las tres narrativas. Los datos desde 1993 y 2013 sugieren una adopción del mismo manual de estrategias por Fuels Europe y Fuels Undustry UK.

El estudio sostiene que durante los más de 50 años que lleva utilizándose ese manual –para presión política e influencia sobre la opinión-, el crecimiento de los vehículos eléctricos y las energías renovables en Estados Unidos y Europa ha sido limitado.

En el mismo período crecieron “significativamente” las emisiones asociadas con la venta de los productos de combustibles fósiles de los miembros de las asociaciones.

Entre 1950 y 2022, los miembros de las asociaciones citadas tuvieron una contribución combinada de 350 000 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero, aproximadamente 18 % del total acumulado de emisiones de CO2 del mundo.

El estudio sostiene que aun cuando la comunidad científica, los formuladores de políticas y el público mejoraron su comprensión de la crisis climática y sus causas, los gigantes del petróleo y el gas continuaron empleando sus narrativas en su oposición a diversas políticas climáticas que amenazarían su industria.

También asienta que esas narrativas todavía se utilizan, “a pesar de la clara orientación del Ipcc (sigla en inglés del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) de que las tecnologías alternativas son viables y deben ampliarse junto con la eliminación gradual de los combustibles fósiles.

El informe también indica que algunas de las mayores compañías petroleras y de gas siguen pagando una alta prima por participar en las asociaciones industriales, a pesar de que no parecen representarlos completamente en política climática.

La angloneerlandesa Shell, y las estadounidenses Chevron y Exxon han revelado que pagan entre cinco y 12,5 millones de dólares por año para ser miembros de API.

InfluenceMap encontró que esas empresas parecen alineadas con los criterios del conjunto API en lo relativo a la exploración y desarrollo de combustibles fósiles, y una “desalineación parcial” en la posición sobre política climática.

En el caso de FuelsEurope (40 empresas miembros) y Fuels Industry UK (ocho) “apoyan ahora con frecuencia el desarrollo de combustibles renovables y con bajas emisiones de carbono y la descarbonización del transporte”, indica el informe.

Sin embargo “eso se hace con la excepción de que los productos que pueden derivarse de combustibles fósiles estén incluidos en las políticas, como el hidrógeno, el fas natural licuado o los combustibles de carbono reciclado”.

Ambos grupos también han seguido oponiéndose a políticas cuyo objetivo sea eliminar gradualmente los vehículos de combustión interna o promover únicamente los vehículos eléctricos o las soluciones renovables, según el informe.

En su conclusión, la investigación “revela la naturaleza arraigada de la oposición de la industria del petróleo y el gas a las alternativas a los combustibles fósiles”, y una estrategia empleada durante décadas para obstaculizar el progreso hacia la transición.

Y como agregado reconoció que “no está claro hasta qué punto todos los miembros de las asociaciones de la industria del petróleo y el gas que se analizan en este informe siguen apoyando las tácticas de sus grupos industriales en materia de vehículos eléctricos y políticas de energía renovable”.

IPS Noticias

 

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