Se vengaron de Xóchitl… – Por Carlos Portillo

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Carlos Portillo *

Era 12 de marzo de 2016. El “Jefe Diego” celebraba su cumpleaños 75 en su rancho de Jerécuaro, Guanajuato. Al evento asistieron los expresidentes Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón, el perredista Carlos Navarrete, además de Salomón Chertorivski, Ricardo Anaya, José Antonio Meade, entre otros políticos del PRI, PAN y PRD, aunque eran los tiempos en que supuestamente no se aliaban.

También estuvo el periodista Ciro Gómez Leyva, Jorge Castañeda, los empresarios Carlos Slim y Olegario Vázquez, dueño de Grupo Imagen, Excélsior y el Hospital Ángeles; y Norberto Rivera, cardenal acusado de encubrir pederastas. Pura fichita, como dicen.

Fue en esa fiesta que Xóchitl tuvo la ingenua idea de transmitir en vivo mediante la plataforma Periscope de aquel entonces, presumiendo del banquete y sus invitados. “Nos estamos portando bien, ¿eh?”, bromeó de inmediato Navarrete y señaló a Calderón.

“¡Saluden al Periscope!”, insistía Xóchitl mesa por mesa. Pero al momento en que apareció Salinas a cuadro, la cámara dio un giro brusco hacia otro lado. “Aquí está el doctor Narro (secretario de Salud de Peña Nieto)” y un largo etcétera. Sin darse cuenta, confirmaba lo que López Obrador denunciaba desde hacía años: existía una mafia del poder y simulaban ser adversarios.

Cinco años después quedó más que confirmado: PRI, PAN y PRD se unieron en coalición para ir contra Morena, en los comicios intermedios del 2021. El diagnóstico que arrojó esa elección fue que, muy probablemente, les seguirían más y más derrotas, como perder el histórico bastión priísta: el Estado de México, en 2023. Todo apuntaba hacia un desastroso fracaso en las presidenciales del 2024. No había ni por dónde rascarle para encontrar candidata o candidato.

En un acto que se podría calificar de perverso, Claudio X. González y su grupo eligieron a Xóchitl como cartucho a quemar en una elección que ya se sabía perdida. Primero, para blanquear su racismo y su clasismo alegando que era indígena, que venía de abajo; “¿cómo pueden ser elitistas si votan por Xóchitl?” Segundo, para exhibir su falta de preparación y de habilidades, usándola como chivo expiatorio una vez ocurrida la evidente derrota; “es que tuvimos pésima candidata…”, en lugar de asumir que la mayoría de los votantes les va a seguir cobrando, en las urnas, por el Fobaproa, las privatizaciones, la eliminación de las pensiones, las reformas para precarizar el trabajo, el intento por desmantelar el sector eléctrico, el educativo, el de salud, la supuesta guerra contra el narco y las masacres del periodo neoliberal.

Desde antes de zarpar decidieron hundir el barco y poner a Xóchitl a cargo, acaso para vengarse por la banal, pero simbólica, exhibida que les dio ocho años atrás.

* Escribano, dramaturgo y periodista

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