Medicina ancestral | El universo de las plantas: la diversidad de especies usadas en las montañas de América del Sur

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Por Rosa Chávez Yacila

Desde que era un niño, el profesor Richard Soria, miembro del pueblo indígena amazónico shipibo-konibo, veía cómo su familia empleaba las plantas ―paico, sacha ajo, achiote― no solo para alimentarse, sino también como medicina natural para sus males, allá en su natal Panaillo, en la región de Ucayali, en la frontera de Perú con Brasil. Ya de joven, y cuando comenzó a sentir curiosidad por el camino del espíritu humano después de la muerte, Soria inició su experimentación con el ayahuasca (Banisteriopsis caapi).

Muchos años después, durante la pandemia de la covid-19, su vínculo con las plantas se reafirmó al conformar el Comando Matico: un grupo de indígenas shipibo-konibo que asistió a más de 1.000 contagiados, empleando hojas de matico, un árbol que crece de forma silvestre en costas y selvas de América Central y América del Sur.

“Antes veíamos el matico, pero no con ese nombre. En realidad casi en el mundo shipibo no se conocía que ese era el matico. En el tiempo de la pandemia lo descubrimos”, cuenta el profesor Richard Soria, quien a pesar de ser un hombre conocedor del mundo verde, reconoce que aún tiene mucho por estudiar y aprender.

Desde hace muchos años, la ciencia investiga el uso que las personas le dan a las plantas. Pero aún hay demasiado por descubrir sobre este vínculo, que hasta ahora se sigue renovando como lo sugiere la historia del profesor Soria. De hecho, hasta hace poco no existía una revisión a gran escala de la variedad de plantas que las personas emplean en los distintos territorios del mundo.

Hace menos de un mes, el Centro de Monitoreo de la Conservación del Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP-WCMC) y el Real Jardín Botánico de Kew (en Londres) publicaron en la revista Science los hallazgos del estudio The global distribution of plants used by humans (en español: La distribución global de las plantas usadas por los humanos), que revela la distribución de 35.687 plantas usadas por las personas.

El trabajo estudió la utilización de especies con 10 fines: alimento para humanos, alimento para vertebrados, alimento para invertebrados, fuente de genes, materia prima, medicina, usos sociales, veneno, combustible y usos medioambientales.

“Nadie había compilado tanta información sobre la diversidad mundial de especies de plantas usadas por el humano. Hicimos una primera lista de 40.000 especies teniendo por lo menos un uso dentro de 10 categorías de uso (medicinal, comida, material…)”, explica a OjoPúblico Samuel Pironon, biólogo francés especialista en biogeografía, macroecología y plantas útiles, investigador del Real Jardín Botánico de Kew y uno de los autores del estudio.

Este mapa mundial de los usos de diversidad de plantas fue elaborado por Pironon, Ian Ondo y otros 18 científicos del jardín botánico de Kew, el Centro de Monitoreo de la Conservación del Ambiente de las Naciones Unidas y otras universidades de Europa como Oxford.

Entre sus principales hallazgos se encuentra que las zonas tropicales cuentan con la mayor diversidad de plantas usadas por las personas. Estas son Centroamérica, los Andes tropicales, el Golfo de Guinea, el sur de África, el Himalaya, el sudeste asiático y Nueva Guinea.

Como se conoce, los Andes tropicales están conformados por la regiones andino-amazónicas de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia y son considerados como uno de los hotspot de biodiversidad más importante del mundo. Representan menos del 0.5% de la superficie terrestre de la Tierra, pero albergan el 10% de todas las especies conocidas, así como las plantas y los vertebrados más endémicos del mundo.

Por otro lado, otra de las principales contribuciones del estudio es demostrar que las regiones con mayor diversidad de plantas utilizadas están mayormente desprotegidas. Sobre la evidencia que demuestra que los lugares donde hay más especies usadas tienen menos áreas protegidas, Pironon indica que “significa que esas especies no están bien protegidas, siguen accesibles a los humanos, pero vulnerables a un uso no sostenible”. Es decir, esas plantas están expuestas a la depredación, pues ninguna estrategia garantiza su uso y extracción responsable.

Precisamente, un estudio publicado en 2022 en la revista Remote Sensing reveló que solo el 5% de los ecosistemas del hotspot de los Andes Tropicales están actualmente representados dentro de áreas protegidas.

En la actualidad, decía esta investigación, esta zona ha perdido al menos una cuarta parte de su extensión original y se espera  se espera que más de la mitad de sus especies sufran reducciones en su área de distribución y que 10% de sus especies se extingan para 2050.

El Marco Global de Biodiversidad (GBF) de Kunming-Montreal o Plan de Biodiversidad, de las Naciones Unidas, y la evaluación de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) ―dos de los acuerdos internacionales más grandes sobre biodiversidad― piden que las estrategias de conservación integren mejor relación entre las personas y la naturaleza, explica una publicación del Programa Ambiental de las Naciones Unidas, que presentó el estudio. Para ello, hace falta más investigación de dicha interacción.

“Nuestra investigación es un punto de partida crucial para comprender mejor la enorme diversidad de plantas utilizadas por la gente, su importancia cultural y su distribución por todo el mundo. Plantea muchas cuestiones que merecen un estudio más profundo para informar mejor las políticas y orientar las actuaciones sobre el terreno”, señaló el ecólogo cuantitativo Ian Ondo, otro de los autores del trabajo, en la publicación de las Naciones Unidas.

Algo similar concluye Samuel Pironon sobre la importancia de este trabajo. Según el investigador, los resultados son un punto de inicio muy importante para entender mejor cómo el humano interactúa con la biodiversidad y planear acciones de preservación de la biodiversidad, tanto para su valor intrínseco como para su valor utilitario y para el bienestar del humano.

La recolección de evidencia por primera vez

El ser humano ha usado y usa las plantas como alimento, medicina, materia prima, combustible y más. Sin estas, la vida humana no hubiera sido posible, su progreso tampoco. Hasta ahora la conservación y recuperación del mundo vegetal es una necesidad y una urgencia para enfrentar distintos problemas, como la crisis climática.

Los usos que la humanidad hace de las plantas es extendido y el estudio The global distribution of plants used by humans ofrece evidencia pionera sobre estos y cómo se vinculan con las áreas del planeta con mayor diversidad.

“Enseñamos, a escala mundial, que donde hay más diversidad y rareza de plantas, en general, hay más diversidad y rareza de plantas usadas por el humano. Quizás no suena tan sorprendente, pero es un resultado fundamental que nadie había enseñado con datos y evidencia antes”, explica a OjoPúblico el biólogo Samuel Pironon.

LOS USOS. El estudio de Samuel Pironon y otros científicos clasificó los usos de las plantas en 10 categorías como alimento, medicina, combustible, materia prima, entre otros. Captura: Revista Science

El estudio demuestra, por primera vez con pruebas científicas, que las zonas con mayor diversidad de plantas cuentan con mayor diversidad de plantas usadas por las personas. Para el investigador del Real Jardín Botánico de Kew, este hallazgo significa que la preservación de áreas biodiversas, no solo permite proteger a distintas especies, sino también a los propios seres humanos.

En ese sentido, Elsa Rengifo, bióloga peruana especializada en etnobotánica y exinvestigadora del Instituto de Investigaciones de la Amazonia Peruana (IIAP), opina que los hallazgos del estudio son más que relevantes. “Es una maravilla, yo tengo conocimiento del uso de plantas medicinales, también de las alimenticias, pero son 11 las categorías de uso que se manejan”, dice la experta que lleva estudiando las plantas medicinales de la Amazonía por más de dos décadas.

La investigación, que comenzó en 2016, empleó técnicas de la estadística, modelado de datos ―como machine learning― y ecología para analizar 12 bases de datos que contenían más de 11 millones de registros georreferenciados de especies vegetales hechos por botánicos de todo el mundo. “Fue un proceso muy largo debido a la cantidad de datos y análisis involucrados”, cuenta Samuel Pironon a OjoPúblico.

Las plantas en América del Sur

El estudio The global distribution of plants used by humans también ha demostrado que los trópicos, a diferencia de las zonas templadas, cuentan con una mayor variedad de especies de plantas empleadas. Estos lugares son Centroamérica, los Andes tropicales, el Golfo de Guinea, el sur de África, el Himalaya, el sudeste asiático y Nueva Guinea.

En alturas, los lugares con uso de mayor diversidad de puntos se encuentran entre los 861 y 2.612 metros sobre el nivel del mar. El mapa de la distribución de plantas usadas por el ser humano también muestran la Amazonía latinoamericana como uno de los lugares donde se emplean más especies.

“La explicación es relativamente sencilla: hay más especies de plantas en general en los trópicos, entonces hay más opciones de usos para la gente. Suena lógico y quizás no muy sorprendente, pero no se había dado evidencia de eso antes con datos, y es un resultado que tiene implicaciones importantes”, dice Samuel Pironon.

Asimismo, se determinó que las regiones templadas son proporcionalmente más ricas en especies de plantas asociadas con alimentos, usos sociales y venenos para los vertebrados, en comparación con las zonas tropicales, ricas en especies que contienen proporcionalmente más especies asociadas con los usos más esenciales para la subsistencia humana (alimento, materia prima y medicina para los seres humanos).

Sin embargo, a pesar de la enorme sistematización de variedad de especies empleadas, este mapa global aún es insuficiente, reconocen los autores. “Desafortunadamente, sabemos que esa lista sigue siendo incompleta y miles de especies más tienen usos no documentados. Ahora seguimos [haciendo] esfuerzos para documentar esos usos”, añade el experto.

La cantidad de especies empleadas que aún no están documentadas no permiten hacer análisis más finos, como establecer diferencias regionales o locales. Al respecto Samuel Pironon explica que el estudio permite “decir que hay más [variedad de especies usadas] en los trópicos que en zonas templadas, pero es más difícil decir que hay más en una zona tropical que en otra”.

El especialista indica que, por ejemplo, el estudio no permite afirmar con evidencia dónde hay más variedad de plantas empleadas: si en Sudamérica o en África, pues actualmente existe mucha mayor información disponible sobre el continente africano. “Por eso necesitamos seguir con los esfuerzos de documentar esa diversidad de plantas y usos”, apunta.

TERRITORIOS ARRASADOS. Muchas zonas con uso de mayor diversidad de plantas, y por lo tanto con mayor diversidad de especies, se encuentran ampliamente desprotegidas. Foto: OjoPúblico / Aldaír Méjía

Sobre este punto, el ecólogo Ian Ondo afirmó que “muchas de las plantas utilizadas por la gente aún no han sido descritas científicamente, pero es importante que comprendamos su vínculo con la sociedad y preservemos estas especies como patrimonio común de la humanidad”.

La bióloga especializada en etnobotánica, Elsa Rengifo, ha trabajado una base de datos con aproximadamente 1.138 plantas medicinales empleadas en seis regiones de la Amazonía peruana: Loreto, San Martín, Amazonas, Madre de Dios, Ucayali y Huánuco.

Este registro, sigue abierto a nuevas implementaciones y, para la especialista, es un esfuerzo que se debe ir sofisticando de generación en generación de científicos, pues la Amazonía es una de las zonas más ricas en diversidad de plantas y sus usos.

“La etnobotánica permite recuperar el conocimiento tradicional de las poblaciones nativas y mestizas, porque estamos contra el tiempo, tenemos que recuperar eso. Ya se ha recuperado, pero tenemos que sistematizar. Hay que homogeneizar el conocimiento entre todos para no repetir investigaciones que se han hecho”, advierte la experta.

Rengifo también ha trabajado en iniciativas conjuntas con científicos de distintos países, como Colombia. Allí, existe un importante avance en la clasificación de plantas útiles. En 2022, se publicó el Catalogue of Useful Plants of Colombia, trabajo conjunto del Real Jardín Botánico de Kew y el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. Uno de los hallazgos de este estudio indica que el 45% de las plantas útiles nativas de Colombia carece de evaluaciones de riesgo de extinción.

Asimismo, para la investigadora, Brasil es un país que lleva un avance importante en el estudio de los usos de plantas.

“Sudamérica es un hotspot mundial de diversidad de plantas y tiene una concentración excepcional de plantas usadas por el humano. Es especialmente el caso de los Andes tropicales y la Amazonia”, explica Pironon. Por lo tanto, admite, su análisis subestima dicha diversidad debido a la falta de datos sobre el uso de plantas en esta región.

De acuerdo al experto, seguir documentando la diversidad de usos de las plantas, integrar y estandarizar fuentes de información, y dar acceso justo y equitativo a estas son de los mayores retos para el futuro, especialmente en esta región.

La importancia del conocimiento indígena

Para Alexander Shimpukat, otro de los miembros del Comando Matico, esta planta fue todo un redescubrimiento durante la emergencia sanitaria: hasta entonces, solo lo conocía como un antibiótico natural para tratar o cicatrizar heridas corporales internas. El joven artista shipibo-konibo tenía mucha voluntad para luchar contra el virus, pero también había mucho por aprender.

“Hoy en día la relación con las plantas es más importante, con más compromiso a conservarlas, a sembrarlas y tener nuestros biohuertos para tener las plantas que necesitamos preparadas”, reconoce.

La población indígena shipibo-konibo mantiene un gran uso de las plantas que ha sido estudiado desde la ciencia. En 2018, el ingeniero agrónomo shipibo-konibo Samuel Cauper realizó el Estudio de plantas medicinales desde conocimientos shipibo. Masisea, Perú, en el que registró 100 especies de plantas utilizadas por dicha población del distrito de la provincia de Coronel Portillo, en la región Ucayali.

Estas especies se agruparon en siete categorías de uso: alimenticio, artesanía, combustible, construcción, herramienta, medicinal y tinte. Las dos categorías con más cantidad de especies de plantas utilizadas fueron la alimentación (46) y la medicinal (41).

La bióloga Elsa Rengifo, por su lado, enfatiza la importancia de continuar con el estudio de los conocimientos indígenas sobre las plantas. “La idea es que el conocimiento tradicional tenga un sustento científico para ciertos médicos o las personas que son un poco escépticas”, señala.

De hecho, desde el siglo XX se trabaja en la decolonización de las estrategias de investigación, que entre otras cosas ―como lo explicó OjoPúblico en un reportaje― supone que el conocimiento no solo es producido por la academia científica, sino también por las poblaciones indígenas que detentan información valiosa.

Samuel Pironon también admite la innegable relación entre las poblaciones indígenas y el mundo vegetal. “Sin duda los pueblos indígenas dependen mucho del uso de la biodiversidad, usan gran variedad de especies. Y también pueden ser fuerzas muy importantes para su preservación a través del uso sostenible de esos recursos naturales”, sostiene.

El estudio The global distribution of plants used by humans, sin embargo, muestra un detalle importante: a nivel mundial, hay menos especies usadas donde hay más áreas indígenas, a diferencias de lo que ocurre en zonas no indígenas cercanas.

Para Pironon esto se puede explicar porque, actualmente, muchas áreas indígenas del mundo están en zonas relativamente desérticas, en las que no hay mucha diversidad de plantas: Australia, las regiones boreales (Siberia, Groenlandia, el norte de Canadá), el Sahara y Sahel, entre otras.

“Dado que pueblos indígenas han perdido acceso a muchas de sus tierras en los últimos siglos, vía la colonización, no sería impensable que esas áreas [donde actualmente viven] se constriñieron hacia áreas menos accesibles y con menos recursos vegetales, lo que suena muy negativo obviamente”, dice el biólogo francés.

Esa es la tendencia mundial, agrega Pironon, pero todavía existen varias tierras indígenas donde hay muchas especies empleadas, como Mesoamérica (México) o el sureste de Asia. Allí es donde se vuelve especialmente crucial la preservación de la biodiversidad única, del conocimiento tradicional asociado al uso de esta biodiversidad y del bienestar de las comunidades locales, finaliza el experto.

Ojo Público

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