Integración regional y cooperación en defensa ¿Hacia dónde va América del Sur? – Por Jorge Riquelme
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Por Jorge Riquelme*, especial para NODAL
Al igual que ocurre con el multilateralismo global, la integración regional ha estado marcada por la crisis y su secuela de dispersión. La situación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) es particularmente ilustrativa, con una membresía de sólo seis Estados –tras el reingreso de Argentina y Brasil-, de los doce que alcanzó en su momento. El sinuoso camino de la integración ha tenido su correlato en el ámbito de la defensa, donde se ha virado a una notoria bilateralización de los vínculos, en un marco general determinado por la securitización de las fronteras y los discursos nacionalistas.
Desde una perspectiva regionalista, el ámbito de la defensa había tenido avances relevantes en la década que va desde 2008 y 2018, con el desarrollo del Consejo de Defensa Suramericano (CDS) de la UNASUR, que contó desde sus orígenes con el liderazgo brasileño. En diciembre de 2008 los Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno de esa instancia decidirían en Salvador de Bahía, Brasil, el establecimiento de dicho consejo, como una instancia de consulta, cooperación y coordinación en materias de defensa, con el objeto de consolidar a la región como una Zona de Paz y avanzar hacia una identidad sudamericana en materia de defensa. Sus avances se detuvieron súbitamente con la crisis vivida por la UNASUR en 2018, cuando una serie de países decidieron suspender su participación en la misma.
No obstante, con todos sus avatares, cabe destacar que el CDS se configuró en su momento como el consejo sectorial con mayor visibilidad política de dicho esquema de integración, teniendo avances relevantes en materia de cooperación, en el contexto de las labores de sus diversos ejes de trabajo, a saber: Políticas de Defensa; Cooperación Militar, Acciones Humanitarias y Operaciones de Paz; Industria y Tecnología de la Defensa; y Formación y Capacitación.
Desde luego, el CDS no buscaba constituirse como una alianza militar ni pretendía establecer unas fuerzas armadas regionales. Se trataba meramente de un sistema de seguridad cooperativa, marcado por la flexibilidad institucional, representando un paraguas para apuntalar la integración y cooperación entre sus miembros. Por ejemplo, entre otros aportes, durante su vigencia se definió una metodología para la medición de los gastos en defensa, aprobada por los ministros del ramo en noviembre de 2012; se creó un registro de inventarios militares, aprobado en febrero de 2014; también se intercambiaron experiencias respecto de la participación en operaciones de paz, en materia de modernización de los ministerios de defensa, ciberdefensa y promoción del enfoque de género, así como respecto del fortalecimiento de la industria de la defensa, sin olvidar los aspectos relativos a la generación de estudios y formación en asuntos de defensa, mediante la constitución del Centro de Estudios Estratégicos de Defensa (CEED), en Buenos Aires. Dicho centro cumplió una interesante labor en la promoción de un pensamiento estratégico y de una comunidad epistémica a nivel regional, mediante la producción de documentos y estudios en materias estratégico-militares.
Dada la exposición de América del Sur a numerosos desastres naturales, cabe destacar también la elaboración de un mapa de riesgos en la región, la exploración de mecanismos de respuesta, incluyendo un inventario de capacidades, así como la celebración de los ejercicios denominados “UNASUR”, destinados a promover la conformación de un sistema regional de cooperación mutua en defensa ante casos de emergencias. Sin embargo, tras el virtual término del CDS en 2018, decayó la cooperación regional en tales esferas, así como las visiones comunes en defensa, en detrimento del posicionamiento global de América del Sur.
En medio de este vacío político regional, estos días Brasil busca impulsar otra vez la cooperación a nivel sudamericano. Es así que el 22 de noviembre de 2023 se llevó a efecto la Primera Reunión Sudamericana de Diálogo entre Ministras y Ministras de Defensa y de Relaciones Exteriores, en la ciudad de Brasilia. Haciendo seguimiento al Consenso de Brasilia del 30 de mayo de 2023, y en medio de un escenario internacional marcado por las tensiones geopolíticas entre las grandes potencias mundiales, la Guerra entre Rusia y Ucrania y el conflicto en Medio Oriente, las autoridades de la región se reunieron bajo el auspicio del gigante sudamericano, con el objeto de retomar los diálogos en materia de relaciones exteriores y defensa, manifestando su visión común sobre la región como un espacio de paz y cooperación.
Según señala la declaración política emanada del encuentro, los Ministros reafirmaron su compromiso de reactivar los diálogos sobre temas de interés estratégico para la región, con miras a consolidar un espacio de concertación y diálogo, donde prime la confianza mutua. En la práctica, las autoridades definieron una serie de temas de interés prioritario, como son el intercambio de mejores prácticas en ciberdefensa, ayuda humanitaria y prevención y respuesta a desastres; y cooperación en industrias de la defensa, entre otros. Asimismo, se comprometieron a establecer una Red de Contactos integrada por representantes de los ministerios de defensa y de relaciones exteriores, con el objeto de avanzar en la cooperación en los señalados temas, pudiéndose crear Grupos de Trabajo Ad hoc en materias específicas.
Como se observa, en el encuentro de Brasilia las autoridades políticas se comprometieron a relanzar la cooperación en defensa a nivel regional, replicando gran parte de los logros que quedaron truncos con el virtual cierre del CDS. Se trata de una nueva oportunidad para retomar la integración regional, a través de un área que suele considerarse como la más soberanista, como es aquella vinculada con la defensa. Es interesante que haya sido justamente el CDS el consejo sectorial más activo de la UNASUR, con una nutrida agenda en el marco de sus ejes de trabajo. De ese modo, las fuerzas armadas se constituyeron como un agente activo de la integración, demostrando que sus capacidades no sólo deben ser apreciadas bajo el prisma de la disuasión y el poder duro, sino también como parte de una agenda de cooperación vinculada con los atributos propios del poder blando. Si bien suele valorarse al ámbito comercial como el más relevante y movilizador desde el punto de vista de la integración regional, es notable que las fuerzas armadas pueden constituirse como actores determinantes para la concertación intergubernamental.
En un escenario global marcado por los conflictos bélicos, la competencia estratégica entre las grandes potencias y el auge de los nacionalismos, la región busca encaminarse nuevamente por la senda de la cooperación en el ámbito de la defensa, en su condición de Zona de Paz, libre de la guerra clásica y sin armas de destrucción masiva. Es un nuevo intento por superar las visiones que tienden al camino propio y los enfoques securitarios respecto de las relaciones internacionales, asumiendo que las miradas conjuntas y la cooperación son la mejor herramienta para superar las amenazas a la seguridad, gran parte de las cuales tienen una esencia eminentemente transnacional, como es el caso del urgente cambio climático. Si la región quiere ser oída en la política global, no puede adoptar una posición reactiva y fragmentada. Como una Zona de Paz, América del Sur puede representar un singular ejemplo estabilizador en un contexto mundial que parece encaminarse hacia el desfiladero.
*Analista político chileno. Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de La Plata, Argentina.