México | Artistas protegen la lengua maya seri a través de la música rap

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Pro­te­gen música len­gua seri

Por Froylan Escobar, Lara Frylan Escobar y Carlos Castro

El maya es una de las 10 len­guas más habla­das en México. Nues­tro país cuenta con una diver­si­dad lin­güís­tica en la que se hablan más de 68 len­guas indí­ge­nas, según el Ins­ti­tuto Nacio­nal para la Eva­lua­ción de la Edu­ca­ción. Sin embargo, muchas de éstas se encuen­tran en riesgo de desa­pa­re­cer, es por ello que algu­nos, cons­cien­tes de la pre­ser­va­ción de la cul­tura, apues­tan por man­te­ner vigente su len­gua materna. Ejem­plo de ello es el rapero Jesús Cris­tó­bal, quien encon­tró en la len­gua maya un recurso autén­tico para com­po­ner temas de rap.

Hoy, ese chico mejor cono­cido como Pat Boy, no sólo ha lan­zado can­cio­nes o álbu­mes en maya, sino que tam­bién, gra­cias a su pro­puesta, logró ser parte de una pelí­cula de Mar­vel. Jesús nació un 24 de diciem­bre de 1991 en José María Pino Suá­rez, en el estado de Quin­tana Roo. Desde niño, sus padres siem­pre le incul­ca­ron el amor por la música y los rit­mos lati­nos. Lo curioso de su for­ma­ción fue que, la pri­mera len­gua que apren­dió fue el maya, gra­cias a la moti­va­ción de sus padres quie­nes tam­bién hablan este idioma, ya des­pués apren­dió el espa­ñol. “Fue una infan­cia muy padre donde uno conoce de todo, pla­tica con sus abue­los en la con­vi­ven­cia fami­liar de todo lo que uno vive en la comu­ni­dad, por eso me he ins­pi­rado en mis temas a can­tar de la vida coti­diana, lo que he vivido y lo que se vive actual­mente”, afirmó Pat Boy en entre­vista con El Sol de México.


La música llegó a su vida de manera empí­rica, comenzó apren­diendo de lo que escu­chaba de otros artis­tas, ya des­pués tomó cur­sos y diplo­ma­dos, recien­te­mente fue becado para un curso musi­cal que tomó en Colom­bia.

Su camino ini­ció en soli­ta­rio, pero en 2014 apostó por crear un pro­yecto con el que pudiera impul­sar el talento de jóve­nes mexi­ca­nos que bus­can pre­ser­var la len­gua maya a tra­vés de la música; fue así como, en unión con su colega Tania Jimé­nez Balam, fun­da­ron ADN Colec­tivo Maya.

“En 2015 se for­ma­liza este pro­yecto y comienzo a invi­tar a los jóve­nes que tie­nen ese inte­rés de can­tar en len­gua maya. A lo largo de mi carrera musi­cal cuando iba a tocar en las comu­ni­da­des mayas, se acer­ca­ban los chi­cos a pedirme apoyo para que ellos tam­bién pudie­ran gra­bar y hacer sus pro­pias can­cio­nes, eso fue lo que me ins­piró a hacer este pro­yecto.

“Comen­za­mos a tra­ba­jar con ellos y la idea es fomen­tar la len­gua maya y com­par­tir las tra­di­cio­nes y cos­tum­bres que tene­mos en nues­tra región a tra­vés de la música rap”, sos­tuvo el com­po­si­tor.

El camino de Pat Boy no ha sido fácil. A muy tem­prana edad com­pren­dió el valor del esfuerzo, del tra­bajo duro. El aspecto eco­nó­mico siem­pre fue un obs­tá­culo, ya que para poder gra­bar algún disco se nece­si­taba de una fuerte inver­sión, pero nunca tuvo el temor a tra­ba­jar.

En la secun­da­ria ven­día dis­tin­tos pro­duc­tos, sus ganan­cias ser­vían para la crea­ción de CD que luego ven­día entre sus com­pa­ñe­ros y ami­gos y así jun­tar más dinero para con­ti­nuar gra­bando.

“Al día ven­día entre 30 y 50 dis­cos y así vol­vía a rein­ver­tir para hacer más música. Más ade­lante comencé a sacar pla­ye­ras, gorras y las fui ven­diendo a tra­vés de las pre­sen­ta­cio­nes que yo tenía para ir cos­teando mis gas­tos”, dijo.

Hasta el momento, ADN Colec­tivo Maya cuenta con tres álbu­mes dis­co­grá­fi­cos. ADN Maya, Vol. 1, ADN Maya, Vol. 2 y Tra­ba­len­guas y Con­se­jos en Maya Yuca­teco, Vol. 3. El pró­ximo año lan­za­rán su cuarto mate­rial, sin título por el momento y con el que, indicó, explo­ra­rán en nue­vos esti­los y géne­ros musi­ca­les, ahora con el reg­gae y la elec­tró­nica.

“Siem­pre hemos expe­ri­men­tado con nue­vos rit­mos. Hemos mez­clado soni­dos prehis­pá­ni­cos, pero siem­pre tene­mos el toque del rap para no per­derlo.

“Lo difí­cil es con­se­guir ins­tru­men­tos para poder hacer ese sonido como los cara­co­les, las flau­tas, eso es lo que se nos ha difi­cul­tado un poco para hacer las mez­clas, por­que no son comu­nes”, dijo Pat Boy.

Pat Boy no sólo ha lan­zado can­cio­nes o álbu­mes en maya, sino que tam­bién, gra­cias a su pro­puesta, logró ser parte de una pelí­cula de Mar­vel

El Colec­tivo ha cre­cido de manera expo­nen­cial. Un claro ejem­plo fue su par­ti­ci­pa­ción en la banda sonora de la cinta “Pan­tera Negra: Wakanda Por Siem­pre” (2022), donde Pat Boy, Yaa­len K’uj y All Mayan Winik com­pu­sie­ron el tema “Laayli’ kuxa’ano’one”, mismo que gra­ba­ron en sólo cua­tro horas.

Según relató Pat, la pro­duc­ción buscó repre­sen­tan­tes de música maya en Quin­tana Roo; fue así como cono­cie­ron el tra­bajo del Colec­tivo y logra­ron con­tac­tar­los.

Gra­cias a dicha cola­bo­ra­ción, el grupo incre­mentó su popu­la­ri­dad y logró abrirse puer­tas ya no sólo nacio­na­les, sino inter­na­cio­na­les.

“A nivel mun­dial nos dio un plus por­que estar en una pelí­cula así es otro pegue”, com­par­tió.

Por el momento, ADN Colec­tivo Maya man­tiene firme la idea de apo­yar al talento mexi­cano, por lo que inau­guró sus ofi­ci­nas físi­cas en Quin­tana Roo, con el fin de res­pal­dar a las nue­vas gene­ra­cio­nes y, ade­más, ofre­cer­les un hogar y ali­men­ta­ción.


“En 2020 ini­cia­mos la cons­truc­ción de nues­tro espa­cio físico, inten­ta­mos abrir ese espa­cio para que los cha­vos pue­dan asis­tir a gra­bar, hacer sus videos, que­re­mos tener per­so­nas que nos ayu­den a dar talle­res, esta­mos creando ese espa­cio más como un cen­tro cul­tu­ral”, explicó Tania Jimé­nez.

“Será como un estu­dio de gra­ba­ción donde los chi­cos pue­dan lle­gar, sen­tirse en casa y como la mayo­ría son de comu­ni­da­des leja­nas, que ten­gan dónde lle­gar y pue­dan que­darse y enfo­carse en gra­bar sus can­cio­nes y tomar talle­res, que no se pierda nues­tra cul­tura”, agregó la joven.

HERMOSILLO. Su pri­mer len­gua fue el seri. Hasta los 12 años de edad, Fran­cisco El Indio Molina sólo uti­li­zaba ese len­guaje para comu­ni­carse con ami­gos y fami­lia en su natal Sonora; pero fue en la puber­tad cuando se inte­resó por apren­der espa­ñol.

De inme­diato se per­cató que muy pocos cono­cían su len­gua materna, por lo que, desde pequeño, se fijó una meta: man­te­ner vivo el seri y ense­ñarlo a nue­vas gene­ra­cio­nes.

Pero su téc­nica no fue mediante un sis­tema esco­la­ri­zado, sino a tra­vés de la música, un arte que des­cu­brió y comenzó a desa­rro­llar. Fue así como nació su pro­yecto musi­cal Hamac Caziim (Fuego divino), mismo que lo ha man­te­nido vigente durante casi tres déca­das.

“Cuando yo estaba saliendo de la pri­ma­ria, (sus ami­gos y él) nos dimos cuenta que había mucha música a nues­tro alre­de­dor y de dis­tin­tos idio­mas, pero lo que más nos llamó la aten­ción fue el género rock, su impor­tan­cia y sus men­sa­jes”, afirmó Molina a El Sol de México.

“A muy tem­prana edad nos dimos cuenta que había que res­pe­tar y pre­ser­var nues­tro idioma, enton­ces fue así como todo lo refe­rente a mi idioma lo aprendí en casa, con mi fami­lia y decidí com­par­tirlo con el mundo a tra­vés de la com­bi­na­ción de la música y el género que nos gus­taba más”, agregó el voca­lista.

Fun­dado en 1995 en Punta Chueca, con la auto­ri­za­ción del Con­sejo de Ancia­nos del Pue­blo Com­cáac, Hamac Caziim es con­si­de­rado como uno de los pio­ne­ros del rock indí­gena. Pero, si bien su con­cepto es musi­cal ya que recrean can­tos tra­di­cio­na­les, “El Indio”, líder de la agru­pa­ción, ase­guró que su inte­rés va mucho más allá, ya que busca que las len­guas indí­ge­nas se man­ten­gan vivas, así como tam­bién las dan­zas y los can­tos nacio­na­les indí­ge­nas.

“Actual­mente hay jóve­nes que están haciendo música, rap, bala­das, hay gente que está haciendo poe­mas o docu­men­ta­les en nues­tro idioma, ellos nos han mani­fes­tado que todo ha sido pro­ducto de nues­tro tra­bajo de tra­tar de con­cien­ti­zar a los cha­vos y que, mediante ese movi­miento, ellos deci­dan hacer ese tipo de cosas, uti­li­zando nues­tro idioma”, ase­guró el músico.

Hasta el 2019, el Inegi reportó que exis­ten más de 600 per­so­nas que domi­nan el seri; una cifra que parece poco alen­ta­dora para el can­tante.

Desde su crea­ción, Hamac Caziim sólo ha con­cre­tado tres álbu­mes dis­co­grá­fi­cos entre los que des­ta­can Hamac Caziim (2004) e Iha­moc Imac ano caa­lam (Los que jue­gan con la noche) en 2013; mien­tras que en el plano audio­vi­sual, en 2007 se lanzó el docu­men­tal Hamac Caziim, fuego sagrado, diri­gido por Jeró­nimo Barriga.


Desde enton­ces, el grupo com­puesto ade­más por Elie­zer Bar­nett en la bate­ría, Anselmo Mora­les en la gui­ta­rra eléc­trica, Jere­mías López en el bajo, y con Diana Reyes en la pro­duc­ción y repre­sen­ta­ción artís­tica, se ha pre­sen­tado en nume­ro­sos fes­ti­va­les de todo México, así como en el Smit­h­so­nian Fol­klife Fes­ti­val en Was­hing­ton D.C., en 2010; en Was­ser­mu­sik en Ber­lín, Ale­ma­nia (2011), en el Fes­ti­val Las Noches Blan­cas en Perm, Rusia (2012) y en el Fes­ti­val de Arte de los Pue­blos Ori­gi­na­rios Ruk’u’x en Sololá, Gua­te­mala (2013).

Su poco inte­rés en la pro­duc­ción de dis­cos se com­pensó con el máximo número posi­ble de pre­sen­ta­cio­nes en dife­ren­tes espa­cios de la Repú­blica Mexi­cana y otras lati­tu­des.

La acep­ta­ción fue exce­lente, no sólo de parte de sus com­pa­trio­tas sino tam­bién en paí­ses como Ale­ma­nia, Rusia Gua­te­mala y Esta­dos Uni­dos, al menos así se per­ca­ta­ron en sus visi­tas, mis­mos que con­si­de­ran sue­ños cum­pli­dos.

“Como músi­cos nunca hemos sen­tido algún tipo de rechazo o de dis­cri­mi­na­ción, creo que es muy difí­cil erra­di­car este tipo de comen­ta­rios, pero tam­poco es malo que haya estos pen­sa­mien­tos por­que, de lo con­tra­rio, no ten­dría sabor la vida.

“Noso­tros como pue­blo indí­gena, somos dife­ren­tes, pero tam­bién, lo que diré tal vez duela, pero es la rea­li­dad: habe­mos cul­tu­ras más edu­ca­das que otras”, dijo.

Desde 1995 con auto­ri­za­ción del Con­sejo de Ancia­nos del Pue­blo Com­cáac, Hamac Caziim es pio­ne­ros del género “Noso­tros como pue­blo indí­gena, somos dife­ren­tes, pero tam­bién, lo que diré tal vez duela, pero es la rea­li­dad: habe­mos cul­tu­ras más edu­ca­das que otras”

El grupo ade­lantó que está pró­ximo a lan­zar su cuarto álbum, aún sin título. En su siguiente gira con­ti­nua­rán pro­mo­viendo la defensa de su idioma, de sus dan­zas y can­tos.

“Des­pués de estos ensa­yos vamos a pla­ti­car cómo nos vamos a inter­nar en este mundo digi­tal. Como músi­cos hemos apren­dido mucho, a la vez nos esta­mos dando cuenta de que toda­vía hay mucho por reco­rrer, y por eso lo impor­tante de estar jun­tos por tanto tiempo y seguir haciendo música y sen­tir lo mismo como la pri­mera vez que cogi­mos la gui­ta­rra, ese sen­ti­miento per­siste, y es lo que nos hace seguir ade­lante”.

Molina ase­gura que la res­pon­sa­bi­li­dad de pasar de gene­ra­ción en gene­ra­ción las tra­di­cio­nes, cos­tum­bres y len­guaje corre a cargo de las fami­lias, de aque­llos cer­ca­nos a las nue­vas gene­ra­cio­nes que pue­den influir para cam­biar su des­tino.

“Los tra­ba­jos que ten­dría­mos que hacer ten­drían que empe­zar desde nues­tras comu­ni­da­des, aun­que ya ha habido una labor pre­via, aún falta, tal vez sí se podría bus­car cola­bo­rar con el gobierno para la emi­sión de libros, dis­cos, ese tipo de cosas con el fin de pro­mo­ver más las len­guas indí­ge­nas”, sos­tuvo el can­tau­tor.

TRASCENDENCIA

Fuera de su pue­blo, Hamac Caziim ha sido bien acep­tado por otras audien­cias que, aun­que no com­par­ten el idioma, conec­tan con la inten­si­dad de sus pre­sen­ta­cio­nes en vivo y el men­saje detrás de ellas.

“Nos hemos dado cuenta de que nues­tra música es muy bien acep­tada por otros públi­cos, en sus bai­les, en sus ges­tos se nota que están com­pla­ci­dos de lo que esta­mos haciendo. Nin­guna tocada es igual y las reac­cio­nes de la gente te hacen sen­tir la misma emo­ción o algo supe­rior, depende de donde estés. Así nos pasó en Gua­te­mala, que fue una reac­ción muy posi­tiva para noso­tros, cosa que nunca había­mos sen­tido fuera de nues­tro pue­blo”.

En el camino, el grupo ha cola­bo­rado con otras ban­das y artis­tas como Sak Tze­vul, Lumal­tok, Bitzma, El Tri, Nata­lia Lafour­cade, Jumbo, Kinky y La Mal­dita Vecin­dad y los Hijos del Quinto Patio, y por parte de Sonora, nume­ro­sos artis­tas loca­les que no per­te­ne­cen a la comu­ni­dad Seri han hon­rado las tra­di­cio­nes y la cul­tura de los pue­blos ori­gi­na­rios a tra­vés de sus pro­pias crea­cio­nes, siem­pre desde un lugar de res­peto y con mucho estu­dio de por medio.

“Es algo muy bueno. Las per­so­nas como yo, que hace­mos arte de alguna manera. nos sen­ti­mos hon­ra­dos cuando vemos que otros artis­tas hacen ese tipo de expo­si­cio­nes, sin ser ellos seris, nos con­gra­tula, por­que la per­sona que está haciendo eso siente la nece­si­dad de apo­yar a una cul­tura cuya lucha ha sido inmensa, que ha sido algo como David y Goliat, y nos gusta ver ese tipo de mani­fes­ta­cio­nes de gente que no es indí­gena, les agra­de­ce­mos a la gente que hace eso de cora­zón”, expresó el can­tante.

Aun­que ha reco­rrido con su música gran parte del terri­to­rio mexi­cano y del extran­jero, la región de Punta Chueca sigue siendo uno de los luga­res donde más dis­fruta tocar la banda en vivo.

“Estar en nues­tro pue­blo sig­ni­fica todo: es tu piel, es tu idioma, tu voz, tu pelo, el que está enfrente de ti bai­lando, brin­cando, esa es tu esen­cia. Y en ese sen­tido es un terri­to­rio exce­lente”.

A pesar de todo ello, el grupo no ha estado exento de algu­nas mues­tras de mar­gi­na­ción en terri­to­rio nacio­nal, situa­ción que no ha hecho mella en su esen­cia.

“En México hay muchas mane­ras de cómo reac­ciona la gente, inclu­sive actual­mente puedo decir que sentí mar­gi­na­ción en tal lugar, sentí racismo, bull­ying, toda­vía existe eso”, apuntó el voca­lista. ”Pero, eso no es nin­gún pro­blema para que un pue­blo como noso­tros siga cre­ciendo, siga haciendo su arte y su vida. Nin­gún inte­grante del pue­blo Seri ha sen­tido eso como algo que nos deba doler o hacer daño”.

PRESENTACIÓN EN EL CERVANTINO

Hamac Caziim se pre­sentó por ter­cera vez en el Fes­ti­val Inter­na­cio­nal Cer­van­tino, Sonora fue el Estado invi­tado de honor, y el grupo de Punta Chueca refe­rente.

“La pri­mera vez fue como un expe­ri­mento para los orga­ni­za­do­res de ese evento, en el buen sen­tido, y estu­vi­mos en un lugar para un público joven, y sí encajó la idea por­que se vio la acep­ta­ción con los cha­vi­tos, su reac­ción a nues­tra música fue muy posi­tiva”, dijo «El Indio Molina» anti­cipó el músico.

“Tam­bién estos esce­na­rios y foros nos dan la opor­tu­ni­dad de decir­les a los inte­gran­tes de otras ban­das y de otras mino­rías que es impor­tante el res­cate de nues­tros idio­mas y es lo que nos hace estar vivos en este mundo de la música, por­que en nues­tros can­tos radica mucho cono­ci­miento”.

Des­pués de su paso por el fes­ti­val cul­tu­ral más impor­tante del país, “El Indio” y com­pa­ñía regre­sa­rán a terri­to­rio sono­rense para seguir ensa­yando y comen­zar a pro­du­cir nuevo mate­rial, pen­sado para edi­tarse ten­ta­ti­va­mente en verano del pró­ximo año.

Tras el levan­ta­miento armado del Ejér­cito Zapa­tista de Libe­ra­ción Nacio­nal (EZLN) en 1994, comen­za­ron a sur­gir los pri­me­ros atis­bos del rock indí­gena mexi­cano, los cua­les bus­ca­ron rei­vin­di­car sus len­guas y sus cul­tu­ras. Ese fue el caso de las ban­das Hamac Caziim, de Sonora, creada en 1995, y Sak Tze­vul, de Chia­pas, en 1996, con­si­de­ra­das las pri­me­ras del país.

Casi 30 años des­pués, es reco­no­ci­ble toda una escena musi­cal de dife­ren­tes len­guas ori­gi­na­rias que no sólo ha cul­ti­vado el rock, sino que ha inte­grado más géne­ros urba­nos como el blues, el punk, el reg­gae, el metal y el rap. Son más de 100 gru­pos que lle­gan a bus­can par­ti­ci­par en encuen­tros nacio­na­les guber­na­men­ta­les, según cuenta el etno­mu­si­có­logo Hum­berto Sán­chez, espe­cia­lista en músi­cas indí­ge­nas con­tem­po­rá­neas de la Facul­tad de Música de la Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­noma de México (UNAM), en entre­vista con El Sol de México.

El etno­mu­si­có­logo Hum­berto Sán­chez traza una estampa de cómo estos gru­pos musi­ca­les han ido ganando espa­cios den­tro y fuera de sus comu­ni­da­des desde media­dos de los 90

PLATAFORMAS DE EXPRESIÓN

La bús­queda de espa­cios para dar a cono­cer su tra­bajo ha repre­sen­tado para cada grupo o solista, una serie de diná­mi­cas, luchas y resis­ten­cias den­tro de un sis­tema cul­tu­ral y musi­cal com­plejo, que incluso va más allá del sólo reco­no­ci­miento de sus len­guas.

“Una de las hipó­te­sis por las cua­les las comu­ni­da­des ori­gi­na­rias se han sen­tido moti­va­das a inter­pre­tar estos nue­vos géne­ros, es que los hacen sen­tir más parte de una con­tem­po­ra­nei­dad y de la glo­ba­li­za­ción; aun­que hay que tener cui­dado con esa idea, por­que otros gru­pos con rit­mos tra­di­cio­na­les, como Venado Azul o Hui­chol Musi­cal, son muy popu­la­res e incluso han gra­bado en Esta­dos Uni­dos. Por eso es que se ten­dría que pen­sar cada caso.

“Del rock, algo que llama la aten­ción es que es un ensam­ble, por lo que obli­ga­da­mente tiene un sen­tido de com­par­tir y mutuo enten­di­miento, así que tiene un gran valor por­que pro­voca `comu­na­li­dad’. Mien­tras que, el rap les per­mite hablar y denun­ciar situa­cio­nes de vio­len­cia, dis­cri­mi­na­ción, cla­sismo o pér­dida de la len­gua, con la con­signa rapera de stay true (man­te­nerse ver­da­de­ros), por hablar sólo de estos ejem­plos”, apunta el espe­cia­lista, quien ha estu­diado este tipo expre­sio­nes en comu­ni­da­des tzot­zi­les y oto­míes, en México, y qui­chua, en Ecua­dor.

Sán­chez relata que Chia­pas es la zona en la que se han pre­sen­tado con mayor fuerza expre­sio­nes de estos géne­ros, prin­ci­pal­mente por el movi­miento musi­cal de media­dos de los 2000, cono­cido como Bats’i rock (Rock ver­da­dero), lide­rado por ban­das tzo­zi­les como Sak Tze­vul, Lumal­tok, Vayi­jel y Yibel, entre otros; así como por ini­cia­tiva guber­na­men­tal, con la Direc­ción Gene­ral de Cul­tu­ras Popu­la­res, Indí­ge­nas y Urba­nas, del enton­ces Con­sejo Nacio­nal de la Cul­tura y la Artes, hoy Secre­ta­ría de Cul­tura, que pro­mo­vie­ron fes­ti­va­les, talle­res y labo­ra­to­rios, recu­pe­ra­dos en los últi­mos años, como el fes­ti­val De tra­di­ción y nue­vas rolas.

“Los gru­pos usan estos meca­nis­mos guber­na­men­ta­les para `pro­fe­sio­na­li­zarse’. Aparte de la ini­cia­tiva par­ti­cu­lar, hay más aspi­ra­cio­nes que tie­nen los músi­cos, como pre­sen­tarse en otras par­tes del país, gra­bar e incluso inten­tar ganar pre­mios. Pero lo que sí hace falta son pro­duc­to­ras, por­que como se trata de un ámbito cul­tu­ral, se piensa que todo lo tiene que aus­pi­ciar el gobierno”, afirma el espe­cia­lista.

En este sen­tido, afirma que falta más pre­sen­cia de media­do­res (repre­sen­tan­tes, pro­duc­to­res y mana­gers), que sir­van de guía a las ban­das para que encuen­tren la visi­bi­li­dad que bus­can y con la auto­no­mía musi­cal que desean.

“Ellos son cha­vos que vie­nen de comu­ni­da­des con diná­mi­cas socia­les dife­ren­tes, que no se han tenido que enfren­tar a la demo­cra­cia en el cir­cuito musi­cal. Son lógi­cas que sin los media­do­res pue­den lle­gar a desa­ni­mar­los, aun­que recien­te­mente han logrado supe­rar esa ausen­cia por un acer­ca­miento pro­pio a tra­vés de las redes socia­les. Así es que ahora se gra­ban y pro­du­cen e incluso se pro­mo­cio­nan ellos mis­mos. Tie­nen mucho esta idea de `hazlo tu mismo’, que es adonde creo se está yendo el movi­miento”.

RESISTENCIAS DENTRO DE LAS COMUNIDADES

El espe­cia­lista comenta que tam­bién para las ban­das de rock en len­guas ori­gi­na­rias el desa­rro­llarse den­tro de sus comu­ni­da­des es difí­cil, en prin­ci­pio por­que “todo lo nuevo puede pare­cer cho­cante”. Lo cual tiene un tras­fondo antro­po­ló­gico, “las comu­ni­da­des tie­nen sis­te­mas musi­ca­les par­ti­cu­la­res que admi­ten o recha­zan sono­ri­da­des”, que no nece­sa­ria­mente nie­gan lo extran­jero“.

Los jóve­nes tie­nen una fun­ción muy par­ti­cu­lar, que es inte­grar estos géne­ros al sis­tema musi­cal, pero obvia­mente se van a enfren­tar a resis­ten­cias. Sobre todo los que osten­tan car­gos de reco­no­ci­miento de la comu­ni­dad, como son músi­cos tra­di­cio­na­les, que en el caso de Chia­pas son vita­li­cios, desig­na­dos por los dio­ses, con una alta jerar­quía”, comenta y pone como ejem­plo al bate­rista de Yibel, que es hijo del músico tra­di­cio­nal de su pue­blo.

Sin embargo, tam­bién apunta que hay casos con­tra­rios, como el de la banda Arme, ori­gi­na­ria de Chi­tejé de Gara­bato, en Que­ré­taro, donde ya había un sis­tema musi­cal que reco­no­cía amplia­mente el rock urbano como suyo y que, sin ser hablan­tes nati­vos del otomí, comen­za­ron a uti­li­zar esa len­gua para recu­pe­rar ele­men­tos de su len­gua.

MÁS QUE ARTESANÍAS

Con el ejem­plo de la banda Lumal­tok, que recien­te­mente se pre­sentó en el 51 Cer­van­tino, cuyos inte­gran­tes se decla­ran con la inten­ción de no ser pro­mo­vi­dos ni vis­tos sólo como “ele­men­tos antro­po­ló­gi­cos”, Hum­berto Sán­chez, explica un fenó­meno, que él llama “dia­lo­gismo entre códi­gos loca­les y glo­ba­les, donde pre­va­lece lo local”, y men­ciona como ejem­plo al gui­ta­rrista Zanate, de Lumal­tok, quien toca lar­gos solos de gui­ta­rra por la influen­cia de Jimi Hen­drix, pero tam­bién por­que en su comu­ni­dad las pie­zas tra­di­cio­na­les son muy lar­gas.

Otro ejem­plo es el relato del momento en que en el año 2000, en el pri­mer encuen­tro de gru­pos en len­guas ori­gi­na­rias, lla­mado Del cos­tum­bre al Rock, el voca­lista de Hamac Caziim, “El Indio”, fue cues­tio­nado por un roquero famoso con­so­li­dado de la ola ochen­tera, por “no que­darle el cabe­llo largo y ser pura pose”, a lo que el músico de la etnia Seri le con­testó que se tra­taba real­mente de un ele­mento mile­na­rio de su cul­tura.

“Mucha gente que se les ha acer­cado quie­ren ver los ele­men­tos exó­ti­cos, el lla­mado mexi­can corious, como si fue­ran arte­sa­nías. Lo que hacen algu­nas ban­das como Lumal­tok, es nego­ciar eso, pues quie­ren ser des­ta­ca­dos en la escena del rock nacio­nal, pero no que se les aso­cie direc­ta­mente con que son per­te­ne­cien­tes a una comu­ni­dad indí­gena, pues ellos quie­ren demos­trar que son bue­nos músi­cos con pie­zas ori­gi­na­les”, dice el musi­có­logo.

Ante la com­pleja lec­tura que se puede hacer de la situa­ción de los gru­pos que tocan en len­guas ori­gi­na­rias, Hum­berto Sán­chez, comenta que hay que estar abier­tos a todas las posi­bi­li­da­des de expre­sión musi­cal, sin pre­jui­cios y con la idea de que se com­parte más con ellos de lo que se piensa.

“Hay que ver que todos somos seres huma­nos, aun­que tene­mos dife­ren­cias cul­tu­ra­les, al final, siem­pre hay algo que nos une. Eso es impor­tante para aca­bar con el cla­sismo y el racismo, para dar­nos cuenta que ellos son per­so­nas que tam­bién han vivido sus pro­pias cir­cuns­tan­cias, igual que uno. En sus letras tam­bién se habla de cora­zo­nes rotos y otros temas que nos son comu­nes a todos”, fina­liza.

HUMBERTO SÁNCHEZ

ETNOMUSICÓLOGO “Del rock, algo que llama la aten­ción es que es un ensam­ble, por lo que obli­ga­da­mente tiene un sen­tido de com­par­tir y mutuo enten­di­miento”
Las comu­ni­da­des tie­nen sis­te­mas musi­ca­les par­ti­cu­la­res que admi­ten o recha­zan sono­ri­da­des, que no nece­sa­ria­mente nie­gan lo extran­jero

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