Panamá | Indígenas abandonan una isla ante el peligro de ser tragada por el mar como consecuencia del cambio climático

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La isla de Cartí Sugdupu, es uno de los 365 archipiélagos que componen grupos indígenas de Guna Yala en Panamá. Como consecuencia del cambio climático el agua fue devorando la tierra hasta que toda su comunidad quedó hacinada, sin agua potable, ni saneamiento. Se estima que unos años la isla desaparecerá.

Mil personas viviendo en cinco canchas de fútbol sería la comparación gráfica de cómo vive esta comunidad indígena del caribe panameño. Los habitantes de esta comarca de Guna Yala vivían de la pesca, el turismo y la producción de yuca y plátano, que recogen en la zona continental. Sin embargo, como consecuencia del cambio climático, su superficie se achica día a día.

Al calor sofocante, la falta de servicios públicos y el hacinamiento, los lugareños deben enfrentar la constante subida del mar que inunda regularmente sus casas. En diálogo con la agencia internacional AFP, Magdalena Martínez, una profesora jubilada de 73 años comentó: “Hemos notado que ha subido un poco más la marea”.

Resignada la jubilada continuó su frase mientras terminaba de bordar un tucán en una colorida mola: “Pensamos que nos vamos a hundir, sabemos que va a pasar, pero faltan muchos años, entonces pensamos en nuestros hijos, tenemos que buscar algo (…) donde ellos puedan vivir tranquilos”, subrayó.

Por su parte, el gobierno panameño constató que en Cartí Sugdupu existen “problemas por la subida del nivel del mar producto del calentamiento global que sufre todo el país”. El director del ministerio de vivienda también responsabilizó al cambio climático del “hacinamiento” que padece la comunidad de ese archipiélago.

El gobierno y la comunidad trabajan desde hace más de una década en un plan para trasladar a 300 familias a un terreno en tierra firme que pertenece a los guna.

Grupos indígenas a merced del mar

Varias de las islas de Guna Yala están bajo riesgo de desaparecer devoradas por las aguas del mar. Las 49 islas habitadas están apenas a entre 50 cm y un metro sobre el nivel del mar.

“El hecho es que con el aumento del nivel de mar por causa directa del cambio climático casi todas las islas van a ser abandonadas para finales de este siglo”, pronosticó Steven Paton, científico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, con sede en Panamá).

El especialista aseguró que “algunas de las islas más bajas (…) cada mes con la marea alta están inundadas”. En la misma línea, el gobierno de Panamá cree que Cartí Sugdupu será tragada por el mar hacia el año 2050.

“Llega el tiempo de noviembre y diciembre y la elevación de la marea nos jode aquí, la isla queda casi como flotando, hay inundaciones, nos afecta, sobre todo a los que viven a las orillas”, afirmó Braulio Navarro, profesor en la escuela primaria.

Sin servicios públicos

Pisos de tierra y paredes y techos de caña, madera y hojas de zinc, así son las viviendas en Cartí Sugdupu. A la precariedad de su estructura se le suma la falta de agua potable. Por lo que los grupos indígenas deben salir lancha a buscarla en los ríos o comprarla en tiendas del continente.

La mayoría no tiene luz eléctrica de manera continua. Los isleños dependen de un generador público que se enciende unas horas por la noche, aunque algunos usan paneles solares y generadores privados. Los baños son comunales, es decir pequeños cubículos en los embarcaderos donde unas tablas cruzadas de madera sobre el mar hacen las veces de inodoro.

Un reciente informe de la ONG Human Rights Watch denunció que “no hay espacio para ampliar las viviendas ni para que los niños jueguen”. En el mismo documento, la ONG detalló: “Las inundaciones y tormentas han dificultado aún más la vida en la isla, afectando la vivienda, el agua, la salud y la educación”.

Navarro, lugareño de 62 años próximo a abandonará la isla junto a su familia, contó que si tiene ganas de ir al baño de madrugada debe cruzar todo el pueblo para ir al baño público.

“Por eso forzosamente me tengo que ir para buscar una mejor calidad de vida”, expresó. “Aquí es un lugar caluroso, muy caliente, quisiera irme rápido porque sé que allá tenemos luz las 24 horas, va a haber abanicos (ventiladores), aire acondicionado, habrá un beneficio muy grande para mi familia”, concluyó.

Esa utopía llamada dignidad

Si el gobierno no retrasa nuevamente la mudanza, la comunidad se instalará a fin de año o a comienzos de 2024 en la nueva barriada de 22 hectáreas en tierra firme, a 15 minutos en lancha de la isla.

La nueva urbanización fue construida en un monte tropical que fue talado. Los futuros habitantes quieren bautizarla con el nombre de Isber Yala, o Árbol de Níspero.

En su nuevo hogar, cada familia dispondrá de un terreno de 300 m2, con una vivienda de 49 m2 de dos habitaciones, baño, comedor y cocina, además de agua potable y luz eléctrica. Podrán ampliar la casa o plantar un huerto.

“Estamos contentos” con la mudanza, aseguró Nelson Morgan, la máxima autoridad de los grupos indígenas. Martínez sueña con “un hogar donde vivir dignamente”, con agua y luz todo el día.

Al visitar su futura casa, mostró dónde piensa instalar el fregador, una heladera y una cocina. Quiere ampliarla para cocinar más cómoda, plantar un huerto y rosas en el jardín.”Me siento bien, pero también me siento con nostalgia, porque aprendí a vivir en la isla y ahí dejo muchos sueños y muchas lágrimas”, señaló.

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