Enseñanzas de Paulo Freire: la democracia socialista – Por Javier Biardeau

2.974

Por Javier Biardeau*

Decía Paulo Freire que la acción política junto a los oprimidos debe ser una acción cultural para la libertad, rompiendo con la visión de los opresores que refuerza los vínculos de dependencia y sumisión en las relaciones de poder. A través de la concientizació n, de la reflexión y de la acción, la dependencia de la situación de dominación deber dar paso a la independencia, a la autoliberación junto con otros

Se trata de una experiencia de autoemancipación a través de una política crítico-dialógica. Por tanto, el método del liderazgo revolucionario no es la «propaganda liberadora», no se trata de «depositar la creencia de la libertad en los oprimidos», sino en el hecho de dialogar críticamente con ellos.

Esto implica no sólo hablar, sino escuchar, comprender activamente la palabra ajena, sus significados, sentidos y acentos socio-ideológicos en la interacción verbal y semiótica.

Mientras el liderazgo populista supone que realiza una donación hacia el pobre, y que por tanto el pobre entra en deuda con el líder, el liderazgo revolucionario rompe las cadenas de la dependencia y el clientelismo, construyendo la reciprocidad. Construir el consentimiento activo, como sujetos, y no el consentimiento pasivo, como objetos disponibles y manipulables, no nace de la propaganda, nace del diálogo, de la reflexión y la acción que problematiza la realidad a ser transformada.

Contrahegemonía equivale a desmantelar la separación entre gobernantes y gobernados, entre dirigentes y dirigidos, entre élites y masas. También puede hablarse de «hegemonía democrática» en contraposició n a la «hegemonía autoritaria». Planteamos el debate sobre contrahegemoní as.

No es posible usar la acción pedagógica para la liberación usando los métodos de propaganda del opresor. No se trata de engranajes, sino de seres humanos activos, reflexivos y responsables. Dice Freire que la propaganda, el dirigismo, la manipulación, como armas de dominación, no pueden ser instrumentos de liberación. El liderazgo revolucionario no puede reproducir la conversión de seres humanos en cosas, en objetos manipulables, sino que debe advenir en relación dialógica, crítica que problematice permanentemente.

El liderazgo revolucionario que no sea dialógico con la multitud mantiene la «sombra» del dominador dentro de sí, y es presa de un sectarismo que conlleva a reforzar la lógica del opresor.

El diálogo revolucionario se opone a la «propaganda bancaria», al discurso vertical, a la transformació n de la pronunciación del mundo en intercomunicació n por la consigna burocrática. Del diálogo revolucionario nace la intersubjetividad, la intercomunicació n liberadora, no la palabra hueca.

El liderazgo revolucionario se distingue de la élite dominadora no sólo por sus objetivos sino por sus métodos de actuación, tiene pues un compromiso con la libertad, pues la adhesión verdadera es la conciencia libre de opciones, verificándose en la intercomunicació n, mediando y transformando la realidad.

Aquellos que insisten en imponer su palabra de orden no estimulan ni organizan al pueblo, simplemente manipulan.

Cuando uno aborda la contrahegemoní a plantea la necesidad de construir la autoridad compartida. Se trata de un quiebre paradigmático del término eghesthai que significa «conducir», «ser guía», «ser jefe». La dirección política en la democracia socialista del siglo XXI no puede confundirse con estilos burocráticos o militaristas, debe ser fundamentalmente una acción pedagógica y cultural liberadora.

Entonces el asunto tampoco es transformar el reaccionario «principio del líder» por el liderazgo colectivo, sin transformar el paradigma del liderazgo revolucionario. Tarea pendiente, sobre todo para quienes pregonan el fetichismo del líder indiscutible, desconociendo que la fortaleza de una revolución, en una etapa de ascenso revolucionario, está en el pueblo organizado, consciente y dispuesto a luchar por un proyecto socialista. Pues el Liderazgo revolucionario es necesario, pero más necesario es un pueblo que quiera hacer una revolución para su autoliberació n.

El dilema entonces es: ¡Democracia socialista o barbarie!

*Socialógo, catedrático de la Universidad Central de Venezuela

www.surysur.net

Más notas sobre el tema