La guerra mediática contra el gobierno boliviano – Por Eduardo Paz Rada

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Por Eduardo Paz Rada*

El gobierno de Luis Arce se ha mostrado excesivamente pasivo y no ha desarrollado su propia estrategia para enfrentar la campaña nacional e internacional mediática y de redes virtuales.

La larga tradición de los periodistas bolivianos de cumplir su tarea asumiendo abierta y públicamente sus adhesiones políticas o manteniendo una línea de independencia de los intereses de los dueños de medios de comunicación masivos ha finalizado con la presencia de comunicadores sociales, autodenominados “objetivos”, que se someten a las directivas de los propietarios de canales, periódicos o radioemisoras y, más aún, a intereses extranjeros de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y Fundaciones utilizando la mentira o los rumores como base de su trabajo informativo.

Estas prácticas junto a las nuevas tecnologías de información y comunicaciones, sobretodo las redes virtuales de amplia difusión, se han convertido en instrumentos que buscan influir en la población y generar una opinión pública de los sectores medios y acomodados urbanos consumidores de noticias e informaciones para enfrentar a los procesos progresistas, nacionalistas y antiimperialistas de la región latinoamericana creando un microclima de inestabilidad a los gobiernos.

En las últimas semanas se han acentuado la negación del Golpe de Estado de noviembre de 2019, la defensa de los presos procesados por haber conspirado y ejecutado una ruptura constitucional, la distorsión de declaraciones de autoridades, la justificación de los golpistas reunidos en las oficinas de la Universidad Católica, el ocultamiento de hechos como los actos de violencia paramilitar, los incendios de las Cortes Electorales, el Motín Policial, la insubordinación militar o las vigilias en los cuarteles pidiendo golpe de estado y su propio papel como parte de la ruptura democrática en Bolivia.

El escándalo mayor, con repercusiones internas e internacionales, se produjo el pasado 9 de julio cuando la entidad llamada Bolivia Verifica, autodefinida por su “imparcalidad y responsabilidad” para establecer la veracidad de las noticias, hizo conocer que una carta del General Jorge Terceros a la Embajada Argentina agradeciendo por el envío de armas y municiones para la represión en noviembre de 2019 era “falsa”, versión ampliamente utilizada por los periódicos Pagina Siete, Los Tiempos y El Deber, canales como PAT y UNITEL y agencias de noticias como ANF o ERBOL, entre otros.

La existencia de la carta indicada había sido cierta tomando en cuenta la información dada por la Embajada Argentina, el gobierno de Buenos Aires, el Comando de la Fuerza Aérea Boliviana y los Ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa de Bolivia. Bolivia Verifica tuvo que retirar su “verificación”.

El Observatorio Bolivia Verifica tiene como socios, paradójicamente, a los periódicos Los Tiempos y Pagina Siete, a las Agencias ERBOL y ANF, al canal PAT y a la Universidad Católica y tiene apoyo de países europeos y como aliados a Fundaciones y ONGs de Estados Unidos e Inglaterra. Su Secretaria General es Isabel Mercado, Directora de Página Siete y sus periodistas han sido parte de los equipos de UNITEL, BOLIVISION y Página Siete.

El gobierno de Luis Arce y David Choquehuanca, siendo fuertemente afectado por la campaña de los medios de comunicación empresariales y transnacionales, al igual que el Movimiento Al Socialismo (MAS) y las organizaciones sociales que los respaldan, se han mostrado excesivamente pasivos y no han desarrollado su propia estrategia para enfrentar la campaña nacional e internacional mediática y de redes virtuales que ponen en riesgo el proceso de cambio y su estabilidad.

En un momento histórico en el cual la conspiración y los ataques de las fuerzas intervencionistas de Estados Unidos, encabezadas por su presidente Joe Biden y los senadores demócrata Bob Menendez y republicanos Marco Rubio y Ted Cruz a los países de América Latina y el Caribe se hacen más enérgicas en alianza con la derecha conservadora regional y las oligarquías locales, las tareas de los movimientos populares antimperialistas y de liberación nacional, junto a los gobiernos de izquierda y progresistas en el campo de la información, comunicación, politización y organización se hacen más importantes y estratégicas que nunca antes.

*Sociólogo y docente de la UMSA.


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