Paralelismos o no, pongámonos a construir – Por Anahit Aharonian

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Por Anahit Aharonian *

A poco de empezada la así llamada cuarentena en el Uruguay, nos fueron llegando inquietudes referidas al paralelismo de este confinamiento con lo vivido por las y los presos políticos durante el Terrorismo de Estado. Me sorprendo y mucho.

Me cuesta encontrar en qué punto se puedan comparar las restricciones provocadas por esta pandemia y las situaciones donde un Estado Terrorista comete delitos de lesa humanidad sobre toda su población a través de una cotidiana y minuciosa planificación con el solo (¿solo?) fin de doblegarlos en su dignidad, voltear convicciones y desanimar luchas por un mundo mejor.

Sin embargo estas miradas me hicieron repensar dicho enfoque. ¿Será que quizá pudiéramos aportar desde nuestras diarias estrategias de superviviencia, a través de la narración de cómo desplegábamos la creatividad para generar espacios de aprendizaje y crecimiento colectivo?

Todo esto hoy, mayo de 2020 ¿sería socialmente útil?

Considero necesario posicionarnos en lo que subyace ya que al estar absorbidos por los vaivenes de la pandemia nos mantenemos algo distraidos. Ir desplegando alas y redes para el “después”, nos haría muy bien buscando colectivamente cómo ir generando firmes redes solidarias donde apoyarnos cuando llegue ese aún incierto pos-virus. Estamos solo en el comienzo de la gran crisis, de las sociedades rigurosamente vigiladas y tanto más.

Volviendo al principio, ¿hay algún escollo que en pleno confinamiento nos impide que podamos abrirnos a alguna forma de creatividad propia de este siglo donde coexisten diversas formas de comunicación, donde contamos con lecturas sin límite, materiales diversos para fabricar artesanías que a su vez se conviertan en objetos de utilidad, objetos que incluso nos puedan dar o puedan a otros dar alguna salida económica?

Hoy existen muchas herramientas a nuestra disposición. Por otra parte y fuera de lo coyuntural, ¿hemos pensado en concretar nuestra huertita orgánica y abastecernos al menos de hierbas aromáticas si es que no tenemos espacio para otros alimentos? Hay muchos quienes –con enorme humildad y alegría- nos pueden facilitar semillas y ayudarnos en cómo manejarlas; tarea que –si es al aire libre- nos da la oportunidad de colectivizar.

Repensar durante esta cuarentena implica también observar que en forma paralela a la emergencia sanitaria, el mundo sigue andando y la crisis general que ya estaba instalada, se va potenciando a una velocidad inimaginable. Ahí, entonces, para ese mundo que jamás volverá a la antigua normalidad, tendrían que ir nuestras energías constructivas; atentas a no confundirnos ni mezclar los caminos que transitan los movimientos sociales con intereses partidarios o de ONGs que han retomado fuerte protagonismo.

Hay otro aspecto que desde hace mucho tiempo nos ocupa y es analizar esta pandemia desde nuestra colectiva lucha en oposición al modelo productivo (al que llamamos im-productivo) ya que se da en base a un extractivismo cada vez mayor y más profundo que involucra masivas talas de flora autóctona (selva, monte nativo, praderas naturales) para avanzar en dicho modelo, lo que conlleva fuertes impactos en nuestros suelos, aguas y también en nuestra sociedad, generando –además- un drástico cambio cultural jamás consensuado.

Se ha perdido la capacidad de comprender las consecuencias provocadas por este modelo extractivista en nuestros ecosistemas, en los que nosotros – la sociedad- somos parte indisoluble; impactos debidos al devastador accionar del ser humano donde nada más que el lucro es lo que importa.

Más allá de esta situación puntual que algunos interpretan como un reforzamiento del estado-nación, pensamos que seguimos en el declive del mismo y exponemos algunos puntos para comenzar a discutir-intercambiar.

-Por ejemplo, el tipo de globalización, llevado a cabo por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, los Estados líderes, las empresas trasnacionales y las élites políticas ha sido llamada por algunos autores como «globalización desde arriba», que promete la prosperidad económica, pero a la vez incrementa la polaridad entre ricos y pobres.

Dicha globalización también retoma la bandera democratizadora, una bandera que supuestamente da control a la población en condiciones reales de su vida diaria, aunque el resultado de esa «falsa democratización» no es otra cosa que la marginación y la pobreza.

-Dado que el poder está apoyado en el capitalismo, para el capitalismo, el Estado-nación es una sucursal del centro de poder mundial y su interés reside en garantizar el orden en el mercado de las empresas para asegurar la recepción de las innovaciones tecnológicas dominantes.

El Estado-nación ha pasado a ser una cárcel de naturaleza política para asegurar la fidelidad de las masas, haciéndolas políticamente inofensivas en orden a las reglas del mercado para que no se cuestione el sistema.

Corolario: Es imprescindible desplegar estrategias y redes para el “después”, buscar colectivamente para generar redes solidarias donde apoyarnos cuando llegue la pospandemia que, en definitiva, es el comienzo de la gran crisis y de las sociedades rigurosamente vigiladas.

* Ingeniera Agrónoma y docente, tupamara, presa política por más de 11 años de la dictadura civil-militar uruguaya (1973-1985)


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