La aniquiladora insolidaridad de lo “normal” – Por Pablo Micheli

991

Por Pablo Micheli *

El Covid-19 llegó como pandemia, alteró nuestras vidas por completo y obligó al mundo entero a un trance histórico jamás visto. Pasamos de la vertiginosidad diaria a valorar el tiempo, ya no en términos de producción como lo impone el sistema capitalista, sino en materia de oportunidades, de repensar y reflexionar sobre lo que en nuestras vidas, hasta ahora, nos parecía “normal”. Es como si esta pandémica desgracia hubiese llegado para alertarnos de que las cosas no podían continuar así.

Esta “Otra falla masiva y colosal de la versión neoliberal del capitalismo”, como lo llama Noam Chomsky al coronavirus, dejó en evidencia que lo que teníamos naturalizado como “normal”, nos trajo la pandemia.

Una normalidad donde gran parte de la humanidad es condenada a vivir en un mundo extremadamente injusto, desigual y ecocida; una normalidad donde las leyes del mercado funcionan por sobre las del estado; una normalidad donde la vida vale según las normas del neoliberalismo; una normalidad que tiene como normal el hambre de los pueblos; una normalidad donde gobierna el patriarcado. En fin, una normalidad que vuelve necesario plantearnos la convicción de no querer volver a la normalidad.

Pero toda adversidad tiene que servir para transformar cualquier “normalidad”. Corporaciones y monopolios han diseñado todas estas décadas un modelo de negocio de la eficencia donde los más ricos se hicieron cada vez más ricos, y los más pobres cada vez más pobres (algo “normal”).

Sin embargo, esta pandemia está demostrando de manera global y rotunda quiénes son las y los que generan las riquezas en el mundo y cómo el capitalismo no pueden vivir sin trabajadoras y trabajadores, al mismo tiempo que brilla la rabia capitalista en forma de protesta exigiendo que se retome el trabajo (normal) a costa de que se muera gente. Personas como Trump o Bolsonaro respaldan y defienden estos letales pedidos.

De la mano de esto, nos sorprende y hasta es título de tapas de diarios que “La naturaleza haya vuelto a lucir tan hermosa”, como lo define Ignacio Ramonet a este suceso. Quedamos atónitos por volver a ver las montañas desaparecidas por la contaminación, por ver cómo caminan animales en lugares que nosotros mismos les arrebatamos. Fue el sistema capitalista en su faceta depredadora quién alteró hasta el ciclo de la naturaleza. Fue esa destructiva normalidad la que sentó las bases para que hoy mares, ríos, montañas, praderas, glaciares estén respirando aire puro mientras miles de millones estamos en modo cuarentena.

En este sentido, las propuestas post-pandemia tienen que basarse, innegociablemente, en coincidir en la necesidad de retomar todo lo positivo de este momento histórico para reformular el contrato social y avanzar en más solidaridad y mayor integración entre los pueblos. Esto no nos puede arrinconar en falsas contradicciones y debe convencernos, de una vez por todas, que sin estado no tenemos vida, de que es real la consigna de que “Nos salva el Estado, no el Mercado”.

Es urgente mirar hacia el socialismo y poder avanzar hacia una renta básica que ofrezca protección a la población, donde el sistema de salud sea público y universal y no se tome a las y los pacientes como una mercancía evitando de este modo desastres humanos/sanitarios; donde se sienten los pilares en una justa distribución de la riqueza, una fiscalidad más equitativa y en consolidar un estado de bienestar; donde el internacionalismo se practique diariamente de manera global; donde el feminismo sea protagonista; donde el día que se halle la vacuna del Covid-19 sea considerada de bien público mundial y, por ende, gratuita.

Hoy, como mundo inmerso en el capitalismo, estamos pagando esa explotación de las y los trabajadores, esa destrucción del planeta, esa injusta desigualdad entre los pueblos. Quien quiera volver a esa “normalidad” nada tendrá que ver con el valor y la dignidad por la vida misma ni la del prójimo. Yo estoy convencido que no quiero regresar a esa normalidad.

* Secretario General CTA Autónoma, Argentina


VOLVER

Más notas sobre el tema