Nuevos falsos positivos en Colombia revelados por el NYT: las órdenes son aumentar los combates y los muertos – Por Camilo Rengifo Marín

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Camilo Rengifo Marín*

El Ejército colombiano citó el miércoles 22 a una reunión a 15 militares en la Segunda División en Bucaramanga, para que «confesaran» quiénes habían servido como fuentes para el informe de The New York Times del fin de semana pasado, donde se afirma que las órdenes recibidas desde el alto mando militar son las de aumentar no solo los combates sino también las muertes, apuntando a facilitar nuevos “falsos positivos”.

Como falsos positivo se conoce al asesinato deliberado de civiles por militares y/o paramilitares, a quienes enterraban con prendas de uso militar y armas plantadas por parte de la Fuerza Pública. El artículo de The New York Times sostiene que esas son  las indicaciones de este nuevo mando, que nombró el presidente Iván Duque en diciembre pasado. Esta semana el gobierno comenzó la cacería de las fuentes de la nota del diario estadounidense.

La alerta de esta reunión, tal parece, llegó hasta Washington, donde el director de Human Rights Watch para las Américas, José Miguel Vivanco, envió un mensaje por Twitter al ministro de Defensa, Guillermo Botero, en el que le pregunta al alto funcionario si esa reunión es cierta. «Sería muy grave que hubiera retaliaciones contra oficiales que se animaron a contar la verdad», manifestó Vivanco.

El artículo de The New York Times, titulado «Las órdenes de letalidad del ejército colombiano ponen en riesgo a los civiles, según oficiales», generó una profunda molestia en el gobierno de Iván Duque y propició una carta que el ministro de Defensa, Guillermo Botero, y el canciller Carlos Holmes, enviaron al diario estadounidense el pasado 19 de mayo, donde califican el artículo como “parcial, tendencioso y distorsionado”. Agrega que indicadores de la naturaleza de subir las bajas son “inaceptables para el gobierno de Colombia”.

Lo que ha dado de qué hablar es el tono agresivo y sin sustento, poco usual en las comunicaciones de la cancillería, en una carta en inglés dirigida al “editor” del periódico, sin mencionar su nombre. «El artículo sugiere que miembros de las Fuerzas Armadas han recibido instrucciones contrarias a nuestra Constitución y nuestra legislación», manifestaron los ministros. «Con el fin de llegar a la conclusión en que se soporta el titular del artículo, el autor se refiere a supuestas entrevistas con oficiales de identidad reservada y documentación citada parcialmente y sacada de contexto».

Botero y los altos mandos militares, los generales Nicacio Martínez y Luis Fernando Navarro, han rechazado tajantemente que se hayan dado instrucciones apuntando a facilitar nuevos falsos positivos, como se conoce al asesinato deliberado de civiles, a quienes enterraban con prendas de uso militar y armas plantadas, por parte de la Fuerza Pública. El artículo de The New York Times, por su parte, sostiene que las indicaciones de este nuevo mando, que nombró el presidente Iván Duque en diciembre pasado, son aumentar no solo los combates sino también las muertes.

El comandante de la Segunda División, general Mauricio Moreno Rodríguez, envió un comunicado de prensa horas después de que trascendiera la reunión mencionada. El alto oficial confirmó el encuentro, pero dijo que tiene otro propósito: «adelantar temáticas sobre el desarrollo de operaciones militares y para establecer los parámetros de la operación Artemisa, que une esfuerzos militares y civiles sobre protección ambiental».

El diario El Espectador reveló que a los 15 militares que citaron les revisaron sus celulares y que sí llevaron a tres poligrafistas y añadió que un tema en particular inquieta al alto mando castrense: la reunión entre oficiales de inteligencia militar y comandantes regionales en Cúcuta, con presencia el general Diego Villegas Muñoz, comandante de la Fuerza de Tarea Vulcano, que pertenece a la Segunda División y opera en el Catatumbo, reveló The New York Times.

«Según los militares, en la reunión les dijeron que tenían ‘que hacer lo que sea’, incluyendo usar grupos paramilitares que proporcionen información sobre bandas armadas rivales ‘para generar resultados'», advirtió el medio estadounidense. Villegas fue reseñado recientemente por la prensa por una cuestionada actuación de un cabo bajo su mando, que habría asesinado a Dumar Torres, un exguerrillero de las Farc, el pasado 22 de abril en una vereda del Catatumbo.

Poco después, reveló este diario, se conoció que en manos de los fiscales delegados ante la Corte Suprema ya está toda la información que el ente investigador ha recopilado contra Villegas, contra quien incluso se alcanzó a librar una orden de captura. ¿La razón? Casos de ejecuciones extrajudiciales.

El hecho es que el tema de esta reunión en la Segunda División ha prendido todas las alarmas. Este diario pudo confirmar también que, en este momento, representantes de la Procuraduría se dirigen hacia la sede de la Segunda División en Bucaramanga, para constatar qué está ocurriendo allí. «Estamos en el tema», le dijo una fuente de ese organismo a El Espectador.

El artículo del NYT

El artículo de The New York Times, firmado por Nicholas Casey, generó una profunda molestia en el gobierno del ultraderechista Iván Duque, que ya estaba alertado de la filtración de la infotrmacón, ya que a fines de abril el saliente secretario general de Presidencia, Jorge Mario Eastman visitó las oficinas de Revista Semana, luego de lo cual el periodista Ricardo Calderón no pudo publicar su investigación, que el Consejo de Rdacción del semanario deicid´po que iba en la portada .

Eastman habló con el director de Semana, Alejandro Santos, y con Calderón, sobre denuncias idénticas a las que reveló el NYT. Luego, en una comida en Palacio entre el presidente Iván Duque y los dueños de Semana -Gabriel Gilinski, y María y Felipe López- alguien habló de la investigación y Duque respondió que creía importante contrastar bien el tema con fuentes oficiales. En definitiva: Semana no lo publicó.

La investigación asegura que el comandante del ejército de Colombia, frustrado por los vacilantes esfuerzos de la nación para preservar la paz, les ha ordenado a sus tropas que dupliquen la cantidad de criminales y rebeldes que matan, capturan u obligan a rendirse en batalla; y posiblemente acepte un aumento de las bajas civiles en el proceso, según consta en órdenes escritas y entrevistas con altos oficiales.

La parte sustancial de la nota del NYT señala:

“A inicios de año, los generales y coroneles colombianos se reunieron y se les pidió que firmaran un compromiso por escrito para intensificar los ataques. Las presentaciones internas diarias ahora muestran el número de días que las brigadas han pasado sin estar en combate, y los comandantes son amonestados cuando no realizan operaciones con la frecuencia suficiente, dijeron los oficiales.

Una orden que causa especial preocupación instruye a los soldados que no “exijan perfección” al momento de ejecutar ataques letales, incluso si tienen preguntas significativas sobre los objetivos que están atacando. Algunos militares dicen que esa orden implica que reduzcan sus normas para proteger a civiles inocentes de ser asesinados, y que ya ha ocasionado muertes sospechosas o innecesarias.

Los militares implementaron una estrategia similar para derrotar a los grupos rebeldes y paramilitares de Colombia a mediados de la década de los 2000, antes de que se firmara un acuerdo de paz histórico que finalizó con décadas de conflicto.

Pero esas tácticas causaron la indignación nacional cuando se supo que los soldados, con el objetivo de cumplir sus cuotas, cometieron asesinatos generalizados y desapariciones de civiles. Ahora, otra encarnación de esa política está siendo impulsada por el nuevo gobierno contra los grupos criminales, guerrilleros y paramilitares del país, según las órdenes revisadas por el NYT y tres oficiales de alto rango que hablaron sobre esas medidas.

Las nuevas órdenes han generado incomodidad entre los militares. El ejército de Colombia sigue siendo investigado por la serie de asesinatos ilegales ocurridos a mediados de la década de 2000, conocidos como “falsos positivos”. Los soldados mataban a campesinos y afirmaban que eran guerrilleros, a veces incluso vistiéndolos con uniforme y plantando armas cerca de sus cuerpos. Las tácticas surgieron de los superiores que exigían un mayor número de cuerpos, de acuerdo con los fiscales.

En largas entrevistas, dos oficiales dijeron que los soldados colombianos vuelven a estar bajo una intensa presión y que este año ha comenzado a surgir un patrón de asesinatos sospechosos y encubrimientos. En una reunión relatada por uno de los oficiales, un general ordenó a los comandantes “hacer lo que sea” para mejorar sus resultados, incluso si eso significaba “aliarse” con grupos criminales armados para obtener información sobre objetivos, una estrategia de dividir y conquistar.

Más allá de eso, dijeron los oficiales, a los soldados que aumentan sus muertes en combate se les ofrecen incentivos como vacaciones extra, un patrón que —temen— es notablemente similar al de los asesinatos ilegales ocurridos a mediados de la década de los 2000”.

“Hemos regresado a lo que estábamos haciendo antes”, dijo uno de los oficiales, quienes hablaron con la condición de mantener su anonimato por temor a las represalias de sus superiores. El mayor general Nicacio Martínez Espinel, comandante del ejército de Colombia, reconoció haber emitido las nuevas órdenes y exigir que los oficiales establezcan objetivos concretos para matar, capturar o forzar la rendición de los grupos criminales y rebeldes.

Dijo que había emitido una orden por escrito que instruía a los principales comandantes a “doblar los resultados”, explicando que había llegado a esa decisión debido a la amenaza que Colombia sigue enfrentando por parte de las organizaciones guerrilleras, paramilitares y criminales. “La amenaza criminal se incrementó”, dijo. “Si seguimos al ritmo que veníamos anteriormente no vamos a cumplir los objetivos”.

(*) Economista y docente universitario colombiano, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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