Nueva Constitución en Cuba | Aurelio Alonso, sociólogo y escritor cubano: “Se ha logrado la participación más democrática en nuestra historia”

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Por Carla Perelló, de la redacción de NODAL

El domingo 24 de febrero casi ocho millones de personas votaron para ratificar o no el texto de la nueva constitución de Cuba. El referendo se realizó tras meses de preparación, lectura y relectura de las viejas y las nuevas leyes que sumaron a las propuestas ciudadanas y a las
realizadas por funcionarios y por el mismo Estado. Según los datos preliminares, fue aprobada finalmente por el 86.85 por ciento de los votos contra el nueve por ciento
que votó por el “no”. Ahora bien, ¿cómo es el proceso de participación en la isla? ¿quiénes participaron y qué propuestas fueron tomadas en cuenta?, para conocer en profundidad este proceso, NODAL entrevistó a Aurelio Alonso, prestigioso sociólogo y escritor cubano, Premio
Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2013 y uno de los miembros de Pensamiento Crítico, revista mensual que se publicó en La Habana entre 1967 y 1971

En Cuba hay un sólo partido y eso muchas veces dificulta comprender cómo se lleva adelante el debate en el país: ¿podría explicar quiénes participaron, dónde y cómo se debatió?

Creo que para entenderlo hay que despojarse de la identificación del pluralismo con el pluripartidismo. Lo considero un equívoco muy generalizado del mito liberal. Personalmente rechazo la idea de que el socialismo tenga que ser regido desde un sistema de partido único, pero me parece igualmente inaceptable identificar democracia con una competencia electoral de intereses representados por partidos, cuyos resultados sabemos por sobradas experiencias que no siempre responden al bien común de la sociedad. Quiero precisar que lo esencial en el partidismo desarrollado en Cuba es el sentido de unidad: creo en la legitimidad recibida de haberlo concebido “unido” –al partido de la revolución– más de hacerlo “único”, condición esta última que responde sobre todo al hostigamiento impuesto a la isla por los Estados Unidos, ya histórico, y la medida en que una contienda de intereses domésticos haría vulnerable, bajo ese cerco, incluso a los logros incuestionables del sistema. En todo caso, la
relación entre partido y Estado en la experiencia cubana está también necesitada de actualización. Y confío en que el próximo Congreso de PCC propicie pasos en esa dirección.

El debate del proyecto de Constitución elaborado por la comisión de la Asamblea Nacional del Poder Popular encargada de su redacción permitió a toda la población expresar sus criterios y presentar propuestas alternativas a cada punto tratado e, incluso, introducir otras propuestas con absoluta libertad. La consulta popular, después de publicarse más de un millón de ejemplares impresos del proyecto inicial, y de circularlo digitalmente con tiempo suficiente para su estudio, se realizó mediante asambleas, en las circunscripciones, la base del sistema electoral, y en los principales centros de trabajo. Se levantó acta de cada asamblea, a la cual se adjuntaba documentos que se había sugerido presentar a quienes desearan llevar sus criterios y proposiciones de manera más puntual, y razonados. Todos los planteamientos eran tomados en cuenta, analizados, codificados, para asegurar que el resultado final del documento respondiera al mayor nivel de consenso de la población.

¿Participó usted de alguna instancia de debate de esta Constitución? En caso de que sí, ¿podría contar cómo?

Sí, de la manera más activa posible para el ciudadano común. Estuve en dos asambleas, una con los trabajadores de la Casa de las Américas y otra en mi circunscripción. A las dos llevé mis criterios escritos en unas cuatro páginas. No conforme con ello, continué la lectura de otras reflexiones, participé en debate digital con colegas sociólogos, economistas, juristas y politólogos, algunos incluso que tuvieron responsabilidades políticas que les permitieron participar en los años setenta del siglo pasado en la confección de nuestra primera constitución socialista. Finalmente, redacté un documento de 15 páginas que calzaba mis propuestas con argumentos más razonados con vistas a no dejar solamente una contribución en términos asertivos sino también de reflexiones. La publiqué el 14 de noviembre en el sitio web LA COSA, que publica un amigo jurista que contribuyó mucho a los debates, y la envié además a un diputado miembro de la comisión redactora, con el cual tengo una vieja amistad y un grado de identificación que me permite estar seguro de que mis insistencias serían atendidas. El 15 de noviembre fue la fecha fijada como término de la consulta popular, y la comisión redactora retomó sus funciones.

¿Es esta discusión sobre la Constitución un debate en la sociedad cubana? ¿Hubo participación?

Me atrevería a afirmar que ha sido el documento oficial más analizado y debatido por la población, que ha motivado mayor atención, lo cual se corresponde a mi juicio con un enriquecimiento acumulado de la cultura jurídica y política de la población, y su comprometimiento con las coordenadas que deben marcar el desarrollo de los próximos años de la sociedad cubana. De hecho, conservo una carpeta en mi disco duro con más de 120 puntos seleccionados del debate, que considero merecen preservarse, pues la Constitución no es un texto sagrado. Tendrá que someterse a la realidad que probará sus aciertos y también nuevas necesidades de enmienda. Más del 60 por ciento del articulado del proyecto fue modificado a partir de las propuestas de la población, en el texto final del proyecto, sometido el domingo pasado a referendo.

¿Qué diferencias encuentra en esta nueva Constitución con la anterior?

Las diferencias de la nueva Constitución con la precedente son muchas y de diverso alcance, pero sobre todo destacaría que el documento que llegó a las manos del pueblo lo reflejaba ya en tres ejes: a) el cambio en las estructuras de gobierno en consonancia con el relevo de la generación histórica de la Revolución en la conducción del Estado, b) reordenamiento del escenario de la estructura económico-financiera, con diversificación de las formas de propiedad e introducción controlada de la relación de mercado, c) fortalecimiento de los derechos y deberes de la ciudadanía y de la estrategia de amparo social, ante las dificultades de las condiciones de vida. Desde su primera versión –hay que reconocerlo– la nueva es una Constitución superior a la precedente por la actualización de sus contenidos, indispensable para permitir transformaciones decisivas.

Uno de los puntos que más repercusión tuvo fue el del matrimonio igualitario, ¿podría comentar cómo quedó ese punto? ¿Hubo algún otro punto que usted considere que haya tenido una repercusión similar?

Cierto, pues la maduración alcanzada en el reconocimiento de los derechos de la diversidad de género hizo pensar a los diputados que se posibilitaba plasmar estos derechos en una definición más comprensiva de la familia. Fue la propuesta del proyecto que tuvo el porcentaje mayor de objeciones, motivando una rectificación en términos que, sin lesionar el respeto a la diversidad de género, como derecho, se aplazara el otro paso para una discusión más puntual cuando se reelabore el Código de Familia. Sirvió, en todo caso, para poner de manifiesto la libertad con la cual se produjo el debate y la efectividad del dispositivo de búsqueda del consenso en la redacción de la Carta Magna.

Yo creo que no menos intenso fue el debate sobre las nuevas definiciones en materia de institucionalidad política. La creación de la figura de “presidente de la República” –sin que fuera un giro presidencialista frente a la autoridad colegiada, que prevalece en la Asamblea Nacional – halló un total consenso, aunque con discrepancias en cuanto al término de mandato, las edades mínima y máxima para ser electo, y sobre todo la tesis a favor la elección presidencial directa de la población, la cual quedó en minoría. También fue muy importante el debate sobre la figura del “gobernador provincial” sobre la cual la población generó cambios para que fuera un cargo electo en la Provincia y no designado por la Asamblea Nacional. En el plano económico temas como el que da amparo constitucional a una relación orgánica entre plan y mercado, articulación sistémica a las diversas formas de propiedad, el rescate de una pirámide salarial adecuada, la descentralización y fortalecimiento de la empresa económica como centro del sector público.

¿Qué otra cosa destacaría del debate que se ha llevado a cabo?

Pues solo destacaría que ésta ha sido la reforma constitucional que ha logrado una participación más democrática en nuestra historia, y en consecuencia también, mayor diversidad en las propuestas de cambios, lo que significa un sentido más pleno de responsabilidad en todas las instancias. El nuevo texto constitucional permite al pueblo que participó masivamente en las consultas, identificar mucho de lo que propuso, y a la vez constatar lo que no fue recogido. La Constitución debe expresar a un nivel confirmado de consenso, no responder al proyecto de ordenamiento que cada ciudadano tiene, lo cual sería evidentemente imposible. Aunque tampoco puede suponerse que todo lo que no está se desestime. Como toda obra humana, la Constitución es perfectible, por fuerza de la historia tendrá que enmendarse cuando su devenir lo exija, y eso también está previsto en el texto.


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