El elefante en el bazar de la diplomacia argentina – Por Ariel Basteiro, especial para NODAL

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Ariel Basteiro*

En poco más de dos años de gobierno de Mauricio Macri los cruces periodísticos, las declaraciones, las protestas, las cartas revérsales y las notas verbales entre Argentina y Bolivia son muchas más de las que cualquier otro gobierno haya tenido a lo largo de la historia diplomática entre los dos países.

El ámbito diplomático es un mundo fundamentalmente de formas, pero también de fondo; y es considerado un hecho excepcional (un cimbronazo) que un país anfitrión llame a su cancillería a un Embajador a dar explicaciones sobre declaraciones realizadas en el marco de su competencia. Esta situación se vivió no menos de 4 veces en tierras bolivianas en 2 años y medio de gobierno macrista.

La inmunidad diplomática es un derecho sagrado desde la formación del Estado moderno. Ni la Alemania Nazi se animo a violar tales principios. Si lo hizo -en cambio- el Gobierno argentino en diciembre del 2016 cuando en el marco de la reunión de cancilleres del Mercosur no se le permitió el ingreso al Palacio Anchorena (sede de la cancillería argentina) al canciller boliviano David Choquehuanca y a la canciller venezolana Delcy Rodríguez, llegando incluso a reprimir con golpes de la infantería policial a ambos representantes diplomáticos. Esto concluyo con contusiones del canciller boliviano y un esguince en el brazo de la canciller venezolana.

Es reñido con las formas de la diplomacia que un canciller salga a responderle a un presidente de otra nación, sobre cualquier hecho, y mucho más cuando existen relaciones diplomáticas históricas entre ambos países. Lo habitual es que el canciller tome contacto con canciller y presidente con presidente. Días atrás el canciller argentino Jorge Faurie, cruzó con un Twitter al presidente Evo Morales por solidarizarse éste con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner ante la persecución judicial de la cual es objeto. O el caso del Gobernador jujeño Gerardo Morales, contestando por la misma vía al presidente boliviano por la postura de Evo Morales con respecto a Milagro Sala la dirigente presa hace más de 1000 días en la provincia de Jujuy.

En la escalada de conflictos entre ambos países ha habido por parte de Argentina reclamos con notas oficiales a Bolivia por reciprocidad en la atención sanitaria a ciudadanos argentinos en Bolivia.Esto llevó a enfrentamientos y declaraciones de prensa de uno y otro lado de la frontera, con recriminaciones por doquier. Antes había sido la queja boliviana por la política migratoria aplicada por Argentina y las declaraciones periodísticas de la ministra de seguridad argentina Patricia Bullrich, discriminando a la comunidad boliviana residente en Argentina. En estos días Argentina presentó una nota verbal a la cancillería boliviana reclamando que autos argentinos que circulen por territorio boliviano tengan derecho a cargar combustible a precio nacional, subvencionado, algo qué seguramente generará mas fricción.

No fue casualidad que Argentina eligiera salirse de UNASUR cuando le llegaba el turno de la presidencia protempore a Bolivia. Esos gestos en el mundo diplomático son tomados en cuenta y tienen más valor, y dicen mucho más delo que puede reflejar la prensa o la política. En definitiva es muestra de la mala relación existente que la cancillería argentina parecería buscar.

Es muy serio, si como sucedió en la última visita de Evo Morales a la Argentina el último 19 y 20 de Octubre, 48 horas antes el embajador argentino presentó sus quejas a Bolivia por la visita que haría Evo Morales a Buenos Aires. Según el portal Infobae le reclamó que no se involucrara en asuntos de política interna y evitara el contacto con referentes políticos de la oposición, más precisamente con Cristina Fernández de Kirchner aunque Evo Morales viajaba para participar de actividades académicas y de un hecho cultural de la comunidad boliviana.

En la actividad académica realizada en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) donde se le entregó un “doctorado honoris causa”al mandatario boliviano éste pronunció criticas solapadas a la actitud del gobierno argentino contra opositores, el manejo manipulado de la justicia, o la referencia a la inmigración italiana, tal como dieron cuenta los medios ahí presentes.

Fue curioso y nada habitual que a la llegada al país de un presidente de un país hermano no hubiera un solo funcionario de la cancillería argentina para dar la bienvenida, por mas qué a la visita se la presentó como privada, una categoría que se utiliza para no poner de manifiesto el protocolo utilizado ante la visita de un jefe de Estado. Y más curioso aún fue que el presidente Muricio Macri saliera con destino a Mar del Plata del mismo aeropuerto militar cinco minutos antes de la llegada de Evo Morales. Es más la torre de control no permitió el aterrizaje del avión boliviano hasta que no despegó la aeronave qué trasladaba al presidente argentino. Todo fue calculado por las autoridades argentinas para que la casualidad no jugara una mala pasada e hiciera que ambos presidente debieran encontrarse.

Esto se suma a lo sucedido el día sábado en la entrada cultural de la comunidad boliviana que se realizó en la ciudad de Buenos Aires. Allí, ante la ausencia de Evo Morales ocasionada por lo extenso de la agenda de trabajo con los cónsules acreditados en argentina, hubo trascendidos que indicaban que algunos grupos no identificados podrían generar inconvenientes para empañar la jornada y que esto tuviera un costo político para el mandatario boliviano.

En definitiva todo ello está directamente relacionado con el perfil de cada presidente, de donde proviene cada uno y su forma de ver el mundo. Mientras uno nació en una familia de pastores pobres del altiplano, el otro lo hizo en cuna de oro. Mientras uno trabajo desde los siete años en el campo, al otro no se le conoce trabajo realizado hasta llegar al gobierno de la ciudad.Mientras uno tomó trascendencia como sindicalista campesino en el trópico boliviano, el otro se hizo conocido como director en las empresas de su padre. Mientras uno reivindica a Lula, Cristina Fernández y Rafael Correa, el otro lo hace por Donald Trump, Carlos Menen o Jair Bolsonaro. Mientras uno expulsó de Bolivia al embajador norteamericano, a la CIA, DEA, USAID, y el FMI, el otro realiza todo lo que está a su alcance para mostrarse como el gendarme y sumiso amigo norteamericano.

Ese es el motivo principal que los separa, que hace que su visión sea diametralmente opuesta y por ende que la relación entre Argentina y Bolivia pase de ser óptima durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, a ser la peor en la historia en estos casi tres años de gobierno de Macri.

Todo esto hace irremediablemente que la relación diplomática entre ambos países siga cayendo en pique y que ambos se ocupen de dejar en un paréntesis las relaciones comerciales casi excluyentes como es la venta de gas. Pero proviniendo sus presidentes y gabinetes de lugares tan disimiles muy posiblemente no vuelva a haber relaciones amistosas hasta que en Argentina se abra otro período de gobierno con otro presidente, otra fuerza política, otra ética, y una cancillería que practique la integración regional en vez del alejamiento de sus vecinos.

(*) Ex embajador argentino en Bolivia.


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