Soberanía alimentaria: Necesidades y potencialidades de Latinoamérica

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Tema de la semana elaborado por el Centro Latinoamericano de Investigación, Innovación y Desarrollo Agrario (CLIIDA), asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

¿Quién determina el valor de la alimentación y la nutrición de los pueblos? ¿Quién garantiza la distribución de cada gramo de proteína, kilocaloría de energía, mineral y vitamina necesaria para cada ser humano?

La soberanía agroalimentaria es el derecho de un pueblo a producir el alimento no solo el que necesita, sino también el que el pueblo quiera, garantizando el acceso suficiente y oportuno de alimento: es una tarea fundamental a cumplir en la liberación de los pueblos.

Necesidades nutricionales son las cantidades de energía y nutrientes esenciales que cada persona requiere para que su organismo se mantenga sano y funcional, dependiendo de la edad, sexo, actividad y estado fisiológico, según la definición de la FAO.

La energía es el combustible y los nutrientes esenciales, los que el ser humano precisa obtenerlos de los alimentos, como proteínas y aminoácidos, vitaminas, algunos ácidos grasos, las sales minerales y el agua, ya que la ausencia de éstos es incompatible con la vida.

Según la FAO, las necesidades de energía, varían de acuerdo a la edad: los niños de entre 1 y 10 años necesitan un máximo de 2.150 kcal/día, los niños de entre 10 a 18 años 2.870 kcal/día máximo; un adulto masculino entre 18 y 30 años con actividad moderada precisa de 3.400 kcal/día, y una mujer con la misma actividad 2.450 kcal/día.

En cuanto a proteínas, los mayores requerimientos se presentan en niños de 4 a 6 meses de vida (2.5 g/kg/día) cifra que va disminuyendo paulatinamente hasta llegar a 1.35 g/kg/día, para un niño entre 5 y 12 años. Los adultos en general precisan entre 1 y 1,2 g/kg/día, excepto las mujeres durante el embarazo, que requieren 8 g/kg/día, los primeros seis meses de lactancia 23 g/kg/día y luego 16 g/kg/día. Las proteínas son fundamentales por su rol en la conformación de tejidos, defensas y reparación del organismo.

Latinoamérica y el Caribe presentan una población de más de 650 millones de habitantes. La proporción de mujeres y hombres se mantiene constante alrededor de 50-50. Según edades, encontramos, alrededor de 106 millones menores de 10 años, 110 millones entre 10 y 19 años, 108 millones entre 19 y 30 años, 274 millones entre 30 y 65 años, y 52 millones son adultos mayores de 65 años.

A partir de estos datos, tras calcular la necesidad energética por edades, Latinoamérica requiere producir 1.872.000 millones de kcal/día o 683.280.000 millones de kcal/año, para garantizar el aporte energético de la dieta de su población.

Sólo la producción de maíz de Brasil, Argentina y México -más de 165 millones de toneladas por campaña a 3.500 kcal/kg-, es de 577.500.000.000.000 de kcal por cosecha, cubriendo casi el 85% de las necesidades calóricas de los 650 millones de latinoamericanos por año. Y solo con el maíz.

Si contabilizamos el resto de agroalimentos producidos, como café, cacao, trigo, soja, leche, quesos, huevos, harinas, frutas y hortalizas de todas las variedades, carnes de res, pescado, cerdo, pollo, cabras y ovejas, entre otras especies animales, el aporte energético está ampliamente superado (claro, en los números), al igual que el de proteínas, vitaminas, ácidos grasos y minerales.

Biodiversidad

La biodiversidad que presenta América Latina, desde el Río Bravo a Tierra del Fuego, la convierte en un región clave para el futuro de la humanidad, ya que cuenta con el 31% de las reservas mundiales de agua dulce, el 40% de los recursos acuáticos renovables, el 12% de la producción agrícola mundial y es el mayor exportador neto de alimentos del mundo.

A esta capacidad y variedad productiva, se suman las riquezas en materia mineral y energética, presentes en la cordillera andina y la franja petrolífera venezolana, respectivamente, lo que permiten que el sueño de una Latinoamérica independiente, justa y soberana sea posible de materializar.

El histórico dominio del orden mundial

Durante más de 500 años el pueblo latinoamericano ha sido sometido al cumplimiento de un plan externo -de Europa primero, y de EEUU después-, de ser el proveedor de materias primas a través del extractivismo colonial, importante para el funcionamiento del sistema capitalista mundial.

La heterogeneidad es la principal potencialidad que Latinoamérica presenta para desarrollarse como una Gran Nación Unida, y por eso fue disfrazada con diferencias, profundizadas con antinomias, con el objetivo de dividir y separar la Patria Grande.

El imperialismo agudizó las diferencias como contrapuestos en disputa y en competencia, en todos los órdenes posibles (culturales, étnicos, deportivos, económicos, alimenticios, musicales, etc). La división de los pueblos, la individualización y la alienación de las personas, propiciaron el escenario para que la creación de necesidades en todas las áreas, se convierta en el modo de esclavitud moderno.

De esta manera los hombres y mujeres de comunidades desorganizadas, se convirtieron en “esclavos modernos” que solo subsisten vendiendo su fuerza de trabajo a un sistema que los explota y les extrae hasta el último sudor, a cambio de cubrir una pequeña parte de las necesidades que el mismo sistema crea.

El camino de la liberación

Durante 500 años los pueblos latinoamericanos han encontrado la unidad en la lucha, desde San Martin, Sucre, Artigas, O’Higgins y Bolívar hasta Chávez, Evo Morales, Kirchner y Lula.

El pueblo sometido por el sistema, tan pronto adquiere conciencia de su condición de explotado despierta, se organiza y se une. La unidad, la batalla, la lucha y la victoria, han sido el camino que encontraron hombres y mujeres valientes, para enfrentar la dominación externa.

El pueblo encontró la victoria cuando se organizó colectivamente en batalla para enfrentar al opresor. En cada victoria que llevó al bloque histórico latinoamericanista a posición de gobierno, la soberanía alimenticia ocupó un rol central: combatir el hambre del pueblo siempre fue la tarea primera. “Amor con hambre no dura”.

Mientras, el capitalismo trasnacional deja librado al mercado el valor de la alimentación de cada niño y niña, cada hombre y cada mujer, donde el criterio del precio de los alimentos es dominando por su valor de cambio y no por su valor de uso, en un proceso en el cual, la especulación subordina a la nutrición resultando en hambre, desnutrición y muerte.

Los pueblos de Latinoamérica y del mundo lo sufren, a pesar de que los medios hegemónicos de comunicación traten de esconder la realidad. En 2014, el Departamento de Agricultura de EEUU informaba que el 14% de su población, enfrentaba inseguridad alimentaria, ya que 17 millones de hogares no siempre tienen dinero para comprar comida y 6,9 millones de hogares tenían muy baja seguridad alimentaria.

El capitalismo también utiliza los alimentos como armas de opresión, tal cual lo sufrió Cuba y hoy lo sufre el pueblo de Venezuela, mediante un bloqueo internacional en directo y públicamente difundido por medios de comunicación de la derecha trasnacional.

Lograr la soberanía alimentaria es la tarea para cada hombre y mujer en el mundo, vinculado directa o indirectamente a cualquier fase de producción, industrialización, almacenaje, abastecimiento y distribución de alimentos. Soñar y materializar un mundo sin hambre y sin desnutrición es un deber ineludible e irrenunciable de este momento histórico en cualquier parte del mundo.


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