Canciller argentino: la Unasur pasó a ser “una tribuna de discusión ideológica y política”

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Otra embestida contra la Unasur

El canciller argentino Jorge Faurie afirmó que la Unasur se está usando como «una tribuna de discusión ideológica y política» en vez de ser un espacio «para generar una mayor interconexión y una mayor integración física y energética» en la región. Agregó: «Este es el error que nosotros percibimos hoy en la Unasur: lo estamos usando como tribuna de discusión ideológica y política».

Faurie recordó que la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se creó (en 2008) «para generar una mayor interconexión y una mayor integración física y energética» regional.

«Esto es lo malo de que un organismo que se creó a nivel regional para generar una mayor interconexión y una mayor integración física y energética, haya pasado a ser un escenario de discusión de posiciones políticas o ideológicas», puntualizó en una entrevista publicada hoy en un matutino.

El titular de la cartera de Relaciones Exteriores definió sin embargo que Unasur no es «escenario de una grieta», porque «entre los países no puede haber grieta».

En abril, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú decidieron suspender por tiempo indefinido su participación como miembros de la Unasur.

En ese momento, se argumentó que esos países se mantendrían al margen hasta tanto se garantice el adecuado funcionamiento de la organización. La ruptura se produjo por diferencias con Venezuela y Bolivia.

De este modo, de los doce países que integraban la Unasur, sólo quedaron Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Guyana y Suriname.

Página 12


Jorge Faurie: «Nuestra política exterior no es ideológica, pero sí tenemos ideas»

-Argentina volvió al mundo pero el país aún no es visto como estable. ¿Cómo es representarlo en este momento?

-Yo no hablaría de “estabilidad”. Argentina ha ido haciendo cambios y reformas estructurales que la colocan en un plan de atractividad. En términos de inversiones: de confianza; de inversiones y comercio. La palabra “estabilidad” tiene como implícito el concepto de lo “no-estable”. Lo que aquí está presente es que con este gobierno han habido reformas que orientan o colocan a la Argentina en un nuevo horizonte que tiene mucho que ver con el tiempo en que vivimos, con la temática del siglo XXI y las transformaciones fundamentales de este tiempo.

-El año pasado, los inversores y los países esperaban una consolidación de Macri en las elecciones de medio término. Con el nuevo debate sobre tarifas y la cuestión de los mercados, el gobierno no logra salir adelante…

-No podemos leer las reformas estructurales dentro de Argentina a la luz de una discusión tarifaria, como tampoco podemos hablar de las reformas estructurales solamente en análisis de lo que pudo haber sido la discusión previsional. El gobierno del presidente Macri está adoptando medidas y haciendo cambios que son reformas en el modo en que la Argentina trabaja la interna y cómo se vincula con el mundo, y cómo se presenta de una manera más competitiva. El dato eleccionario de octubre del año pasado fue un dato muy positivo para la comunidad internacional, para los países y para la comunidad financiera o inversora internacional. Y Macri está implementando las medidas a las cuales él se comprometió.

-¿Cómo está explicando el gobierno ante los mercados internacionales la fuerte suba del dólar? El mercado más especulativo ya sentencia que “es tiempo de ‘salir’ de la Argentina”.

-En primer lugar, en un proceso macroeconómico no hay que hacer análisis así de un momento coyuntural para extraer una conclusión general. En este momento, el Banco Central, que es independiente, ha operado sobre la fluctuación que tiene el dólar en la plaza internacional. El dólar está aumentando, corrigiéndose prácticamente en todas las divisas a nivel mundial. Y esto también ocurre en la Argentina. Nuestro sistema cambiario permite la flotación de la moneda y ésta registra los impactos en función del mercado internacional y de discusiones que se dan dentro de la economía argentina. Pero esto no determina que para un inversor extranjero las situaciones coyunturales de dos o tres días de la economía argentina sean el elemento determinante de cómo evalúan la marcha de las reformas estructurales.

-¿Qué se ha conseguido en la estrategia de Cambiemos de una “inserción inteligente” al mundo?

-Se consiguieron todos los mercados a los que Argentina está llegando. El país tiene un excelente diálogo y complementación económica con Chile; una discusión plena de sus relaciones con el Brasil; abrió toda la puerta de la Alianza del Pacífico; trabaja intensamente con los países del Mercosur; estableció un nuevo diálogo con los Estados Unidos; Canadá está siendo parte del proceso de apertura de nuestra economía y del comercio en términos del Mercosur. Tuvimos una muy profunda negociación con Colombia y con México; estamos en una discusión de una gran envergadura con la Unión Europea. Abrimos la puerta de la integración con los países del norte de África: Marruecos, Túnez, Egipto. Estamos en un horizonte de un diálogo muy intenso con Singapur, China, India, y Vietnam, Malasia, e Indonesia. Estamos trabajando sobre el Golfo. La “inserción inteligente” se da por esta eclosión de Argentina en tan diversos escenarios para los cuales estamos consiguiendo mercados.

-Cuando se ubica al gobierno de Macri en la centroderecha, Marcos Peña suele decir que no es un gobierno ideológico… ¿Qué piensa?

-Decididamente este no es un gobierno ideológico. Pero, y esto lo repito permanentemente, no tener una política exterior ideológica no quiere decir que no tengamos una política exterior con ideas.

-¿Este punto explica por qué critican a la Venezuela de Maduro y no a la Cuba de Castro? Para muchos cubanos, Cuba también es una dictadura.

-La Venezuela de hoy es un país con estándares democráticos, con partidos políticos consolidados que por una deriva populista han dejado de ser democráticos. Los venezolanos sufren represión de los derechos humanos, no tienen libertades civiles y políticas… Cuba pasó por un proceso revolucionario extraordinario, en su momento, a la lectura de los años ‘59 y ‘60. Es un proceso político distinto. Y nosotros no hemos acompañado con un gran compromiso de defensa a Cuba, este gobierno por lo menos. En el momento de Obama, había una especie de evolución hacia la transición y ahí entró Trump y cambió la película. Es un proceso político en evolución, mientras que el proceso venezolano es un proceso político en regresión.

-¿Cree que Unasur es el escenario de la grieta de centroderecha y la izquierda?

-Esto es lo malo de que un organismo que se creó a nivel regional para generar una mayor interconexión y una mayor integración física y energética, haya pasado a ser un escenario de discusión de posiciones políticas o ideológicas. Este es el error que nosotros percibimos hoy en la Unasur: lo estamos usando como tribuna de discusión ideológica y política. Yo no le atribuiría que es el escenario de la grieta, no considero que entre los países pueda haber grieta.

-Con cinco países, Argentina se fue temporalmente. ¿Podría ser definitivo?

-Tenemos que dejar evolucionar las cosas y escuchar cuáles son las posiciones. Nosotros, y cinco más de los países miembros de Unasur, hemos alertado que encontramos que no está funcionando Unasur y que debiéramos tener posibilidades de reflexionar y reorientar esto.

-¿La candidatura de José Octavio Bordón todavía sigue en la mesa?

-Nosotros la hemos renovado repetidamente. Argentina presentó la candidatura y nunca hubo una respuesta… -¿Quién se opone? Venezuela, Bolivia… No sabemos quién se opone, sino quién no se manifestó. No terminaron de manifestarse Bolivia, Ecuador, Guyana, Venezuela y Surinam.

-¿Y cómo se subsana esta grieta de derecha e izquierda en la región?

-Es que yo no voy por lo de derecha e izquierda; voy porque los pueblos les están pidiendo a sus gobernantes que les den resultados. Resultados en calidad de vida, de acceso a la educación, a la vivienda. ¿Cuál es la tendencia ahora? Que un conjunto de países en la región, muy preocupados por resolver las cuestiones que tiene la población, o lo que le piden sus votantes, dicen “dejemos de discutir grandes ideas, resolvamos los problemas de la gente”. “Ah, bueno, si vos no discutís ideas o ideología quiere decir que vos sos de derecha.” ¡No! El gobierno del presidente Macri tiene un alto contenido de sensibilidad social, de valores cristianos, digamos: tratamos de que nadie quede excluido. Eso no te hace ni de derecha ni de izquierda.

-¿Por qué a muchos países les está siendo tan difícil relacionarse con Trump y a la Argentina de Macri no?

Creo que en los países centrales estaban acostumbrados a un Estados Unidos con el cual se interactuaba. Los Estados Unidos tenían que resolver ese problema, en términos de seguridad, de comercio. Tenían que tener una posición rectora para algunos valores, que reflejaban, además, mucho, sobre todo, el establishment de Washington, o las expectativas de visión de lo que nosotros en Argentina asociamos con la Costa Este de los Estados Unidos, que en realidad, ha tenido una transformación. A algunas economías centrales les cuesta percibir que es diferente este diálogo con Trump. Pero como nosotros vamos día a día sobre lo que son las resoluciones puntuales, no tenemos la serie histórica en la cual ellos vivieron…

-¿Qué se puede obtener de la Cumbre del G-20 en Argentina? Que la Argentina sea sede y presidente, ¿en qué favorece?

La Argentina está siendo el anfitrión de uno de los encuentros anuales más relevantes, porque son moldeadores de la orientación que sigue el 80% del Producto Bruto internacional. Nosotros estamos en un tiempo donde la reglas no están establecidas, se está moldeando una nueva realidad, y poder ser partícipes de que el barro toma tal forma y no tal otra, es particularmente importante porque además, en definitiva, va a terminar beneficiándome a mí, ciudadano de este país, para que el resultado no sea completamente adverso a lo que quiero. Al mismo tiempo, la Argentina y todo su potencial va a estar en el foco de todo el mundo.

-Hay sectores industriales aquí que no se entusiasman con un acuerdo Mercosur-Unión Europea. En Brasil tampoco… Y se sigue sin firmar.

-Yo soy de los que creen que se va a firmar. Yo te hago una pregunta. A ver, ¿cuál es el potencial de la Unión Europea-Mercosur? Es un mercado de 500 millones de personas. Si nosotros, en la aldea global en la que vivimos, no nos preparamos para competir, ¿a quién le vamos a vender lo que tenemos? Tenemos los 1.300 millones de chinos donde no llegamos con todo lo que queremos. Porque el campo ha hecho todo su trabajo, pero la industria argentina dice “no, yo no tengo la tasa de cambio que me interesa, los ingresos brutos me embroman…” Creo que, o nos ponemos las pilas todos los argentinos o…

-¿Preocupa la crisis brasileña?

-Sí, una crisis brasileña que, felizmente, así como nos preocupaba, vemos que está saliendo para adelante. Y vemos que el Brasil que crece al 2% nos tracciona un 0,6%, un 0,9% de crecimiento nuestro. Cuando Brasil llegue a 3%…

-Macri dijo que no iba a reconocer el resultado de las inminentes elecciones de Venezuela. ¿Hay posibilidades de que se recurra a los organismos internacionales?

-Hemos recurrido a la ONU para decir “señores, tienen que reconocer que Venezuela vive -una situación de emergencia social, humanitaria y de salud”. Pero no se avanzó, porque si el secretario general no lo declara…

-Se vienen reuniones de OEA y Comité de Descolonización de la ONU. ¿Argentina va a hacer reclamos por la soberanía de Malvinas?

-Siempre lo hacemos en el ámbito de la OEA y de la ONU. Tenemos un contencioso de soberanía histórico en el cual no hemos alterado para nada nuestra posición. La forma es cómo lo planteás. Es la misma sustancia, dicho altisonante o dicho normalmente.

-Lo que no hizo más el Gobierno en la OEA es denunciar “militarización” del Atlántico Sur como lo hacía Cristina Kirchner.

-No ha estado presente en la última. Nosotros hemos ido haciendo una orientación de tener un diálogo racional y puntualizar aquellas cosas que entendemos que están pendientes con el Reino Unido.

Inquieto, cinéfilo y un obsesivo en los detalles

Jorge Faurie no cumplió todavía el aniversario como canciller de Mauricio Macri, aunque parecen años los transcurridos, ya que la política exterior es desde el principio uno de los pilares de la administración Cambiemos. Está obligado a un ritmo frenético, pero tan acelerado como sus pasos, siempre físicamente apresurados, y con una característica que es su defecto pero también su virtud: no sólo está en los asuntos del ministerio a su cargo y lo que ello implica -hablar con ministros del mundo entero- sino que lo obsesiona pasar revista a cada uno de los detalles: pueden ser, desde que no haya errores en los nombres de las credenciales hasta pasar revista a cada uno de los miembros de su equipo.

Soltero sin hijos, la mayor parte del tiempo lo dedica a su trabajo. De vez en cuando se lo ve al canciller solo, en los cines de Recoleta. Es un fanático de las novedades y de las películas de autor. Si son italianas o francesas, siempre mejor.

Nacido en Santa Fe, a Faurie le cuesta, por cierto, quedarse quieto el tiempo que para otros es razonable. Pero también tiene atención múltiple. Él mismo reconoce que tiene “mal genio”, que salta como “leche hervida”. Pero al mismo tiempo tiene unas salidas de humor que se amplifican cuando las dice en francés, inglés, italiano, portugués o… rumano.

Aunque por aquellos días de junio de 2017 catalogaban su designación como una “sorpresa”, desde la Casa Rosada ya habían montado una operación sigilosa para que tras la renuncia de la canciller Susana Malcorra le pusieran el traje de ministro al apodado con cariño “el petiso”.

Tras convocarlo de su misión como embajador en Francia, Faurie pasó semanas coordinando cuestiones del G-20, una pantalla hasta que le llegara su hora. Por entonces, el jefe de Gabinete Marcos Peña y el secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, Fulvio Pompeo, no tuvieron que hacer esfuerzos para convencer al Presidente. Macri, y sobre todo la primera dama, Juliana Awada, habían quedado encantados con Faurie, convocado en aquellos frenéticos días de diciembre de 2015 para dirigir el protocolo y ceremonial local e internacional. Pompeo era quien realmente lo conocía.

Faurie es el segundo diplomático recibido en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación que llega a canciller. Quienes lo criticaban de que estaba preparado para ser un buen jefe de Protocolo, hoy lo tienen de jefe.

Buena parte de ese ejercicio de la disciplina en la carrera -no niega ser “adicto” al trabajo- lo mamó de sus años con los jesuitas. Uno de sus profesores fue precisamente Jorge Bergoglio, hoy el papa Francisco. Faurie no oculta su entusiasmo con el peronismo. Bajo el gobierno de Menem tuvo una denuncia en la Justicia, de la que salió ileso. Fue vicecanciller de Carlos Ruckauf, ministro de Eduardo Duhalde. Y gran parte del kirchnerismo lo pasó como embajador en Portugal. Antes de saltar a la gestión de Cambiemos se acercó al Frente Renovador de Sergio Massa.

ITINERARIO

Jorge Marcelo Faurie es abogado de la Universidad Nacional del Litoral (1974). Egresó del ISEN en 1976. Y desde 1998 es embajador extraordinario y plenipotenciario. Entre otros, fue embajador en Francia de 2015 a 2017; en Portugal, entre 2002 y 2013; y secretario de Relaciones Exteriores en 2002. Estuvo adscripto al Gabinete del gobernador de la Provincia de Buenos Aires (2000-2001). Fue varias veces director de Ceremonial, también del Mercosur. Estuvo destinado a Chile, Brasil, Rumania, Trinidad y Tobago, Jamaica y Venezuela. Es soltero y sin hijos.

AL TOQUE

Un proyecto: Lograr una transformación de nuestra política exterior que nos permita mirar al mundo de acuerdo al tiempo que nos toca vivir.

Un desafío: Saber ser feliz.

Un sueño: Aprender a querer.

Un recuerdo: Mi tiempo en Portugal.

Un líder: Winston Churchill.

Un prócer: Carlos Pellegrini.

Una sociedad que admire: La argentina.

Una persona que admira: Mauricio Macri.

Una comida: Las milanesas y el panqueque con dulce de leche.

Una bebida: La cerveza negra.

Un placer: Compartir con amigos.

Un libro: Las memorias de Churchill.

Una película: “Nos habíamos amado tanto”, de Ettore Scola.

Clarín


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