Argentina busca intensamente un submarino perdido en el Atlántico con 44 personas a bordo

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Dramática búsqueda del submarino perdido con 44 tripulantes a bordo

El submarino de la Armada Argentina ARA “San Juan” con 44 tripulantes a bordo, permanecía ayer desaparecido después de más de 48 horas en la zona del golfo San Jorge, cercano a la península de Valdez, en el sur argentino, y al cierre de esta edición era buscado por aire y mar en medio de vientos de hasta 90 kilómetros por hora.

El vocero de la Armada Argentina Enrique Balbi, afirmó que se declaró “el estado de búsqueda y rescate” del submarino con el que se perdió contacto, para ampliar el rastrillaje por otros medios y agregó: “Descontamos que está en la superficie”.

Balbi destacó ayer que “recién llevamos un día de la fase de búsqueda del submarino ARA San Juan desde la última vez que tomamos contacto” y agregó que en ese lapso “se cubrió sólo el 15 % del área”.

Agregó que no hay indicio alguno de que el submarino se haya hundido y dijo que “esta preparado para salir a la superficie, el tema es saber si tiene o no propulsión”.

A su vez, detalló que la nave “nunca activó la radiobaliza” y destacó que los tripulantes “tienen víveres al menos para 15 días más” de lo estipulado.

EL VIAJE

El ARA “San Juan” estaba en tránsito desde la Base Naval Ushuaia hacia su apostadero habitual de la Base Naval Mar del Plata, donde residen la mayoría de sus tripulantes, y es buscado desde la noche del jueves por un operativo de la Armada, que perdió contacto con la nave desde la mañana del miércoles.

“Aún no se trata de una emergencia, hubo una perdida de comunicación”, destacó Balbi.

Por su parte, el comandante de la Base Naval de Mar del Plata, Gabriel González, detalló: “Debimos tener una comunicación anoche a las 10, (pero) no la tuvimos. No hablamos de emergencia, pero estamos preocupados”.

Balbi insistió en que la falta de contacto con el submarino construido en Alemania, que sirve en el país desde 1985 (ver aparte) se explica por un “tema de comunicación”, cuya causa derivaría de un “problema en las baterías o la alimentación”.

“Puede pasar que esté navegando y que haya un problema eléctrico con las comunicaciones. Uno puede pensar que es un tema de alimentación porque el submarino es una máquina eléctrica que está llena de baterías, y hay que recargarlo”, aseguró en la puerta del Edificio Libertad de la ciudad de Buenos Aires.

El vocero explicó que buscan la detección visual o por radar del submarino, ya “que puede estar navegando en superficie”.

Un comunicado de la fuerza dependiente del Ministerio de Defensa explicó más temprano que la última posición conocida en el área de operaciones es en el Golfo San Jorge, 240 millas náuticas (432 km) mar adentro.

En tanto, Chile, Reino Unido y Estados Unidos ofrecieron ayuda para ubicar al submarino, informó la Cancillería.

“Los gobiernos de Chile, Estados Unidos y Reino Unido han ofrecido apoyo logístico e intercambio de información en esta búsqueda humanitaria”, afirmó el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto en un comunicado.

Un grupo de familiares y amigos de los tripulantes se reunieron ayer con las autoridades de la Base Naval de Mar del Plata, y permanecían allí a la espera de información sobre lo ocurrido con el buque.

“Descartamos profundamente que se trate de un incendio dentro de la nave”, afirmaron tras el encuentro, al que llegaron tras conocer la noticia de la búsqueda por los medios de comunicación. “Nos notificaron que hay un problema de comunicación y pérdida de enlace”, dijeron a la prensa. (ver aparte).

Con respecto al operativo de búsqueda, se ordenó “a todas las estaciones de comunicaciones terrestres a lo largo del litoral argentino, la búsqueda preliminar y extendida de las comunicaciones y escucha en todas las posibles frecuencias de transmisión del submarino”.

La Armada señaló que una aeronave Tracker de la Base Aeronaval “Comandante Espora”, y una de la Escuadrilla de Vigilancia Marítima B-200 desde la Base Aeronaval “Punta Indio” efectuaron vuelos el jueves y durante la madrugada del viernes.

También se ordenó el despliegue del Destructor ARA “Sarandí” con un helicóptero embarcado y la corbeta ARA “Rosales”, ambas del Comando de la Flota de Mar, que estaban navegando en control de los espacios marítimos de interés en el mar argentino, y la corbeta ARA “Drummond” de la División Patrullado Marítimo.

El submarino ARA “San Juan”, de la clase TR 1700, con propulsión Diesel, se incorporó a la Armada Argentina en 1985 –

Tiene 66 metros de eslora (largo), desarrolla una velocidad de 25 nudos en inmersión y está configurado como submarino de ataque.

Contiene 6 Tubos Lanza Torpedos en proa; carga 22 Torpedos tipo SST-4 filoguiados, y de 40 a 80 minas de fondo.

ACOMPAÑAMIENTO A FAMILIARES

El ministro de Defensa, Oscar Aguad, viajó a Mar del Plata para acompañar a los familiares de los tripulantes del submarino ARA San Juan y para seguir las acciones de búsqueda de la nave.

Aguad adelantó su regreso de Vancouver, Canadá, donde participaba de la United Nation Peacekeeping Defence, y se trasladó de inmediato a Mar del Plata para acompañar a las familias de los tripulantes y monitorear de cerca el operativo para retomar contacto con el submarino ARA San Juan, informó el ministerio de Defensa a través de un comunicado.

Por su parte, autoridades del gobierno fueguino que visitaron la embarcación mientras estuvo en Ushuaia destacaron el “alto nivel profesional” de una tripulación, “apasionada por su tarea”.

La embarcación fue visitada el lunes 6 de noviembre por una comitiva de funcionarios fueguinos. La delegación, de unas 15 personas, realizó una excursión de siete horas a bordo del submarino, que hasta incluyó una inmersión en el Canal de Beagle, donde varios buzos tácticos hicieron ejercicios bajo el mar.

“Se trata de gente especializada y muy profesional. En su mayoría jóvenes, con una gran predisposición y energía para realizar su trabajo. Nos explicaron el funcionamiento del instrumental y del equipamiento. Todo a bordo lucía impecable y organizado”, contaron.

El Día


Mauricio Macri: «Vamos a utilizar todos los recursos que sean necesarios para hallar al submarino lo antes posible»

El presidente Mauricio Macri se refirió a la búsqueda del submarino ARA San Juan, que perdió todo contacto en la mañana del miércoles, mientras iba de Ushuaia a Mar del Plata con 44 tripulantes a bordo. «Estamos comprometidos a utilizar todos los recursos nacionales e internacionales que sean necesarios para hallar al submarino ARA San Juan lo antes posible», aseguró el mandatario, quien se encuentra en Chapadmalal, cerca de la Base Naval Mar del Plata, apostadero habitual del submarino.

Además, el Presidente sostuvo que el Gobierno está «en contacto con las familias de la tripulación» del ARA San Juan «para informarlos y apoyarlos». A través de mensajes en su cuenta de Twitter, agregó: «Compartimos su preocupación y la de todos los argentinos».

El submarino zarpó el lunes 13 de noviembre desde la Base Naval Ushuaia, donde participó de un ejercicio de adiestramiento integrado con otros buques y aeronaves de la Armada, con destino a su apostadero de la Base Naval Mar del Plata, adonde estaba previsto que llegara entre el lunes y el martes de la semana próxima. Su última posición conocida fue a 432 kilómetros del golfo San Jorge, cerca de la península Valdés, en la provincia de Chubut.

Mientras con el correr de las horas crece la incertidumbre, la Armada declaró anoche el «estado de búsqueda y rescate» (SAR, por su sigla en inglés), una condición que eleva el rango del operativo de rastreo del submarino, que lleva 44 tripulantes a bordo.

La desaparición del buque obligó al ministro de Defensa, Oscar Aguad, a interrumpir su visita a Canadá y a volver a la Argentina. Junto con el jefe de la Armada, almirante Marcelo E. Hipólito Srur, se instalaron en la Base Naval Mar del Plata, donde acompañaron a familiares de la tripulación. Además, informaron al Presidente, quien permanecerá el fin de semana en Chapadmalal.

Mientras con el correr de las horas crece la incertidumbre, la Armada declaró anoche el «estado de búsqueda y rescate» (SAR, por su sigla en inglés), una condición que eleva el rango del operativo de rastreo del submarino, que lleva 44 tripulantes a bordo.

La desaparición del buque obligó al ministro de Defensa, Oscar Aguad, a interrumpir su visita a Canadá y a volver a la Argentina. Junto con el jefe de la Armada, almirante Marcelo E. Hipólito Srur, se instalaron en la Base Naval Mar del Plata, donde acompañaron a familiares de la tripulación. Además, informaron al Presidente, quien permanecerá el fin de semana en Chapadmalal.

La Nación


La historia del submarino San Juan y su reparación

De las cosas lindas que hay en este mundo, los barcos ganan por varios cuerpos: por algo son cantados desde los tiempos de Homero. Y de los barcos que hay en este mundo, pocos se comparan a un submarino, ese objeto tan raro, entre ladino y lobuno, creado para ser cazador y para tener de tripulación a gente algo diagonal, paciente, que termina loca de amor por su nave. A principios de este invierno, una mañana de frío y buena luz, zarpó del puerto de Buenos Aires el submarino San Juan, saludado por obreros navales –otra raza de románticos– que llevaron hasta a sus chicos para que vieran su trabajo. Era un día importante, porque no sólo se recuperaba una nave, sino que se recuperaba la capacidad material de repararlas, mantenerlas y relanzarlas al mar. Algo que, para variar, se había perdido en los noventa.

Esta historia tuvo lugar en un rincón porteño que es el borde del borde de la ciudad. Escondido atrás de la Reserva Ecológica, entre el río y los pajonales, está el Complejo Industrial Naval Argentino, el Cinar, que reúne el astillero de reparaciones de Tandanor y el construcciones navales Almirante Storni, que fuera por muchos años el Domecq García. Estatales ambos, fueron eyectados de la propiedad pública con una inquina sorprendente, con el mismo Domingo Cavallo visitando el lugar impaciente por venderlo. Lo único que lo frenó era que se estaba realizando, allá por 1994, la reparación de media vida del submarino Salta, que no se podía interrumpir porque significaba perderlo. Ni Cavallo se atrevía a tanto, con lo que el astillero ganó algunos meses, sus trabajadores hasta formaron una cooperativa para terminar la reparación –ya los habían echado– y guardaron herramientas y piezas en containers que se salvaron de la debacle.

La siguiente vez que hubo que reparar un submarino, el Santa Cruz, hubo que ir a Brasil, que tiene en Río un astillero militar capaz de hacer la tarea. Los socios en el Mercosur hicieron un precio de amigo, pero hubo que pagar y en dólares por algo que se hacía en casa y en pesos. Con los dos astilleros en manos estatales y formando el Cinar se decidió recuperar el personal, el conocimiento y la capacidad técnica de hacer este tipo de tareas. Si se piensa que un submarino como el San Juan, alemán y de 1700 toneladas, cuesta hasta 500 millones de dólares –dependiendo del equipamiento y armas– tiene sentido poder hacerles el mantenimiento y recuperarlos. Es que estas máquinas de inmensa complejidad tienen una vida de hasta treinta años, si tanto, y luego reciben un service alucinante, una verdadera reconstrucción, que se llama “reparación de media vida” y le da otros treinta años de servicio. Nuevamente, los números cierran.

El problema era que habían pasado casi veinte años desde que el equipo que sabía hacer estas cosas se había desbandado. Aquí aparece en la historia el capitán de navío e ingeniero naval Ricardo Dasso, gerente del Proyecto Submarino y un hombre muy simpático que tiene una carrera única. Dasso fue enviado muy joven a seguir la construcción del Santa Fe de la quilla a la vela, en el astillero de Alemania. El joven oficial hizo un duro curso de alemán y se mudó a las orillas del Báltico, para volver sólo en esa nave y transformado en un experto. Dasso fue de los que reactivaron el Cinar como centro de reparación de submarinos y encontró a varios de los que habían reparado el Salta, usando pistas como las tarjetas de Navidad que recibía. De este equipo, el que terminó como ángel guardián es Manuel Echegaray, al que encontraron en el maxikiosco que había abierto con la indemnización y que abandonó de inmediato para volver a hacer el control de calidad de los trabajos. Dasso cuenta que así juntó a quince veteranos que entrenaron a otros 45, hasta logra el número mágico de sesenta, los necesarios para encarar estas cosas. La primera tarea fue, paradójicamente, cambiarle las baterías al mismo Salta, que así fue el último y el primero en esta saga. Luego, en 2008, se le animaron a la gran tarea, la de hacerle la media vida al San Juan. Y esto requiere una explicación.

El submarino es el único navío que no flota, y esto no es solamente porque quiere sumergirse. Si a un submarino se le mueren todos sus sistemas, si se queda sin potencia, ni luz, ni aire, no le queda el recurso de simplemente flotar al garete, como a todo tipo de barco. El submarino se hunde como una piedra, porque es más pesado que el agua que desplaza. Quien recorra uno, de cualquier modelo y tipo, entenderá que está en un cilindro casi completamente relleno de equipos, máquinas y tuberías, con una tripulación que se mueve en los intersticios. Lo artificial, lo deliberado, es que un submarino flote, con lo que se entiende que todos los que lo operan, reparen y mantienen tengan una fuerte obsesividad por los detalles. El nivel de precisión requerido es realmente sorprendente.

Lo primero que le hicieron al San Juan fue sacarlo del agua en una plataforma que a uno le parece un patio de cargas pero que en realidad es un ascensor sumergible. Montado en un carro, como se lo ven en las fotos, el submarino fue llevado a la nave cubierta del Storni, de 206 metros de largo y 35 de altura. Bien asentado, le hicieron algo que hay que animarse: lo cortaron en dos. Este contrasentido se explica por un factor muy simple, que un submarino de este modelo tiene sólo dos accesos, las escotillas de cubierta, que miden 80 centímetros de diámetro. Por un lugar donde no se pasa con un bolso al hombro es imposible entrar equipos y mucho menos sacar maquinarias.

Con lo que, como muestra la secuencia de fotos, la nave se corta para poder acceder y hacer el radical trabajo de reemplazo de todo lo que no funcione o esté al fin de su vida útil, y de reparación de todo lo demás. Cortar un submarino exige una línea perfecta de 24 metros de largo que deje un borde limpio y exactamente circular, con lo que se entiende que se tomaran dos meses para marcarlo, de diciembre de 2008 a febrero de 2009. El corte en sí tomó apenas un día y el resultado fue excelente: en una tarea en la que se aceptan hasta doce errores, imperceptibles para un lego, se detectaron apenas tres. Apenas abierto y por lo tanto accesible, el submarino fue prácticamente desarmado. Se sacaron los motores diesel, el motor eléctrico, las baterías, 9000 de los 11000 metros de cañerías, 37.000 metros de cableado y las 1295 válvulas. Para dar un ejemplo de la prolijidad del trabajo, cada válvula fue desarmada, limpiada, reparada y numerada a cuño. Cada número fue ingresado en un banco de datos, para que en el futuro se pueda saber exactamente qué le hicieron.

También se repararon y limpiaron la colección de tanques –de lastre, de aire, de agua potable– que tiene la nave, se repasó toda la electrónica de a bordo y se replacaron las 960 baterías enormes que impulsan el motor principal, un trabajo supervisado de cerca por el fabricante alemán. En noviembre de 2011 se cerró el casco con 32 pasadas de soldadura, todo supervisado por especialistas del INTI, lo que tomó un mes con equipos que se alternaban en turnos de dos horas para hacer una pasada completa sin parar, ya que el metal no puede enfriarse porque se deforma. Luego se empezó a trabajar en los planos de navegación, los ejes, la hélice, la circulación, los tubos lanzatorperdos e infinitos detalles de terminación. Para mayo de 2013 se embarcaban las baterías, se probaba todo en seco y se ajustaban los detalles. Este verano, el San Juan volvió al agua en la cala del astillero para las últimas pruebas, las llamadas “de puerto”. El dos de junio, con todo el astillero presente y muchas de sus familias, el submarino zarpó para la base naval de Mar del Plata, donde lo esperaban sus controles de tiro renovados y listos.

Aquí, en la orilla de esta ciudad, quedaron sesenta trabajadores navales con más de 5000 horas de entrenamiento del tipo más concreto posible, con ingenieros de la Universidad Tecnológica Nacional también acostumbrados a estos trabajos y la certificación Lloyds para los soldadores. La última vez que existió un grupo semejante, fue porque se entrenaron en Alemania. En la rada espera que suba la marea el Santa Cruz, para un mantenimiento de rutina. Y en la misma nave donde repararon el San Juan espera un sueño, su gemelo el Santa Fe, el primero en ser construido en este país bajo licencia de los alemanes. Pintada de antióxido, con la estructura terminada en un 80 por ciento, el que sería el primer submarino argentino es “una buena plataforma” para empezar de nuevo con el proyecto, después de treinta años.

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