México: Renegociar o abandonar el TLCAN

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reiteró a fines de abril de este año que que si en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Canadá y México no se alcanza un «acuerdo justo» dará por terminado el convenio, tras conversar telefónicamente con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, y con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
“Si no llegamos a un acuerdo justo para todos, entonces terminaremos el TLCAN. Las relaciones son buenas, un acuerdo es muy probable», agregó. Durante su campaña presidencial, Trump prometió dar por terminado el TLCAN por considerarlo «el peor acuerdo comercial jamás suscrito» y calificándolo de un «desastre» que causó que millones de empleos en el sector industrial estadounidense se trasladen principalmente a México.
El TLCAN, que se estableció el 1 de enero de 1994 durante el gobierno demócrata de Bill Clinton, eliminó los aranceles y permite el libre flujo de bienes entre los tres países. Estados Unidos registró en 2016 un déficit comercial de bienes y servicios de 62.000 millones de dólares con México, pero tuvo un superávit de 8.000 millones con Canadá.

México: Renegociar o abandonar el TLCAN

Alejandro Nadal

Durante su campaña electoral, Donald Trump hizo múltiples referencias a la necesidad de renegociar o incluso abandonar el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN). Ya instalado en la Casa Blanca, la retórica sufrió ajustes y pequeños cambios de forma, pero en el fondo se mantuvo el mismo mensaje.

El presidente de Estados Unidos usó la retórica en contra de éste y otros tratados comerciales como estrategia electoral demagógica basada en el tema de la pérdida de empleos estadunidenses. Lo que logró Trump fue construir chivos expiatorios con un fuerte ingrediente de racismo.

Más allá de algunas declaraciones de índole general, el gobierno mexicano no ha dado a conocer cuál sería la estrategia en caso de abrirse las negociaciones para revisar el tratado. Lo cierto es que el desplante demagógico de Trump tomó por sorpresa a los funcionarios mexicanos, tan acostumbrados a pensar que el TLCAN era el ancla que mantendría fijo el modelo neoliberal en México.

A los defensores del TLCAN les gusta señalar que la balanza comercial con Estados Unidos ha arrojado sistemáticamente un superávit para México. Sin embargo, este saldo positivo no ha sido suficiente para contrarrestar el saldo negativo de la balanza comercial con el resto del mundo. Al contrario, la torpe apertura comercial que sólo benefició a unos pocos conglomerados siempre se vio acompañada de un déficit comercial crónico.

El saldo positivo en la balanza con Estados Unidos ha estado basado en el desempeño de la industria maquiladora y en las exportaciones petroleras. Cuando se hace a un lado el saldo de las maquiladoras (que por definición es positivo) y el de las exportaciones petroleras, el superávit desaparece o se hace muy pequeño. O sea que el resultado positivo en la balanza comercial bilateral depende de exportaciones de mano de obra barata y de recursos naturales.

Al gobierno mexicano le gusta decir que ahora las manufacturas han tomado el lugar de las exportaciones petroleras. Éstas han ido decreciendo en años recientes (debido al desplome del precio internacional del crudo) mientras que las exportaciones de manufacturas han aumentado de manera notable. Pero mucho del crecimiento manufacturero se vincula con ramas que padecen el síndrome de las maquiladoras (importar componentes para ensamblarlos con mano de obra barata y exportarlos). El contenido nacional en el valor agregado total de las maquiladoras es muy pequeño pues esa industria se encuentra desconectada del resto de la economía.

A partir de 2006 las estadísticas oficiales ya no permiten identificar el desempeño exportador de las maquiladoras y separarlo del resto de las manufacturas. Ese año se unificó el régimen de fomento de las maquiladoras con el de los programas de importación temporal para producir artículos de exportación, de tal modo que en la actualidad ya no es posible distinguir el papel que juega la industria maquiladora.

El síndrome de la maquiladora prosperó al amparo del TLCAN e imprimió un sesgo patológico en el devenir de la industria manufacturera. A esto hay que añadir el absurdo enfoque sobre política industrial que tenían los funcionarios de la antigua Secretaría de Comercio y Fomento Industrial. Ese enfoque se sintetiza en su credo casi religioso de que la mejor política industrial es la que no existe. En otras palabras, el mercado se encargaría de identificar (y premiar) a los sectores ganadores.

Si hoy México es la séptima economía exportadora de automóviles en el mundo es porque la globalización lo integró en una cadena multinacional de valor de la industria automotriz. Pero los datos demuestran que las industria manufacturera mantiene un abultado saldo deficitario total desde antes de la crisis de 2008. Entre 2005 y 2016 el déficit acumulado de las manufacturas supera los 194 mil millones de dólares.

Además, el síndrome maquilador hace que la industria manufacturera no pueda ser fuente de dinamismo para la economía porque está desvinculada del resto de la matriz productiva. Y por si eso fuera poco, varios estudios muestran que el comercio exterior ligado a las cadenas multinacionales de valor es el que más ha sufrido por el colapso de los mercados a raíz de la crisis de 2008.

En su demagogia, Trump dice estar preocupado por la pérdida de empleos en Estados Unidos. Pero el gobierno mexicano no dijo ni media palabra por la pérdida de 2 millones de empleos en el sector agrícola, efecto directo del TLCAN. Y es que el mal gobierno en México sabe muy bien que ese tratado no es un convenio comercial cualquiera. Es un arreglo entre élites trasnacionales que subordinó a la economía mexicana al ciclo de negocios de Estados Unidos, redujo notablemente el grado de autonomía en materia de política económica y profundizó la reprimarización del espacio económico mexicano. El resultado es una situación de vasallaje en la que hoy México está supeditado a las directrices que marca su poderoso vecino norteño. Abandonar el TLCAN sería la mejor opción para reconstruir la maltrecha economía mexicana.

Defender el TLCAN no es la mejor de las ideas – Huffington Post

Académicos cuestionan por qué el gobierno mexicano defiende un acuerdo comercial que, según los números, ha resultado poco provechoso para los mexicanos y señalan que el hecho de la mayor parte de las exportaciones mexicanas sean manufacturas con materias primas importadas, hace necesario que México reconstruya su mercado interno para depender menos de los acuerdos comerciales con otros países.

El problema, de acuerdo con especialistas reunidos en el foro «TLCAN y desarrollo» organizado en enero último por el Colegio de México, es que el Tratado no ha sido favorable para México desde hace muchos años. La apertura comercial y el TLCAN han sido un desastre para México. ¿Por qué defenderlo?», cuestiona Jorge Romero, director del Centro de Estudios Económicos del Colegio de México.
Según el académico, desde la apertura comercial y la posterior adopción del modelo neoliberal en México, de 1982 a 2015, la economía mexicana creció apenas un 0.72% de promedio anual en 33 años.

A pesar de todos los acuerdos de libre comercio firmados por México, el 85% de las exportaciones tienen como destino a los países del TLCAN, con una amplia hegemonía estadounidense (82%), según datos del Colegio de México recabados a partir de los informes de gobierno del Ejecutivo.

En opinión de Romero, las políticas económicas impulsadas en México desde 1983 dejaron al país «en una situación muy vulnerable», ya que la economía basada en exportaciones de empresas extranjeras se concentra en un solo mercado, el de las manufacturas.

Mientras que en 1995, México tenía un saldo favorable de 7 mil 63 millones de dólares en su balanza comercial con otros países, en 2016 presenta un saldo negativo de 14 mil 609 millones de dólares, según cifras del Cuarto Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto. Y esto se debe a que hoy, México importa mucho más de lo que exporta, pese a tener acuerdos comerciales con 46 países.

«Tenemos una industria que genera grandes flujos, pero no genera valor agregado», explica José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, tras señalar que el 75% de los insumos utilizados en manufacturas son importados.

Somos exportadores de importaciones. Cosa que no hicieron los asiáticos».Arturo Oropeza García, UNAM

«El problema no es la belicosidad de Trump. El problema es lo débil que estamos para poder negociar con él», añade Oropeza, experto en derecho y comercio internacional por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

De acuerdo con un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso Estadounidense, «el comercio de Estados Unidos con México estaba creciendo antes de la implementación del TLCAN y probablemente hubiera continuado creciendo con o sin el acuerdo, a una escala que empequeñece los efectos del TLCAN», según el documento de 2003.

Aún cuando el 70% de las utilidades generadas por el TLCAN van a parar a los bolsillos de los Estados Unidos, el impacto del acuerdo comercial sobre el Producto Interno Bruto estadounidense es de menos del 0.5%, según datos del gobierno estadounidense recopilados por el IDIC.

Sin embargo, Trump señaló que su país tiene un déficit comercial por 60 mil millones de dólares con México, pues el TLCAN sólo ha beneficiado a una parte desde el inicio.
«EU tiene un déficit comercial por 60 mil millones de dólares con México. Ha sido un trato que sólo ha beneficiado a una parte desde el inicio del TLCAN con cifras masivas… de empleos y empresas perdidas. Si México no quiere pagar por el muy necesario muro, entonces mejor cancelamos el próximo encuentro», escribió hoy en su cuenta de Twitter.

Las exportaciones de México, en su mayoría con destino a los Estados Unidos, representaron el 33.3% de su Producto Interno Bruto en 2015, lo cual habla de la importancia que tiene el TLCAN para la economía mexicana. Y en especial el sector manufacturero, que en 2015 representó el 89% de las exportaciones con un valor de 339 millones de dólares.
«Para México el TLCAN sí es más estructural, de mayor impacto en la economía nacional. Para los norteamericanos no tiene el mismo peso y eso lo debemos comprender», agrega José Luis de la Cruz.

Los empleos que México no le robó a EEUU

«Si uno revisa las estadísticas de Estados Unidos y Canadá, entre 1994 y 2015, se perdieron 5.1 millones de empleos manufactureros. México ganó sólo en este periodo 300 mil empleos. Incluso si asumimos que todos los empleos que México generó en la manufactura nos los robamos de Estados Unidos, representan menos del 6% de los 5.1 millones de empleos perdidos. No sé donde están, pero acá no están», señala Enrique Dussell Peters, profesor e investigador de la Facultad de Economía de la UNAM.

Sobre los efectos del TLCAN en la economía mexicana, Dussell Peters señala que en 23 años de implementación del TLCAN, el gobierno nunca realizó una evaluación oficial sobre el tema, pese a impulsar otros acuerdos como el Tratado Trans Pacífico (TTP).

«No se ha planteado suficiente que la adminsitración actual, y todo una racionalidad de la industrialización orientada hacia las exportaciones en México, está en una grave crisis estratégica. Revisemos el Plan de Desarrollo Nacional. Lo más sofisticado para la actual administración era el TTP. Y durante 23 años explícitamente se negó la posibilidad de una evaluación pública del TLCAN. ¿Por qué se negó? No se requiere un doctorado: hay ganadores y hay perdedores», afirma Dussell.

Los mexicanos perdieron el 80% de su poder adquisitivo de 1987 a 2016, según datos de la UNAM. Mientras en 1993 México tenía 14 empresarios cuyas fortunas superaba los mil millones de dólares, de acuerdo con la revista Forbes, en 2016 existían 30 empresarios cuyas fortunas superaban dicha cifra.

El sector automotriz: manzana de la discordia

Un saldo que resulta desfavorable aún con el repunte de las exportaciones automotrices de los últimos años, sector que se convirtió en la manzana de la discordia luego de que tanto Estados Unidos como Canadá disminuyeran considerablemente su producción de coches a partir de la crisis financiera de 2008.

«Después de 2009, las grandes automotrices decidieron salirse de Canadá y de la zona de los Grandes Lagos, para venir a México. Y Canadá colapsó las exportaciones que mandaba a Estados Unidos de automóviles y sus partes y ahí viene el gran boom mexicano. Esto es reciente, y lo que ahora pagamos es la revisión que se está haciendo en ese sector. Pero no ocurre con otros sectores que son relevantes», agrega José Luis de la Cruz.

Un ejemplo de esto, es lo que ocurre con las exportaciones de los sectores agropecuario, minero y petrolero, que juntas representaron el 35% de las exportaciones del sector automotriz en 2015.

Del total de la producción automotriz en México, el 80% es de exportación. De este monto, el 85% va a Estados Unidos y Canadá, según datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz.

Esto explica en parte, la manera en que Trump presionó a Ford para retirar una inversión de 1 mil 600 millones de dólares que la empresa automotriz pretendía invertir en México, y la manera en que Canadá decidió negociar por su propia cuenta posibles modificaciones al TLCAN sin formar un bloque negociador con los mexicanos.

La oportunidad de reactivar la industria nacional

Aunque para Alicia Puyana, investigadora del Flacso, considera que la renegociación del TLCAN obedece a un contexto político internacional en el que México está «en la mira de Trump», por encima de otros países, los especialistas coinciden en que la crisis por la que atraviesa el TLCAN podría ser favorable para México siempre y cuando exista un proyecto serio para reactivar la industrialización del país.

«Existen grandes posibilidades de reindustrializar el país a través de una intervención del Estado, estimulando a los empresarios nacionales para que sustituyan importaciones y para que exporten», señala Romero, quien considera que el proceso de reindustrialización en México podrá tomar algunos años.

«Desde nuestro punto de vista, la opción es el mercado interno. Tenemos que fortalecer productivamente el mercado interno si queremos competir con China, con Vietnam o integrarnos con Estados Unidos en una nueva plataforma o ir a la Unión Europea. Si no tenemos una nueva base productiva donde lo que se comercian son manufacturas y por lo tanto, política industrial, yo no veo cómo vamos a poder enfrentar esta nueva agenda que nos están presentando desde Estados Unidos», concluye por su parte José Luis de la Cruz.

Huffington Post


La carrera por desmantelar Pemex

Con un sentido del humor sarcástico e irreverente, el analista Alfredo Jalife-Rahme apuntó que los mandatarios mexicanos solo son instrumentos de la política norteamericana y cada uno ha contribuido para socavar a la empresa paraestatal más rentable del país: Pemex. Comentó que el presidente de Estados Unidos Barack Obama pasará a la historia por llevarse lo mejor de la reforma energética. “Les dieron todo, es importante entender la dimensión geopolítica porque el gran ganador es Obama y el perdedor es México”, consideró Jalife-Rahme

Crismar Lujano – Celag

El declive productivo planificado desde el ejecutivo de la semiestatal Petróleos Mexicanos (PEMEX) ha sido utilizado como excusa para propulsar su privatización. A medio andar, hoy el país se perfila como un proveedor estratégico de crudo y otras formas de energía a otras naciones, aunque esto es a costa de la soberanía nacional y la pérdida del control del principal sector estratégico del país.

PEMEX era la empresa más rentable de México. Para finales de 2008, en plena crisis financiera, los ingresos derivados de la comercialización de hidrocarburos abonaban el 45% del presupuesto federal. Sin embargo, a mediados de 2014, la aportación comenzó a caer hasta el 18% que hoy representa sobre los ingresos presupuestarios totales del sector público. Esto supone la participación más baja desde 1994, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Aún así, la renta petrolera representa el 6,8% del PIB del país.

La parcial ‘despetrolización’ de las finanzas públicas mexicanas no es un acto meramente acaecido por la crisis del mercado energético, sino por políticas puntuales que buscan desmantelar lo poco que queda de la principal empresa del país. Y es que si bien en 2014 inició el prolongado período de caída de los precios del petróleo, la fecha coincide con la puesta en marcha de la Reforma Energética, impulsada de la mano del presidente Enrique Peña Nieto (EPN) y con la que a apetito abierto, grandes intereses privados dentro y fuera de las fronteras mexicanas salivan por la gigantesca fuente nacional de riquezas.

En el ranking mundial, México se ubica en el noveno puesto como productor de petróleo. Según datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, las reservas probadas del sector ascienden a 9.160 millones de barriles (mbp), cantidad que se divide en 7.037 millones de barriles de aceite crudo y 2.123 millones de barriles equivalentes de gas que suponen 10.402 millones de pies cúbicos de gas natural. Sin contar nuevos descubrimientos de reservorios, esto alcanzaría para 12,8 años.

Por su parte, la Comisión Reguladora de Energía reporta que los recursos prospectivos de hidrocarburos superan los 100 mil millones de barriles. La cifra incluye los yacimientos probados y posibles de crudo en aguas someras, tierra y en mar profundo, y también contempla los mantos de gas natural y shale, que se extrae por el sistema de fractura hidráulica o fracking.

Con la Reforma Energética, el gobierno de EPN cambió las reglas del juego y abrió un negocio multimillonario. Hubo cambios a la Constitución en sus artículos 25, 27 y 28 que ahora autorizan la participación de empresas privadas, mexicanas y extranjeras, en las actividades de exploración y explotación del 17% de campos petroleros, así como la cesión de derechos del 79% de los bloques donde existen reservas en territorio mexicano.

El otro pedazo de la torta corresponde al negocio de la energía eléctrica. El capital privado también tendría licencia para abastecer a grandes consumidores como industrias y comercios que representan más del 50% de las ventas totales de la Comisión Federal de Electricidad y que en 2013 representaron ingresos a México por US$ 13 mil millones.

En términos económicos, la planeada privatización de PEMEX significa la transferencia de la riqueza nacional a manos privadas, principalmente extranjeras, con lo cual habrá una menor cantidad de ingresos y recursos para cubrir necesidades de inversión pública que, de hecho, ya han ayudado al gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a excusar los ataques contra programas sociales.

Pero además de ello, la venta de PEMEX también tiene profundas implicaciones geopolíticas. Y es que la desnacionalización de sectores estratégicos de la economía mexicana incrementa la vulnerabilidad del país ante presiones imperiales, pues serán la mayoría de las multinacionales, especialmente estadounidenses, las beneficiarias de la liquidación. Una economía fragmentada, políticamente aislada de sus vecinos latinoamericanos y que sólo verá profundizar el carácter colonial de su Estado.

Desmantelan PEMEX para su venta cubrir actos de corrupcion

Jaime Salgado-Sinembargo

La confederación general de competencia económica (COFECE) a través de la comisionada presidenta Alejandra Palacios recomendó a PEMEX que cuanto antes deben liberar toda su infraestructura, ductos de gas, ductos de gasolina, terminales de almacenamiento y por supuesto, todos los puertos bajo su control para su venta a la iniciativa privada, todo esto se opera en una serie de actividades financieras irregulares, de las cuales ya existen reportes de actos de corrupción, que involucran las administraciones presidenciales de Felipe Calderón y Peña Nieto, desmantelarán y pondrán a la venta la poderosa infraestructura de PEMEX.

Tienen prisa por vender el patrimonio de México, al parecer es la forma más efectiva de cubrir los rastros de corrupción y están a punto de lograrlo.

En este caso, existe un PEMEX público lastimado económicamente, drenado financieramente y a punto de ser desmantelado, por otro lado, existe un PEMEX privado, económicamente vigoroso, con decenas de millones de dólares drenándose a cuentas ubicadas en paraísos fiscales, beneficiando a empresas y negocios privados estructurados por Felipe Calderón, heredados por Peña Nieto, son altamente rentables, no pagan impuestos, los papeles de Panamá dieron luz de su existencia.

Ana Lilia Perez, corresponsal del periódico nwnoticias.com en su edición «corrupción en altamar» del 1 de julio del 2016, describe una maraña financiera entre operaciones de arrendamiento con opción a compra, con la flota de barcos de PEMEX, donde para su adquisición a través de arrendamiento con opción de compra, existen facturaciones con sobreprecio, los diferenciales de grandes cantidades de dinero tienen destino hacia una empresa que opera de manera irregular llamada PMI Norteamérica S.A. de C. V. (PMINASA), implicada en los papeles de Panamá y reportada en varias ocasiones como «ilegal» por la auditoría superior de la federación.

La flota de barcos le cuesta a PEMEX dos millones de pesos diarios y lleva 10 años pagándolos, un porcentaje importante de ese dinero fluye a paraísos fiscales en cuentas administradas por PMINASA, por su naturaleza no reporta a la cuenta pública, ni está sujeta a la rendición de cuentas.

La auditoría superior de la federación se vio obligada a reportarla, porque que no cumple con las disposiciones de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, la ley de petróleos mexicanos, la ley general de deuda pública, la ley federal de entidades paraestatales, la ley federal de presupuesto y responsabilidad hacendaria, la ley de fiscalización y rendición de cuentas de la federación, está en violación flagrante y recurrente de la legislación mexicana.

¿Que es PMI y por qué tiene tanta influencia? Para su asombro, el grupo PMI es el brazo comercial de PEMEX ante el mercado internacional, es un grupo constituido desde 1988; inician con 11 empresas de carácter internacional, se dividen en tres bloques, empresas comercializadoras, empresas prestadoras de servicios, empresas controladoras.
Mientras que PEMEX público lo desmantelan, PMI adquiere un poderío económico descomunal; a la fecha son 14 las empresas del grupo PMI y filtran 1 billón 200 mil pesos anuales en paraísos fiscales, dejando en su recorrido enormes diferenciales, antes de enterarlos a la tesorería de la federación.


Mortandad laboral, quejas industriales

Desde el inicio del proceso de desnacionalización de PEMEX, los recortes masivos de personal han sido la nota constante. PEMEX inició el primer semestre del 2016 con 131.822 trabajadores. Seis meses más tarde, al término de junio de ese año, la estatal contaba con 125.253 trabajadores, es decir, 6.569 puestos menos. Para este año ya se ordenaron 2.785 despidos adicionales. La orden de recorte alude que básicamente se debe a la contención del presupuesto de inversión en el presupuesto de egresos de la Federación 2017 que prevé una reducción de casi 9 mil puestos más. De esta forma, el número se reducirá a poco más de 116 mil. En cambio, crecerá el número de altos mandos de la empresa de 452 a 541, incluso se duplicará el número de directores.

Mientras en Pemex tiene lugar esa mortandad laboral, el presidente de la Asociación Nacional de la Industria Química (Aniq), Patricio Gutiérrez Fernández, destacó que su sector ha sufrido en lo que va del año una disminución de 20 por ciento de sus ingresos debido a la falta de entregas por parte de Pemex de materias primas derivadas del crudo. Se encuentra en una circunstancia crítica.

“Esta situación –dijo el empresario– ha generado un importante desabasto para nuestra industria y, subsecuentemente, para las industrias a las que nuestro sector provee, como la automotriz (…)


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