México: La aritmética electoral del 4 de junio

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Por Enrique Quintana

Pareciera tan obvia la relevancia que tienen para México las elecciones estatales del próximo 4 de junio, que ya no analizamos con cuidado su implicación.

Su relevancia es cuantitativa y cualitativa.

Vayamos por partes.

El padrón electoral nacional es actualmente de 85.5 millones de personas. Para las elecciones federales de 2018 será un poco mayor.

La tasa de participación de las tres últimas elecciones presidenciales promedió 61.9 por ciento.

Si ese porcentaje se repitiera, entonces podríamos esperar que 53 millones de personas acudieran a las urnas el próximo año.

De acuerdo con las tendencias que han marcado la mayoría de las encuestas en los últimos meses –y de mantenerse así– si un candidato a la presidencia obtiene 35 por ciento de los votos, lo más probable es que gane la elección.

Esto quiere decir que si alguien obtiene 18.5 millones de votos será presidente de la República a partir de diciembre del próximo año.

Regresemos ahora a las elecciones del próximo 4 de junio.

El estado con el padrón electoral más importante del país es el Estado de México, que suma 11.3 millones de electores potenciales.

Veracruz, que elige presidentes municipales, ocupa el tercer lugar en tamaño de padrón con 5.6 millones.

La Ciudad de México está en el lugar número dos, con 10.96 millones de electores potenciales.

Veamos el caso que más llama la atención en este proceso, que es el de Morena.

Independientemente de que su candidata gane o no la elección a la gubernatura del Edomex, si obtiene 32 por ciento de los votos y la tasa de participación se equipara a la media nacional, obtendría 2.2 millones de votos. En el caso de Veracruz, si lograra aumentar en tres puntos el porcentaje obtenido en las elecciones del año pasado, Morena sumaría otro millón de votos.

Y, sólo como ejercicio, en el caso de la Ciudad de México, si Morena obtuviera el próximo año 45 por ciento de los votos (un supuesto conservador incluso) sumaría tres millones de votos.

Es decir, tan sólo de las tres entidades con los padrones más grandes, en el escenario planteado, Morena obtendría 6.2 millones de votos, poco más de la tercera parte de los que necesita a nivel nacional para ganar la elección.

Veamos el caso del PRI. Si obtiene 32 por ciento de los votos en Edomex, 25 por ciento en Veracruz (podría ser menos) y, junto con el Verde, 18 por ciento en el caso de la CDMX (el mismo porcentaje de las elecciones de 2015), podría obtener alrededor de 4.2 millones de votos, dos millones menos que Morena para esas tres entidades.

Además de la relevancia cuantitativa, en la percepción cualitativa el ambiente político de los siguientes meses será muy diferente si el PRI gana Edomex y Coahuila y logra una votación significativa en Veracruz y Nayarit, que si el PRI recibe una derrota en todas las entidades en disputa, un escenario que no es imposible, y Morena gana Edomex, lo que podría conducir a la conclusión de que se encamina a una victoria irreversible en 2018, lo que, por cierto, no sería necesariamente correcto aun con un triunfo en Edomex.

Finalmente, si imaginara la contienda de 2018 como un juego de cartas, el próximo 4 de junio todos los jugadores recibirán un juego nuevo, lo que definirá en buena medida la dinámica del país en los siguientes meses… y no sólo en la política.

El Financiero

 

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