A 25 años, el exmandatario Alberto Fujimori reivindica el autogolpe de 1992
Veinticinco años después, Alberto Fujimori continúa justificando el autogolpe de 1992. Este miércoles, reivindicó el cierre del Congreso, a través de varios mensajes difundidos en su cuenta de Twitter.
«Para hacer tortillas hay que romper huevos. Alguien tenía que hacerlo. Desde la cárcel les digo: ¡Valió la pena!», escribió en la red social.
Para hacer tortillas hay que romper huevos. Alguien tenía que hacerlo. Desde la cárcel les digo: Valió la pena!.
— Alberto Fujimori Fujimori (@albertofujimori) April 5, 2017
Desde prisión, Fujimori intentó defender el cierre del Congreso y otras medidas que terminaron con la democracia en el país. «¿Cómo era el Perú de ANTES del 5 de abril de 1992? Era el país de la inseguridad, incertidumbre e inestabilidad», expresó.
En otro de sus mensajes, Fujimori aseguró que «no se mató la democracia. Se la salvo», y olvidó que el 5 de abril de 1992 no solo se disolvió el Congreso, sino que se atentó contra el Poder Judicial, el Tribunal Constitucional y los medios de comunicación.
El 5 de abril de 1992 no se mató a la democracia. Se la salvó.
El 80% de peruanos aprobaron la medida. Pregunta a tus mayores.— Alberto Fujimori Fujimori (@albertofujimori) April 5, 2017
Hace 25 años, el entonces presidente Alberto Fujimori se dirigió al país en un mensaje televisivo, en vivo y en directo, para anunciar un golpe de Estado. Esa noche comenzó uno de los episodios más indignantes en la historia de la política nacional.
El autogolpe Fujimori, 25 años después
Eran las 10:30 de la noche del 5 de abril de 1992, y un mensaje televisivo del entonces presidente Alberto Fujimori, quien tenía 20 meses en el gobierno, golpeaba los hogares de los peruanos.
Ya iban algunos minutos de discurso cuando Alberto Fujimori, muy tranquilo, agarró el vaso con agua que tenía a su lado, bebió un sorbo, tomó aire y se preparó para dar a conocer sus medidas. Sus anuncios se iniciaron con dos palabras que quedaron registradas en el vocabulario político peruano: “Disolver… disolver”.
Inmediatamente después, Alberto Fujimori detalló las medidas que implementaría en su denominado “Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional”: cerrar temporalmente el Congreso de la República y ordenar la reorganización del Poder Judicial, el Consejo Nacional de la Magistratura, el Tribunal de Garantías Constitucionales (hoy Tribunal Constitucional) y el Ministerio Público.
Al inicio de su discurso, Fujimori –hoy condenado a prisión– había hecho hincapié en su interés por construir una “democracia real”. Pero aquella noche, la historia del Perú dio un giro. Los militares salieron a las calles, rodearon sedes institucionales y medios de comunicación y amedrentaron a líderes políticos y periodistas.
Para tratar de justificarse, Alberto Fujimori arguyó obstruccionismo en el Congreso bicameral y en el Poder Judicial, acusándolos de poner “freno a la transformación y el progreso”.
Una de las consecuencias de las medidas de ese día fue la convocatoria a elecciones para instalar un Congreso Constituyente Democrático (CCD), que elaboró una nueva Carta Magna, promulgada en 1993.
Esta estableció un Parlamento unicameral, limitó el rol empresarial del Estado y permitió la reelección presidencial inmediata, lo que fue clave para la permanencia de Fujimori en el poder.
Para el analista político Luis Nunes, la decisión de Alberto Fujimori fue excesiva e injustificable. “Él sí tenía la potestad de negociar con el Congreso. Lo que hizo fue un sacudón para el Estado de derecho”, indicó.
Una postura similar mantiene el director de Vox Pópuli, Luis Benavente: “La incapacidad de gestión política no puede conducirnos a eso. Es como si el ahora presidente nos dijera que su desventaja en el Legislativo no le permite reconstruir el país”.
El periodista Enrique Castillo considera que se dio un tiro de gracia a los partidos políticos. “El autogolpe nos dejó en el oscurantismo en ese ámbito. Ocasionó que los partidos no se volvieran a recuperar”, destacó.