Entrevista de Nodal a integrantes de #NiUnaMenos Chile: “La violencia hacia las mujeres se sustenta por la influencia dogmática de la iglesia en alianza con los partidos de derecha”

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Por Nadia Luna – Nodal

La colectiva Ni Una Menos surgió de manera espontánea a principios de 2015 ante la necesidad de decir basta al número creciente de femicidios cometidos en la Argentina. De inmediato, la chispa prendió en otros países de la región, como Chile, México y Uruguay, que el 3 de junio de ese año se sumaron a una movilización inédita para pedir que no haya “ni una menos” y gritar con fuerza latinoamericana: “¡vivas nos queremos!”.

En este diálogo con Nodal, Ximena Riffo y Maura Gálvez, miembras de Ni Una Menos Chile, hablan sobre las formas de violencia cotidianas que sufren en el país, las principales demandas, la falta de políticas públicas sobre el tema y cómo se preparan para el 8M.

¿Cuáles son las principales problemáticas que enfrentan las mujeres en Chile?

Ximena Riffo: Como otras partes del mundo, el patriarcado en Chile es extremo, naturalizando la violencia hacia las mujeres por medio de las políticas públicas, la cultura, los medios de comunicación y la cotidianidad. Desde lo íntimo, las mujeres son esclavizadas por un sistema patriarcal que considera al varón como el dueño de su compañera, esposa o conviviente, a la que busca controlar por medio de la dominación psicológica, verbal, económica y física.

No tenemos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Forzadas a una maternidad obligatoria, no podemos optar por un aborto libre, seguro y gratuito. En Chile, recién se está discutiendo el derecho a la interrupción del embarazo en tres causales: riesgo de la madre, inviabilidad del feto y violación. La violencia hacia las mujeres se sustenta por la influencia dogmática de la iglesia chilena en alianza con los partidos de derecha.

La lesbofobia y la transfobia son violencias específicas a mujeres que son invisibilizadas, ridiculizadas,  amenazadas, golpeadas y asesinadas por ser lesbianas y transexuales. No existen programas de educación escolar que las incluya, ni políticas públicas de reconocimiento de la identidad de género, o políticas de salud específicas.

¿El Estado implementa políticas que intenten, de alguna manera, disminuir las diversas formas de violencia contra la mujer?

XR: El trabajo doméstico, por ejemplo, no es reconocido y esto precariza la vida de las mujeres al impedirles contar con sus propios recursos para subsistir. Entonces, muchas mujeres deben permanecer en los hogares, pese a las violencias que reciben, por no tener donde ir o como sustentarse. Muchas se encuentran en un estado de abandono por parte del Estado, el cual no lo considera relevante dentro de sus propuestas de políticas públicas. Más bien, asume acciones vagas, inconsistentes y que no son suficientes para generar bienestar para las mujeres. Creemos que el Estado en materia política y educativa no ha tomado conciencia de lo que sucede, sus acciones y recursos son más bien insignificantes para lo que queremos: un cambio radical del sistema capitalista y patriarcal.

También se agrede a las comunidades indígenas intentando amedrentarlas, han arrestado a la Machi Francisca Linconao y otras mujeres de comunidades mapuches para que dejen de luchar y guarden silencio. Mientras, el Estado dominado por el capital sólo funciona como administrador de políticas públicas para favorecer a las familias más poderosas en el país. En este sentido, la corrupción en Chile se ha transformado en un ejercicio cotidiano de los grupos políticos, apareciendo en estos últimos años innumerables casos de coimas, abusos, desfalco económico y robos a las arcas públicas, las que quedan sin ninguna sanción política, ni económica, ni social.

¿Tienen estadísticas que den cuenta de los femicidios cometidos cada año?

Maura Gálvez: Contabilizamos el año pasado a 58 mujeres asesinadas. Esta cifra no cuenta las mujeres trans ni travestis. En 2017, contamos hasta el momento la cifra de 9 mujeres asesinadas.

XR: La violencia extrema de los femicidios no se detiene porque no existen políticas en la cual se involucre a toda la cultura. No hay leyes acordes, ni planes de educación social, ni cambios en las estructuras de poder que den cuenta real de la detención de esta violencia extrema.

¿Qué triunfos ha conquistado el movimiento feminista en Chile?

XR: El feminismo principalmente ha puesto en duda la autoridad patriarcal: desobedecer la cultura de dominación impuesta. Históricamente, ha conquistado el derecho a voto, a estudiar, a tener una mayor independencia económica. Lograr que se tome como política pública la píldora del día después, cuestión que, de todos modos, no soluciona el derecho a decidir sobre los propios cuerpos. Instalar las cátedras de género en las universidades.

El feminismo ha logrado instalar la incomodidad ante la situación de abuso, de esclavitud. Ha instalado la polémica sobre la maternidad obligatoria. Ha logrado visibilizar la violencia específica de los femicidios y la misoginia, para criticarlos y erradicarlos de una sociedad más crítica y respetuosa de los derechos humanos de las mujeres. Ha instalado la inquietud y la necesidad de cambiar los tratos desde el cotidiano a lo macro y para ello estamos en las calles, en los trabajos, en la redes sociales, universidades y desde el hogar realizando cambios de tratos, conductas y respondiendo a las agresiones con la determinación de erradicar la violencia extrema sustentada por esta cultura patriarcal y capitalista deshumanizada.

Esta movilización mundial es inédita. ¿Qué puntos en común se observan en las luchas de los países de la región?

MG: Primero, el derecho a la vida: que dejen de matarnos. Este es un derecho transversal a todos los países, que empezó a posicionarse más a partir del 2015, en la movilización de Ni Una Menos de las argentinas, el 3J. En Chile, hace unos 4 años, la movilización del 8M viene siendo una de las marchas más masivas. Otra demanda común que tenemos con las otras compañeras latinoamericanas es la demanda por el derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito. En Chile tenemos una legislación sumamente cavernaria respecto al tema.

También compartimos la demanda de “igual trabajo, igual salario”. Las mujeres chilenas recibimos en promedio un 30% menos que los hombres. Otra demanda relacionada con esa tiene que ver con el sistema de pensiones: al estar tremendamente precarizadas, implica que al final de nuestras vidas tenemos pensiones de miseria. Esto es tanto para hombres como para mujeres, pero nuestras pensiones son menores aún. Y queremos que se reconozca que nuestro trabajo doméstico vale: que las mujeres que cumplimos labores domésticas en el hogar, que es lo que permite que el capitalismo siga funcionando, debiéramos tener un pago del Estado por esa labor.

¿Cómo será la movilización que preparan para el 8M?

MG: Desde la coordinación de Ni Una Menos Chile, adherimos al paro internacional de mujeres y estamos llamando a una gran movilización a nivel nacional. Apuntamos a que este año sea una movilización histórica. A los gobiernos del mundo les decimos que las mujeres estamos organizadas y en la calle. Por eso, nuestra consigna para este año es: “Organizadas y en la calle, contra todas las violencias y por todos nuestros derechos”.

 

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