Evo Morales, tras su re-reelección – Diario La Nación, Argentina

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Una vez más, como ya ocurrió en los 11 años que lleva en funciones, Evo Morales se apresta a volver a ser candidato para competir, esta vez, por su re-reelección.

Embriagado de poder y cegado por la ambición, aun cuando el resultado del referéndum del 21 de febrero último confirmó que su pueblo no es partidario de habilitar al mandatario para un nuevo mandato, Morales agotará todos los recursos para intentar perpetuarse en el gobierno.

Su insistencia en mantenerse en la presidencia es claramente contraria a la sana alternancia en el poder, característica esencial de una democracia. Seguramente por esto la popularidad de Morales ya no es lo que fue. Hoy, la mayoría de los sondeos arroja que los bolivianos desaprueban su gestión.

Su actitud personal no es demasiado distinta de la del actual presidente de la República Democrática del Congo, Joseph Kabila, quien ante el asombro de muchos acaba de anunciar que continuará con su actual mandato presidencial sin necesidad de convocar a nuevas elecciones, a las que considera una mera e innecesaria formalidad.

El gobierno del líder socialista cocalero ha ido transformando a Bolivia en un satélite de Venezuela y de Cuba, a cuyas autoritarias políticas exteriores parece haberse finalmente plegado sin reserva alguna.

Bolivia, que proclama orgullosa tan peculiar multinacionalidad, es hoy uno de los tres países más corruptos de la región; el segundo productor mundial de coca y cocaína del mundo, y una nación en la que, desgraciadamente, los derechos y las libertades esenciales de sus ciudadanos dependen de los personalísimos designios y del mendaz estilo de su presidente. Lejos están también los bolivianos de tener asegurada la independencia o la imparcialidad de su Poder Judicial, pues no viven hoy en una democracia auténtica en la que impere la libertad política. Por el contrario, Bolivia es hoy un feudo totalitario en el que Morales y sus partidarios hacen y deshacen, sin límites ni restricciones de ningún tipo, mientras afanosamente buscan perpetuarse en el poder desoyendo la voluntad popular.

La Nación

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